Carolina Cancanilla

A cuatro manos: Hablar de sexualidad con los hijos

Málaga en verano ·

Sábado, 11 de agosto 2018, 00:29

Hablar de sexualidad es uno de los tragos por los que tienen que pasar los padres de adolescentes

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Ana Barreales

Sexo a la defensiva

Las primeras parejas de los hijos (y ... las segundas y las terceras) suelen ser un asunto peliagudo. Hay padres que no quieren ni oír hablar de que su hija tenga novio. Y en este caso recalco el sexo porque suele pasarles con 'su niña' y porque lo de que se eche una novia no lo contemplan ni siquiera en el catálogo de cosas tremendas que pueden ocurrir.

A veces a esos mismos que no querían hablar del tema les entra la prisa de repente (¿En qué quedamos? ) porque 'se le va a pasar el arroz', como si tener pareja fuera algo obligatorio a una edad concreta y como si de su producción de churumbeles dependiera la continuidad de la especie.

«En la clase de la reproducción sonaba todo tan mecánico que no entendía cómo la humanidad no se había extinguido»

Y la cuestión es que en muchos casos no sólo son los padres, sino todo el entorno. En apenas 10 años se puede pasar directamente del «¿Tú no tendrás novio?» al ¿Tú todavía no tienes novio?». El caso es que el tema de las primeras parejas sentimentales y sexuales (no necesariamente va unido) eleva la tensión familiar.

En cuestión de sexo la tendencia entre padres fluctúa entre la negación: mi hija, no (con los chicos sigue habiendo mucha más permisividad). Y el no querer saber, basándose en que toda la información está a golpe de click. Teniendo en cuenta que de muchas cosas de la actualidad se enteran por los memes de las redes sociales ya nos podemos imaginar lo que les llega de esto.

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Aún recuerdo mi clase de 5º de EGB sobre 'la reproducción'. Aquello sonaba tan mecánico, científico y poco apetecible en general que no entendía muy bien cómo es que la humanidad no se había extinguido ya. Deduje que no nos lo habían contado todo.

De hecho, hoy día la mayor parte de la información que reciben de sus padres los adolescentes se reduce a prevenir embarazos y enfermedades de transmisión sexual, como si el sexo fuera un virus o una enfermedad de la que hay que defenderse. De placer y de autoplacer, nada de nada. El resultado es que no les interesa mucho lo que les cuentan porque ellos también tienen claro que sólo se les habla de una parte. Además, tienen pocas referencias reales de lo que pueden esperar de una relación afectiva y/o sexual más allá de lo que ven en Internet o en películas o libros donde el amor aparece como un objetivo ideal que cuando lo consigues eres feliz.

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Hay dos cosas fundamentales que todo adolescente debería saber y a algunos padres no les vendría mal recordar:1) Tener pareja ni es obligatorio ni da la felicidad. La felicidad hay que buscarla en uno mismo, no en los demás, ni en otras cosas. 2) En cuestión de sexo y de pareja haz las cosas cuando tú decidas y cuando te apetezcan. No se admiten presiones, ni conozco casos en que esperen el permiso de los padres. Y yo añado una tercera muy personal: Hay personas a las que se ve desde lejos que te van a dar mala vida. O porque no saben lo que quieren o porque quieren algo distinto, o porque son naturalmente infieles y mentirosos@s, pero esperan algo diferente de su pareja. Y la gente no cambia de personalidad por amor. A esos hay que decirles:Hasta luego, Lucas.

Pablo Aranda

Fonética sexual

Hace quince años un buen amigo tuvo una hija y lo llamé para felicitarle. Se mostró 'allegro ma non troppo' y me extrañó: es un momento para alegrarse sin reservas si todo ha ido bien, como era el caso. Me confesó su temor a que un día su hija, cuando dejase de ser adolescente, saliera con un muchacho. ¿No tienes miedo de que te pase eso a ti?, me preguntó. Le respondí que tal vez no hubiera que esperar a que pasase la adolescencia, y que puestos a temer peor sería que no saliera nunca con nadie. Traté de tranquilizarlo aludiendo a lo obvio: lo mejor de momento es limitarse a cambiar pañales, bañarla, preparar purés y anotar en una libreta el día en que formule la primera sílaba. Probablemente será ba o pa, bilabiales, que repetidas son baba o papa, le expliqué. Si era pa-pa mi amigo podría corregir el acento en la libreta y hasta colocar una tilde en la segunda a para que no hubiera duda de que había dicho papá. Las bilabiales son más fáciles. Lo que ocurre es que la eme también es bilabial, así que había una posibilidad grande de que la hija de mi amigo pronunciase mamá antes que papá, como realmente ocurrió. La primera sílaba de mi hija la tengo anotada, pero no recuerdo cuál es, a lo mejor recurrió a una africada postalveolar sorda. Sorda seguro, porque la llamo por teléfono y no contesta. Africada un poco, atendiendo a las series y lecturas que prefiere. Postalveolar ya no sé, pero si sale llega después del amanecer, o sea: post-alba.

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«Nunca me ha preocupado que mi hija salga ni con quién, sino que sea una joven libre, buena, sana y asertiva»

Me he preocupado menos de si mi hija sale y con quién, que de que sea una joven libre, buena, sana y asertiva. Cuando yo era adolescente, esa época en que no decimos ni mu (bilabial, claro), un día mi padre se preparó para la siesta y me llamó antes de dormirse. Me explicó los conceptos básicos de la educación sexual. Papá, venga, duérmete, si eso ya me lo sé. En seguida me demostró que no me lo sabía todo, pero bueno. Con mi hija empecé pronto, y pronto me demostró que prefería enterarse por otros medios. Ella intentaba cambiar de tema, decía puf (bilabial la primera, pero labiodental la última). Decidí emplear técnicas periodísticas: un buen titular, una entradilla que resumiese la esencia del mensaje y nada de cuerpo, porque sabía que a mitad de la entradilla ya habría desconectado. Con mis hijos pequeños he empezado todavía antes, comentando las noticias que a ellos les sorprenden. No sé, ni me preocupa lo más mínimo, si mis hijos serán algún día expertos en fonética y fonología, pero espero que cuando crezcan estén preparados para relacionarse sanamente, entender el todopoderoso valor del fonema nasal 'no', sufrir ma non troppo, disfrutar, hacer disfrutar. Con sexo o sin sexo. Aunque puestos a elegir...

¿Que qué tal le va a mi amigo? Ahorrando para borrar con láser el nombre que su hija se tatuó en el hombro, y eso que coincide con el de él.

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