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Imagen de Jesús con 10 años lograda a partir de la Sábana Santa de Turín.

¿El niño Jesús?

La Policía Científica italiana reconstruye el rostro infantil del Mesías con el 'software' con el que pone cara a los mafiosos sin identificar

antonio corbillón

Domingo, 10 de mayo 2015, 00:00

El interés por la Sábana Santa de Turín es recurrente. Esta reliquia que según la tradición usó José de Arimatea para envolver el cadáver de Jesús, suele reverdecer cada Semana Santa o cuando la diócesis de Turín decide abrirla al público. Llevaba cinco años bajo llave. Por eso, hasta el 24 de junio, la Vía San Doménico turinesa, sede del Museo de la Sábana Santa (la Síndone, como la llaman en Italia) se ha convertido en una cola permanente. Ese día se volverá a cerrar a los fieles, así que más de 850.0000 han reservado plaza. En este contexto se explica que la Policía Científica de Roma gaste sus energías no en perseguir a los criminales, sino en imaginar el rostro que hay detrás de esta tela.

Los expertos policiales han usado el identikit, el software que reconstruye caras, para presentar una foto del Mesías a los 10 años. La operación rejuvenecimiento suponía quitarle más de dos décadas al rostro de Jesucristo, que murió a los 33 años. Su diseñador, Andrea DAmore, está acostumbrado a hacer este trabajo al revés. Así identificó al jefe mafioso Bernardo Provenzano en 2006 gracias a un retrato suyo de 1959.

Lo que le ha salido es un muchacho con la joroba nasal corregida (fracturada en su martirio y crucifixión), la mandíbula más dulcificada y la barbilla aumentada. Le ha puesto melena infantil y le ha quitado la barba y el gesto doliente. Su presentación ya ha logrado el primer éxito. Además de reabrir el eterno debate sobre la autenticidad de esta reliquia, las televisiones italianas le han dedicado programas especiales y la prensa británica ha tomado al asalto la exposición de la capital del Piamonte.

«Todo esto es anecdótico y no añade nada nuevo. Los italianos son muy buenos citándose a sí mismos», valora con escepticismo el presidente del Centro Español de Sindonología (CES), Jorge Manuel Rodríguez. En cada país hay una institución como la suya formada por historiadores, investigadores y forenses que reclaman la autenticidad de la Sábana Santa. Centrados en ello, simulaciones como la de la Policía italiana les parecen maniobras de distracción. «Ya hay demasiado friki en todo esto», lamenta Rodríguez.

El sudario de Oviedo

Sin embargo, hay muchos científicos que piensan que los frikis son los que defienden esa autenticidad. Unos y otros juegan una especie de partido de tenis en el que se asoman a la red de la historia con informes y contrainformes de veracidad. Entre todos solo consiguen que el misticismo del lienzo sagrado se multiplique. Y con ello, los ingresos en Turín.

En 1988, la Iglesia puso finalmente esta pieza tejida con lino de espina de pez en manos de los científicos. La Academia de Ciencias Pontificia dejó que tres laboratorios distintos de Zurich, Oxford y Tucson (Arizona) lo analizaran por separado. Sus informes certificaron una antigüedad de entre 646 y 750 años. Al tiempo, el microanalista forense Walter McCrone determinó que su sangre era pintura al temple con colágeno. A la curia vaticana no le quedó más remedio que admitir que la reliquia era «una representación del Jesús crucificado y no su imagen».

Aquello no paró a los sindonologistas. «Si el carbono 14 hubiera dicho que la sábana era del siglo I tampoco sería real, ya que los materiales orgánicos evolucionan y nos llevan a confusión», insiste Jorge Manuel Rodríguez. En este terreno, se apoyan otros expertos que han hallado 57 clases de polen en el lino, todos procedentes de las distintas ciudades por las que peregrinó. Según la tradición, los primeros cristianos la preservaron de la persecución: desde Jerusalén la llevaron a Constantinopla, Atenas Lirey y Chambery (ambas en Francia) hasta llegar a Turín.

Dejando de lado el «complot masónico anticatólico» de los más fundamentalistas, el CES reunió en 2012 en Valencia a 30 expertos en un congreso internacional para debatir sobre la materia. No encontraron explicación al hecho de la «descripción detalladísima» de un cuerpo en rigor mortis. Un negativo en tres dimensiones imposible de lograr con el simple contacto entre el cuerpo del ecce homo y la tela. Científicos próximos al Vaticano como Guiseppe Galdacchini lo arreglan con una «explosión de energía» que impregnó la sábana. Alimento para los adeptos del designio divino.

Al igual que pasa con las espinas de la corona de Jesús, la lista de sábanas santas y reproducciones es interminable. El CES español presentará en unos meses un informe que probaría que «las heridas y las deformaciones del rostro coinciden, con milimétricas diferencias», con el Santo Sudario que se guarda en la catedral de Oviedo. «Es como si encajaran dos códigos de barras», sentencia Rodríguez. La tela turinesa habría envuelto el mismo cuerpo cuyo rostro tapó el sudario asturiano.

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