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Un hombre dispara tras una pelea entre DDP, en Ciudad Lineal, Madrid.
Las bandas latinas vuelven a las calles

Las bandas latinas vuelven a las calles

Guerra urbana. El cerco policial causó el repliegue de los Latin King, pero otras dos bandas, los Trinitarios y los Dominican Don't Play, se expanden organizando fiestas ilegales

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Domingo, 18 de abril 2021, 00:19

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Siete siluetas delgadas y encapuchadas corren por una calle de Ciudad Lineal, un barrio del norte de Madrid. Van tras otros cuatro jóvenes, agazapados entre los coches aparcados. Cuando los perseguidores les dan alcance, tres de ellos escapan en dirección contraria. Uno cae y, justo cuando le van a alcanzar, resuena un disparo. Viene del interior de un turismo blanco. Desde el asiento del piloto, el cuarto hombre ha disparado. Los siete que les rodeaban dan media vuelta. «¡Mamagüevo!», se escucha varias veces. Un insulto típico en República Dominicana y Venezuela, que ensaya un diálogo con los siguientes cinco tiros que hará el cuarto hombre, quien ya fuera del coche empieza una persecución. Los últimos cuatro disparos los enfila hacia una calle por donde escapa la mayoría. Sabe empuñar bien el arma, lo hace en línea recta. Las detonaciones destellan en esa penumbra de los atardeceres tardíos. A partir de esta inusual secuencia se especuló con una guerra entre bandas rivales o con un ajuste de cuentas.

En las cercanías del Parque Arriaga, zona de los Dominican Don't Play (DDP, como también se hacen llamar) se ofrece una versión más pedestre. La riña se inicia en una fiesta, de esas que están prohibidas en plena pandemia, que la banda organiza en un bajo de Pueblo Nuevo. A esta reunión ilegal asisten personas que se relacionan con ellos. No sólo sus miembros. También «familias» o simpatizantes. Se bebe mucho y rápido. Dos hombres que están ahí, ambos DDP pero de distinto distrito, empiezan a pelear. Una «cuestión de honor». Los sacan de la fiesta y en la calle continúa la reyerta. Unos son más, y sus oponentes huyen. Hasta llegar al arma. La policía madrileña no confirma ni desmiente esta información, y mantiene que el caso sigue en investigación. Según otra fuente, hay tres sospechosos identificados.

En España las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado tiene registradas 88 «bandas juveniles de tipo latinas», según el Ministerio del Interior, más de la mitad de ellas en Madrid, y con presencia en todas las comunidades autónomas, donde hay al menos una de estas agrupaciones bajo el radar de las autoridades. Sus raíces están en América, ya sea de migrantes en el norte de ese continente, en países andinos o del Caribe. De ahí el término «bandas latinas», un apelativo que sin embargo ya no sirve para referirse a este fenómeno.

Brindan una identidad

«Son delictivos, porque se relacionan a través de la violencia, pero su origen es territorial y brindan una identidad a sus miembros», explica Juan Molano, coordinador del Proyecto Jara de la Asociación Barró en Ciudad Lineal, que trabaja con 128 niños y adolescentes de 28 nacionalidades, algunos simpatizantes de estos grupos. «Pero de latinos ya no tienen nada. Hace 15 años dependían de la nacionalidad, ahora hay también marroquíes, africanos, españoles, chinos. Estos grupos se originan en barrios como Lavapiés, Carabanchel, Aluche y Ciudad Lineal, con inmigración de diferentes partes. Da igual de dónde vengan porque se encuentran en el parque».

Cuatro son las principales bandas, de las que dos se encuentran en plena expansión, los DDP y los Trinitarios, mientras que las otras dos, los Latin King y los Ñetas, han bajado el perfil y están en una especie de hibernación. «Cuando el grupo aparece, tiene momentos de auge, en los que entra mucha gente, y un tiempo de conflicto, en el que se producen escaladas a situaciones más graves e interviene la Policía de manera contundente. Después viene una estabilización y una revisibilización», sostiene Bárbara Scandroglio, profesora de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Madrid y que estudia los grupos violentos juveniles desde los noventa. «Las bandas que tienen más impacto mediático no desaparecen, quedan estables por un efecto llamada. Otras sí, como los Bloods, Panteras Negras o Bling Bling, que no tienen continuidad. Ahora es el momento de los DDP y los Trinitarios. Son los que andan todavía en conflicto abierto».

En efecto, «para la expansión tienen que ser visibles», coincide Molano. «Ha habido un subidón con el confinamiento. Ahora las fiestas ilegales son el método de captación. Los que más crecen son los DDP». En este momento, esta banda, declarada «asociación ilícita» por el Supremo en 2013 por «promover odio y violencia», puede tener más de 50 miembros por barrio, y eso sin contar con los miembros de las «familias».

En la actualidad, la Policía Nacional no tiene abierta ninguna operación relacionada con bandas juveniles ni latinas, indica una fuente del cuerpo.

Ritos de iniciación

Desde los 15 años, ella rondaba a los Trinitarios en un parque madrileño, donde el tiempo se empuja con charla, porros y alcohol. Su hermano mayor ya estaba en el núcleo del grupo, cuenta una fuente relacionada con el caso. Acogida por un familiar y con sus padres fuera del hogar, ella era de esas simpatizantes que participan en las actividades que organizan las bandas, como botellones, concursos de rap y eventos deportivos.

Las zonas de esparcimiento de los barrios de edificios de construcción social, con canchas deportivas, césped y altos árboles, suelen ser los lugares de captación. Están demarcados por graffitis, con las señas o símbolos de la banda dominante. Los chicos comienzan a merodear estas zonas de apariencia amable y anodina a partir de los 11 años, sobre todo aquellos que «pasan gran parte del día solos, sin la supervisión de padres que trabajan hasta muy tarde», afirma Óscar Bustos, educador social del Grupo de Adolescentes de la Asociación Barró.

A las bandas, sin embargo, no entra el que quiere. Bajo una observación constante, los líderes eligen al que creen con más «aptitud». «No son los inmigrantes, sino los excluidos», apunta Molano. La cualidad esencial es la discreción. «Se respeta que no se puede contar lo que pasa ahí», asegura Scandroglio. «El que cuenta algo es porque no ha estado realmente dentro».

Durante el confinamiento por la pandemia, la niña que quería formar parte de los Trinitarios cumplió los 16, y le propusieron hacer la prueba de iniciación, sostienen dos fuentes distintas. Consistía en estar a «disposición sexual de todos los miembros de la banda durante una semana». Con un mensaje al móvil, «que podía llegar a las tres de la madrugada», debía bajar a su portal y allí dejarse penetrar o practicar felaciones o masturbaciones. Al cuarto día, desistió. Al haber actuado de forma voluntaria y tener ya los 16, no hubo delito. Ella tampoco denunció.

«Los chicos y las chicas tienen roles», dice Bustos. «Ellos son guerreros y ellas, amas de casa». La pertenencia es voluntaria y, si quieren salir, pueden hacerlo, previo pago. La cuota de salida era de 50 euros en los DDP, pero con la popularidad va en aumento. Sin embargo, los que han pasado por las filas de las bandas nunca cortan por completo su vínculo, aunque los tatuajes visibles sean cosa del pasado.

Repliegue táctico

El cerco policial a las bandas, iniciado hace una década, logró su desmantelamiento al ser catalogadas como «organizaciones criminales». «Es un tipo delictivo que se aplica sólo a las bandas latinas, pero no a otros grupos juveniles violentos», denuncia Scandroglio. «Hay un cierto racismo judicial porque sus características delictivas no son diferentes a las de otros jóvenes autóctonos de extrema derecha o izquierda, ni por las armas, los motivos que desencadenan las luchas o el ensañamiento».

Los miembros de las bandas latinas, perseguidos por las autoridades en operaciones de inteligencia y seguimiento, tanto en los lugares de reunión como en redes sociales, son detenidos y condenados a penas de entre uno y cinco años por «asociación ilícita» u «organización criminal», a los que se pueden sumar otros delitos. Por ejemplo, en las sentencias recientes están los dos años y medio de cárcel por esta causa y otros seis meses por «amenazas» para un Ñeta de Vallecas, conocido como 'Torero'.

Otro juicio condenó a varios trinitarios en Madrid a cinco años de cárcel por pertenecer a una «organización criminal». Era una «demanda social», según uno de los agentes que declaró en el juicio contra seis DDP, entre ellos 'Peluche', procesados por «asociación ilícita» en Zaragoza, y que solían enfrentarse en «riñas tumultuarias» contra una banda rival ya «desarticulada», los Black Panthers. Tenían antecedentes por amenazas, lesiones, robo con violencia, uso de armas como machetes «escondidos en los setos» y «amor de tres» (palizas a un solitario entre tres). Hace unas semanas otros siete de la cúpula de los DDP cayeron en Torrejón de Ardoz (Madrid).

La influencia de estas bandas está en retroceso desde hace cuatro años, cuando los Latin King y los Ñetas, los más visibles, pactaron una tregua, que se ha mantenido hasta ahora. Al acuerdo de no agresión se unieron los DDP. En este repliegue táctico, algunos parques y plazas, como el Ascao o el Arriaga de Madrid, cambiaron de manos y se acabó la «bajada de bandera», que es hacer al revés la seña con que se saludan los otros, una grave afrenta.

Pero los Trinitarios, «anárquicos y bastante violentos», despreciaron cualquier indicio de debilidad y hay «fricciones, peleas de territorio». Con un cambio de liderazgo y simbología, ahora con la expansión de los Trinitarios y los DDP, las bandas vuelven a las calles para imponer su ley.

Radiografía de las cuatro grandes bandas en españa

88 son las «bandas juveniles de tipo latino» registradas por los Cuerpos de Seguridad en España. Destacan entre ellas los Latin King, Ñetas, Dominican Don't Play (DDP), Forty Two, Trinitarios y Blood. Algunas por su violencia y otras porque se encuentran actualmente en fase de hibernación.

  1. Trinitarios

    Estructura anárquica y castigos corporales

Llega a España en 2001, con un primer «bloque» en la cárcel de Alcalá Meco, y desde allí se expande a Barcelona. Ha sido la última de las cuatro grandes bandas en crearse, en Nueva York en 1987. La conforman unas 100 personas, según el Poder Judicial. Carecen de una estructura vertical y su expansión es anárquica aunque cada grupo tiene un «bandera» o «cabeza». Son considerados los más violentos, incluso con sus «soldados», sometidos a castigos corporales, desde golpes hasta marcas con arma blanca, para disciplinarles.

  1. Dominican Don't Play (DDP)

    En plena expansión por las ciudades españolas

En la base de su estructura están los «coros», grupos de unos 20 jóvenes que defienden un territorio, por medios violentos, frente a los rivales. Es la banda que más crece hoy en día y ha ganado gran parte del territorio antes controlado por los Latin King. Opera en la mayoría de las ciudades españolas y, aunque de raíces dominicanas, tiene miembros de todas las nacionalidades que «pagan» para hacer fiestas o comprar armas. Sus colores son el rojo y el negro, aunque están sustituyendo el negro por el blanco.

  1. Latin King

    Una «nación» replegada y a la espera

La «nación» se compone de «reinos» bajo una jerarquía piramidal que obedece una «constitución». Nacida en los sesenta, llega a España en 2000, integrada por ecuatorianos, a los que se suman otras nacionalidades. Se organizan por «capítulos» de unos 30 individuos con un «inca» al mando. Tras la desarticulación de su cúpula, ha cesado su violencia y cedido sus zonas. Está en hibernación. Los «reyes» se tatúan una corona de cinco puntas, su símbolo principal, junto a un animal que identifica a cada uno.

  1. Ñetas

    Organización simple y de bajo perfil

Desembarca en España dos años después que los Latin King. Fundada originalmente en Puerto Rico, cobra cuotas a sus miembros, unos 100 euros en la actualidad, según fuentes policiales. En estos momentos tiene un bajo perfil y no registra ninguna actividad como banda. La organización es más simple que en los Latin King, con un «jefe» por «capítulo» y soldados. Hace cuatro años pactaron una tregua con sus rivales, que acabó con una larga guerra. Esa tranquilidad se mantiene hasta ahora en sus zonas.

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