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El Domo de Runit fue construido en el archipiélago de Enewetak, en el océano Pacífico RC
El atolón de Runit: la perla radiactiva del Pacífico

El atolón de Runit: la perla radiactiva del Pacífico

La ONU alerta de posibles filtraciones en la cápsula del atolón de Runit, que contiene los residuos de los ensayos nucleares de EE UU durante la Guerra Fría

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Lunes, 3 de junio 2019, 00:29

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Apenas llevaba unos minutos de conferencia cuando el secretario general de la ONU soltó la bomba: «Acabo de estar con la presidenta de las Islas Marshall y está muy preocupada por el riesgo de que se filtre el material radioactivo contenido por una especie de ataúd que hay en el área». António Guterres, de gira por varias islas del Pacífico para alertar de los efectos del cambio climático, dejaba atónitos a los jóvenes estudiantes de Fiyi que asistían a su conferencia.

El «atáud» al que se refirió Guterres es un depósito de residuos procedentes de los centenares de ensayos nucleares realizados por EE UU, Francia y Reino Unido durante la Guerra Fría. Una especie de cementerio nuclear, situado en el atolón de Runit, en el archipiélago de Enewetak, con unos 73.000 metros cúbicos de tierra y desechos altamente contaminantes (incluido plutonio-239, una de las sustancias más tóxicas del planeta, con una vida media de 24.100 años) que, si nadie lo remedia, pueden acabar en el océano y alcanzar las costas de China y Australia.

La bomba más destructiva

Solo en el Pacífico central, los estadounidenses llevaron a cabo un centenar de pruebas, 67 de ellas entre 1946 y 1958, en los atolones de Bikini y Enewetak, en las islas Marshall, a medio camino entre Australia y el archipiélago norteamericano de Hawái. Una de aquellas operaciones incluyó la detonación en 1954 de 'Bravo', una bomba de hidrógeno mil veces más destructiva que la que cayó en Hiroshima y el arma más poderosa jamás empleada por EE UU. Tal fue el desastre que en 1977 más de 4.000 soldados estadounidenses trataron de arreglar el desaguisado y se pasaron tres años recogiendo los restos radiactivos esparcidos por seis islas del atolón de Enewetak para depositarlos en el cráter que dejó la explosión de una bomba de superficie de 18 kilotones en la isla de Runit durante el ensayo bautizado como 'Cactus'.

Y de aquellos barros estos lodos, porque tres décadas después, aquellos materiales siguen afectando al ecosistema y a la salud de los habitantes del archipiélago del Pacífico. Un informe oficial de la República de Islas Marshall advierte de que los cocoteros acumulan el isótopo radioactivo Cesio-137, lo que tiene ya «efectos devastadores» para la población local. Muchos isleños sufren cáncer o tienen el sistema inmunológico debilitado, unos efectos similares a los denunciados por los estadounidenses que participaron en la limpieza del atolón. Pese a que el departamento de Asuntos de los Veteranos de EE UU insistió en que «el riesgo de que padecieran problemas de salud era bajo», lo cierto es que la mayor parte de las 8.000 personas que construyeron la cúpula ya han muerto.

Isleños y antiguos trabajadores de la cápsula denuncian efectos en su salud

Aquel cráter, cubierto y sellado por una bóveda, lo que le da la apariencia de una perla engastada en el atolón, dio lugar a lo que hoy se conoce como Domo de Runit. De medio metro de grosor y realizada con 358 paneles de hormigón, esta cápsula que costó más de 100 millones de dólares de la época no es el único recuerdo de las brutales detonaciones. Cuatro de las 40 islas de Enewetak desaparecieron de la faz de la Tierra dejando como siniestro recuerdo sendos cráteres de kilómetros de diámetro.

La 'tumba', como la denomina la población local, presenta defectos de construcción y un avanzado deterioro, tal y como advirtió una inspección en 2013. El informe no dejaba lugar a dudas: «El agua se acumula alrededor de los bordes de la cúpula, donde partes del hormigón presentan grietas. Bajo tierra, los desechos radioactivos ya han empezado a salir del cráter».

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