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EFE
Jueves, 16 de agosto 2018, 13:02
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'Momo' es la nueva forma de chantaje a jóvenes a través de las redes sociales, principalmente para obtener imágenes de índole sexual, y poco después de ser detectado en Japón, este mismo año, ya hay constancia de casos en España.
Así lo asegura el perito judicial Eduardo San Rufo, que colabora con diferentes despachos de abogados en casos de delitos informáticos y que ofreció recientemente en Logroño un curso dirigido a padres sobre los nuevos retos de la red para los jóvenes.
Al parecer, tras el juego de 'La ballena azul', los jóvenes ya se enfrentan a otra práctica de este tipo, denominada 'Momo' , dado que su origen se remonta, según diferentes estudios, a este mismo año en Japón y otros países asiáticos.
Ya se ha certificado su extensión en todo el mundo, en especial en hispanoamérica y «también ha llegado a España», asegura. En realidad, esta práctica es más un delito de ciberacoso, 'phishing' y estafa que un «juego de retos». Llega a los jóvenes a través de mensajes de VhatsApp o Facebook y «siempre lo hace a una hora fija, las tres de la madrugada», asegura San Rufo.
El primer mensaje de 'Momo' es, precisamente, una obra de arte japonesa, con ese nombre y representa a «una muñeca terrorífica». Los creadores de 'Momo', una vez que han captado a un joven, le conminan a que realice diferentes «pruebas» y les envíe archivos de audio o de vídeo demostrando que las ha completado.
«Primero son gamberradas, algunas simples, pero suben de nivel hasta pedir, principalmente, imágenes de índole sexual», detalla. Y es en ese momento cuando el joven descubre el verdadero objetivo de quien dirige 'Momo', la extorsión «sobre todo para obtener imágenes de pornografía».
Porque entonces «convencen al joven de que le están observando y siguiendo, juegan con su miedo a veces con datos que él ha facilitado antes de forma inocente, y, con ellos, le chantajean y le amenazan con revelar lo que tienen de él si no les obedece».
San Rufo reconoce que ante este tipo de prácticas «no es fácil actuar jurídicamente» tanto porque «los autores operan desde otros países y por cuestiones de privacidad».
Por ello lo que recomienda a los padres en primer lugar es «observar a sus hijos» porque «si un chaval de 14 ó 15 años está preocupado o tiene estrés, como puede suceder en estos casos, se lo van a notar».
Otra pista es «comprobar qué hacen por la noche, cuando todo el mundo duerme porque es cuando se extienden estas prácticas». «Si en el ordenador un chaval se conecta a internet de noche, siempre a la misma hora, es una pista», detalla, al tiempo que cree que también hay que ver «si su hijo tiene marcas en el cuerpo que no son normales o qué graba con su móvil».
Lo primero, admite, es «sentarse a hablar e intentar que diga si está en una de estas cosas o haciendo algo en internet que le puede perjudicar». Pero, admite, «también hay una complicación para detectar estas prácticas, el que no existe un perfil concreto de los chavales a los que llegan, pueden ser muy vulnerables o todo lo contrario y empezar porque se sienten muy atrevidos», concluye el perito judicial.
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