Borrar
Los seguidores del cantante hacen turnos de seis horas para guardar los mejores puestos. :: i. gelibter
Los 'alboranistas' duermen al raso

Los 'alboranistas' duermen al raso

Decenas de fans de Pablo Alborán acampan desde el viernes en la puerta del Auditorio para entrar los primeros a su concierto de mañana

IVÁN GELIBTER

Jueves, 17 de mayo 2018, 00:05

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Las pasiones que levanta Pablo Alborán son comunes en todas las ciudades de España y parte del extranjero. Sin embargo, Málaga es su ciudad y eso también se nota. Decenas de seguidores del cantante, que vuelve a los escenarios tras tres años sin girar, esperan en las puertas del Auditorio del Cortijo de Torres desde este pasado viernes para poder estar mañana en la primera fila del concierto.

Virginia, Loli, Sara, Juanjo y Sonia son algunos de estos fans que han crecido los últimos cinco años al abrigo de la música del malagueño. Tienen entre 17 y 23 años, y basta echar un vistazo para ver que lo tienen todo perfectamente planeado. Tres carpas y varias tiendas de campaña rodean decenas de sillas de playa en las que pasan la mayor parte del día. Neveras, mochilas, y bolsas de supermercado son los enseres de los que disponen. «Esto es como 'Supervivientes' con comida, pero todo merece la pena por ver a Pablo en primera fila», dice una de ellas. La primera carpa pertenece, en este caso, a Virginia y Loli. Sin embargo, no son las únicas titulares, ya que el número de total de compañeros a los que guardan sitio es de unos 35 o 40 miembros. «Nos vamos turnando en bloques de unas seis horas para que todo el mundo pase por esto», relatan ambas mientras enseñan un horario realizado a mano con los nombres y los horarios de los próximos días. Sara, Juanjo y Sonia, titulares de la segunda carpa, usan un sistema similar, aunque en este caso lo han colgado de la pared, adjuntando un listado con todas las personas 'autorizadas' a entrar de los primeros.

De todas las horas del día, la peor parte sin duda alguna son las noches. Sara reconoce que se pasa algo de frío e incluso un poco de «miedo», sobre todo teniendo en cuenta que es cuando menos gente hay en la cola y por lo inhóspito del lugar. «Pero este año estamos más seguras porque cada tanto pasa un coche de seguridad privada. Además nos han dejado su teléfono y nos han dicho que les llamemos por cualquier cosa que pueda pasar», añade. Aún así, el nerviosismo que ya sienten es porque apenas quedan dos días para el concierto. Precisamente, el 'operativo' del día del recital es una de las cosas más complejas de esta estancia de siete días en la calle. «El viernes desmontamos el chiringuito y lo ponemos unos metros más allá, porque así sigue montado para el concierto del día siguiente», relatan. «Una vez que abren las puertas y bajamos las escaleras con cuidado, echamos a correr y el que llegue antes, llegó».

Los jóvenes aprovechan la oportunidad para hacer un llamamiento al cantante. «En estos momentos no somos muchos. Pablo, por favor, ven a vernos un rato a la cola para hacer más llevaderas las horas que nos quedan aquí», reclaman, aunque son conscientes de que es muy difícil que eso ocurra. Nunca se sabe, y a si a estos chicos les sobra algo, sin duda, es tesón, esfuerzo, y una pasión descontrolada por Pablo Alborán.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios