Preysler pide una tregua
La reina de corazones inaugura una joyería en Barcelona y confiesa que ella y Vargas Llosa necesitan que les dejen «un poco tranquilos»
ARANTZA FURUNDARENA
Sábado, 24 de octubre 2015, 00:22
El arquitecto que construyó a finales del XIX el palacio Codina en el barcelonés Paseo de Gracia estaba realmente en estado de gracia. Sus actuales ... restauradores, también. El arquitecto que diseñó a mediados del siglo XX la armoniosa anatomía de Isabel Preysler estaba en estado de gracia. Sus actuales restauradores, también. Esbelta hasta la irrealidad, Preysler brilló el jueves por la noche como una joya esmaltada dentro de la joya de piedra que representa la recién remodelada casa Codina, un imponente palacete modernista colindante con la famosa Pedrera de Gaudí y que ahora acoge en sus cinco plantas la espectacular joyería Rabat, probablemente la tienda de joyas más grande de Europa.
Después de dos años de trabajos de restauración y dos aplazamientos, el buque insignia de Esteban Rabat (joyero catalán que ha levantado un imperio en tiempo récord y que presume de tener un 45% de clientela nacional) se inauguró el jueves con Isabel Preysler como madrina. La cuestión esa noche no era si los catalanes se sienten españoles sino si los catalanes se 'sientan' españoles; es decir, se sientan delante del televisor a ver los típicos programas del corazón 'made in Madrid'. Y la respuesta es que sí. La expectación en la Ciudad Condal ante la llegada de la flamante novia de Vargas Llosa era igual o incluso superior a la que podría haberse generado en Cuenca o en Sevilla... Había más catalanes esperando a fotografiarla que japoneses retratando la Pedrera.
Pero Isabel empieza a estar desbordada y pide una tregua. Sin dejar de sonreír, confesó que el morbo que ha levantado su relación ha superado todas sus previsiones. «No es esta la expectación que queremos. Ahora nos gustaría que nos dejaran un poco tranquilos», exigió dulcemente, quizá temerosa de que tanta presión mediática acabe espantando al Nobel.
Era la primera aparición pública en territorio (todavía) nacional de la reina de corazones tras su sonado romance y llegó convenientemente enjoyada y enfundada en un mono negro, con el cuerpo bordado en tonos verdes, rojos y morados, firmado por Elie Saab; una pieza ajustada que le sentaba como un guante y que a sus 64 años dejaba al descubierto una cinturita de avispa y un trasero respingón digno de una modelo de 25. ¿Qué hace para estar así esta Dorian Grey de Manila? Es un misterio oriental. Quienes la rodean aseguran que come, pero lo cierto es que cuesta creerlo...
Salchichas y cerveza
«Mañana me toca frankfurt, con ketchup y mostaza, que si no, no tiene gracia», anunció ella ajena a las calorías y refiriéndose a las veladas cinematográficas que celebra cada viernes con las amigas y en las que, según dice, corren la cerveza, las salchichas y la pizza... Ni una palabra sobre el rumor de que ha puesto a la venta su chalé de Puerta de Hierro por 9 millones. De su ilustrado novio comentó que «es mucho más ingenioso que yo». Y que habla catalán (supuestamente, en la intimidad). Sobre el soberanismo prefirió no pronunciarse... «Me reservo la opinión... aunque me parece tristísimo». Preysler admitió estar viviendo «un tiempo muy feliz», negó sentirse sola en casa («Tengo a Tamara, mi madre, una prima...») y contó que viajará a Nueva York para reunirse con Vargas «cuando termine mis compromisos». Alguien le dijo: «Tú, digan lo que digan p'alante, Isabel. Siempre p'alante». Y ella replicó riendo: «Bueno, ya más p'alante tampoco ¿eh?».
Actuaron de teloneros Mar Flores, el actor Peter Vives, el presentador Oriol Nolis (con su marido), la simpatiquísima Astrid Klisans, esposa de Carlos Baute, e incluso (con la que está cayendo en CDC), la mujer de Artur Mas, Helena Rakosnik. También el popular exalcalde de Badalona, Xavier García Albiol. «¿Diamantes blancos o de color?», le preguntó esta periodista... «Me da igual mientras la joya sea fina», replicó él.
La nueva joyería de Barcelona es una caja de sorpresas. Posee una barra de bar, un templete y un patio ajardinado con un rincón gastronómico regido por Sergi Arola y ubicado en lo que fue el taller del pintor modernista Ramón Casas. Un fresco del reconocido artista emergió bajo una capa de pintura blanca durante la restauración del palacete como una joya enterrada. El deseo de Esteban Rabat (padre del motorista Tito Rabat, presente en la fiesta) es que la gente se acerque a admirar el interior del edificio «aunque no compre». Con Preysler pasa lo mismo. La gente se acerca a contemplar su imponente arquitectura y la asombrosa obra de restauración que la adorna, al margen de lo que diga.
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