Borrar
Salida procesional del Santísimo Cristo del Amor en 1926. Archivo Agrupación de Cofradías
Manuel Otaola Soto-Cañavate, el desconocido hermano mayor del Amor

Manuel Otaola Soto-Cañavate, el desconocido hermano mayor del Amor

Fue un hombre de la plena confianza de Antonio Baena en la Agrupación de Cofradías, formando parte del Comité Ejecutivo en el que desempeñó el cargo de contador durante los años 1925 a 1928

ANDRÉS CAMINO ROMERO

Málaga

Miércoles, 1 de diciembre 2021, 23:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En los años veinte de la pasada centuria se vivió un renacimiento del procesionismo malagueño. Para ello, fue fundamental la creación de la Agrupación de Cofradías el 21 de enero de 1921. Desde esa fecha, y contagiados por la iniciativa de unir a las hermandades para ser más fuerte ante elementos externos, se produjeron resurgimientos de antiguas cofradías que se encontraban aletargadas y otras se crearon de nuevo cuño, como la del Santísimo Cristo del Amor.

Hay que remontarse al año 1923 para situar los orígenes de esta cofradía. Un grupo de devotos, asesorados espiritualmente por el entonces capellán de la iglesia de la Victoria, Juan Rodríguez Gutiérrez, se reunió para venerar a las imágenes de un Crucificado y una Dolorosa que recibían culto en el convento de las Agustinas Descalzas —hoy día desaparecido—, situado en el Compás de la Victoria, a muy poca distancia de la iglesia de la Victoria.

Con respecto a los sagrados titulares la revista La Saeta, editada el 10 de abril de 1927 y dirigida por el periodista y publicista Francisco Morales López, indicaba que: «Las hermosas efigies que posee esta Hermandad y cuyos autores se ignoran, fueron enviadas desde Canarias como donación particular, al Convento de las madres Agustinas de Málaga a raíz de su fundación en la ciudad. Representan dichas efigies al Redentor en la Cruz y a su Santísima Madre a los pies, grupo escultórico de gran belleza en su conjunto y en sus detalles».

Curiosamente, cinco días más tarde, el 15 (Jueves Santo), aparecía idéntico texto reproducido en La Unión Mercantil, por lo que ha de concluirse que la información fuese redactada por el mismísimo Morales López, quien prestaba sus servicios profesionales en este periódico.

No se sabe hasta qué punto puede ser cierta o no la noticia facilitada por este medio escrito de la época. No obstante, son las primeras fuentes escritas, que se conozca, que realizan semejante aportación.

La fecha exacta de la constitución de la Cofradía del Amor se desconoce pero no la de la aprobación de sus estatutos, el 30 de mayo de 1923, siendo obispo de la Diócesis Manuel González García. Por tanto, dentro de un año y medio se cumplirá el primer centenario.

En el grupo de fundadores de la nueva corporación nazarena victoriana -recuérdese que, por ese tiempo, ya existían en el barrio las de los Pasos en el Monte Calvario (1706), de la Patrona (1875) y del Santo Sepulcro (1893-1894)- se encontraba un desconocido procesionista, Manuel Otaola Soto-Cañavete, quien, a la sazón, se convertiría en el primer hermano mayor, teniendo como principal objetivo asentarla en el efervescente panorama procesional malagueño.

Datos biográficos

Manuel nació en Málaga, el 8 de marzo de 1883. Fue uno de los dos hijos —el otro se llamaría Enrique— del matrimonio formado por Simón José Otaola Garrastachu e Isolina Soto-Cañavate Ramírez. El padre, nacido en Gordejuela (Vizcaya) el 28 de octubre de 1841 y bautizado en la parroquia de San Juan del Molinar; y la madre, en Málaga, el 2 de febrero de 1859 y en la parroquia de San Juan.

Manuel Otaola Soto-Cañavate.
Manuel Otaola Soto-Cañavate. Archivo Cofradía del Amor

Cabe plantear la hipótesis de que los progenitores de Simón José, Juan José Otaola Galindez y Manuela María Garrastachu Abasolo, dejasen su casa de Gordejuela para establecerse en Málaga, con la finalidad de buscar unas mejores condiciones de vida. No puede descartarse, pues, que se dedicasen al comercio, ya que antes y después de ellos, otros vizcaínos fijaron su residencia en nuestra ciudad y se convirtieron en prósperos comerciantes. Véase el caso más notorio de los Peña-Munsuri.

Manuel Otaola Soto-Cañavate contrajo matrimonio con Carmen García Pacheco el 2 de septiembre de 1906, en la parroquia de San Juan. Trajeron al mundo tres hijos: Rosario, que casó con Francisco de la Plaza Pacheco; Manuel, con Herminia Villalba Ruiz; y José, con María Victoria Carrera París.

La esposa de Otaola falleció el 30 de abril de 1947, en su domicilio de calle Carretería n.º 47, y, al día siguiente, fue enterrada en el cementerio de San Miguel.

Doce años más tarde, el 2 de marzo de 1959, murió el personaje que centra la atención en este artículo. En la necrológica publicada en el Diario SUR se decía: «El señor Otaola, por su honradez y hombría de bien, se granjeó la simpatía y confianza de todos. El pasado año se jubiló como apoderado de la Casa Álvarez Fonseca, donde quedó constancia de su laboriosidad. Fue socio fundador de la Sociedad Excursionista y también de la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor. Durante varios años actuó como directivo de la Agrupación de Cofradías». Sus restos fueron sepultados en el citado camposanto, asistiendo al sepelio numerosísimo público.

La cofradía

Como se dijo líneas atrás, Manuel Otaola era elegido hermano mayor en 1923, teniendo ante sí grandes e importantes retos. Una vez alcanzado el primer logro, el de constituirse legalmente con la aprobación de los estatutos por parte de las autoridades eclesiásticas y quedar inscrita en el Registro de Asociaciones Religiosas, el segundo consistió en solicitar el ingreso en la Agrupación de Cofradías.

Parece ser, aunque no consta en las actas de la referida entidad, que la naciente Cofradía del Amor fue invitada a salir en procesión en la jornada del Viernes Santo de 1924. En cambio, lo que sí está registrado en la junta general del 8 de abril de ese año es el acuerdo de invitarla a la procesión del Resucitado y al hermano mayor el envío de «una tarjeta de invitación para la tribuna».

Por otro lado, la revista La Saeta detallaba en su edición de 1924 el itinerario a recorrer: Alfonso XII, plaza de la Victoria, Victoria, plaza de la Merced (derecha), Álamos, Torrijos, Puerta Nueva, Compañía, Salvago, Especerías, Nueva, Puerta del Mar, Mártires (Martínez), Marqués de Larios, plaza de la Constitución, Granada, plaza de la Merced (derecha), Victoria, Alfonso XII a su templo. Sin embargo, no facilitaba ningún historial de la cofradía.

Calle Compás de la Victoria, al fondo la iglesia de la Victoria y el convento de las Agustinas Descalzas. Hacia 1970.
Calle Compás de la Victoria, al fondo la iglesia de la Victoria y el convento de las Agustinas Descalzas. Hacia 1970. Archivo Municipal de Málaga

La Unión Mercantil del 17 de abril de ese mismo año informaba a sus lectores que la Cofradía del Amor realizaría su primera salida y que: «en poco menos de seis meses ha conseguido organizarse y adquirir en propiedad y de nueva construcción, todos sus efectos procesionales, algunos de tanto valor y mérito artístico como el magnífico estandarte de las sagradas (sic) titulares».

Dos días después, el mismo periódico destacaba que esta nueva hermandad había aumentado «el número de las que desfilan durante la Semana Santa». Felicitaba, asimismo, a la junta de gobierno «y muy especialmente al celoso sacerdote capellán de la Iglesia de la Victoria don Juan Rodríguez que, a decir verdad y debido a su fervoroso entusiasmo hemos podido presenciar tan vistosa procesión».

Pasada la Semana Santa, en la junta general celebrada por la Agrupación el 30 de junio se aprobaba el ingreso. El presidente Antonio Baena dirigió un «cariñoso saludo» al que respondió con palabras de gratitud el hermano mayor Manuel Otaola, quien, a su vez, manifestó el agradecimiento a Alberto Torres de Navarra por las gestiones llevadas a cabo «para la celebración de un festival a beneficio de dicha Cofradía».

Como era de esperar, los inicios fueron difíciles al tener que hacerse los hermanos del Amor con un patrimonio (trono, túnicas, enseres, etc.), del que carecían, para poder procesionar a su titular por las calles lo más dignamente posible. Así, la prensa local informaba el 9 de abril de 1925 que: «Esta Cofradía, que apareció por vez primera el pasado año, no ha podido realizar importantes reformas en proyecto. No obstante ello, ha sido reformado el trono, acoplándose varios detalles artísticos. Se ha aumentado hasta 24 el número de los cargos, que lucirán cíngulos de oro. Es de nueva construcción la bandera de seda, negra y morada».

Para 1926 el desfile resultó, a decir por La Unión Mercantil, «muy brillante y vistoso de sus elementos, que eran objeto de numerosos elogios, por parte del público». Manuel Otaola actuó de mayordomo de trono, junto a Joaquín La Blanca, quien posteriormente se convertiría en tesorero de la Hermandad de la Santa Caridad y hermano mayor de la perchelera Hermandad de Nuestra Señora del Carmen.

Los años transcurrían y la labor llevada cabo por Manuel Otaola y sus compañeros de junta de gobierno daba buenos frutos. La prensa local respaldaba, de alguna manera, la gestión de este modo: «Aunque esta Hermandad cuenta con pocos años de formación, no cesan los cofrades de tener su atención pendiente de todas las mejoras y reformas que le son necesarias y que en la medida de sus fuerzas van poco a poco introduciendo, notándose año tras año, el trabajo constante y la actividad desplegada en el seno de la Hermandad, trabajo y celo que han dado por resultado mejoras de consideración. Todo ello habla muy alto del buen espíritu que les anima y de la atención que dedican a todo lo que se refiere al mejoramiento de la Hermandad». Igualmente se ponía en valor «el interés y celo de sus entusiastas organizadores» que, desde 1924, habían aumentado sus efectos procesionales debido a sus incesantes trabajos.

En la Semana Santa de 1927 se estrenarían: equipos para los cargos que llevaran túnicas de terciopelo y escudos bordados en oro en las capas, ocho bocinas de plata con paños de terciopelo con el escudo bordado y la cabeza de la procesión se aumentaría con siete mayordomos que lucirían bastones e irían vestidos con túnicas de terciopelo y capas de lana blanca. Se presentaba, asimismo, la reforma del alumbrado, habiéndose aumentado el número «de ciento treinta», así como el de nazarenos, que pasaban de 100 a 160.

Tras su salida procesional La Unión Mercantil reconoció las reformas y la suntuosidad del desfile. En la presidencia figuró el superior del colegio de San Agustín, el P. Ambrosio García Hidalgo, orden religiosa con la que se mantiene hoy día vinculada.

En la procesión del Viernes Santo de 1928, la de su despedida como hermano mayor, ejercería de mayordomo de trono. Le sucedió en el cargo José Ortiz Lanza (1928-1929).

El balance de sus cuatro años al frente de la Cofradía del Amor fue altamente positivo, habiendo dotado a una recién constituida corporación con los suficientes elementos procesionales para dignificar y llamar la atención en sus desfiles.

Agrupación de Cofradías

También hay que reconocer el notable trabajo desarrollado por Manuel Otaola en la institución agrupacional. Fue un hombre de la plena confianza de Antonio Baena, formando parte del Comité Ejecutivo en el que desempeñó el cargo de contador durante los ejercicios 1925-1926, 1926-1927 y 1927-1928.

En las actas de la Agrupación se trasluce la extraordinaria sintonía que mantuvo con el tesorero, Manuel Nogueira Jiménez, al presentarse de forma impecable las cuentas de la entidad.

En la junta general del 6 de febrero de 1929 se comunicaba el cese de Otaola Soto-Cañavate como hermano mayor y, además, se quedaba sin delegación en el seno agrupacional. Por ello, se acordó, y a propuesta de la presidencia, que se integrara en la Comisión del Resucitado, si bien se mantuviera al frente de la contaduría, por desempeñarlo «tan a satisfacción», hasta la finalización del periodo. Sin embargo, concluido éste y en la sesión del 10 de mayo, Baena lo confirmaría como contador en el Comité Ejecutivo.

El 31 de mayo de 1930 volvió a ser ratificado en el cargo. Además formó parte de la Comisión del Santísimo Cristo Resucitado como ha quedado dicho, presidida por el tesorero Manuel Nogueira Jiménez hasta su fallecimiento, producido el 23 de diciembre de 1931.

En la reunión del 14 de agosto de ese año, se renovaba el Comité Ejecutivo para el ejercicio 1931-1932 y Manuel Otaola pasaba a tesorero, tras el óbito de Nogueira, y Manuel Atencia Molina ocuparía el puesto de contador.

El 15 de junio de 1932, Otaola volvía a ser nuevamente contador y Manuel Atencia se convertía en tesorero, cargo que ocupó con propiedad, según se extrae de las actas.

El 29 de mayo de 1933 sería, por última vez, ratificado como contador en el Comité que presidía accidentalmente Enrique Navarro, al haberse apartado Antonio Baena temporalmente de la Agrupación tras la denominada 'quema de conventos' de 1931.

Manuel Otaola Soto-Cañavate intervino en la junta general del 7 de abril de 1934 para dar las gracias «a la Asamblea por el interés mostrado durante la enfermedad de su señora».

Para el curso 1934-1935, Otaola no constaba ya en el Comité Ejecutivo y el cargo de contador pasaría a ocuparlo el hermano mayor de Zamarrilla, Trinidad Egea Molina. Empero, para el ejercicio 1935-1936 reaparecía el procesionista que se trata en estas líneas, ejerciendo de secretario de la Comisión Investigadora de Gastos Procesionales, presidida por el veterano procesionista Torres de Navarra.

El último servicio prestado en la Agrupación fue el de vocal en la Comisión del Santísimo Cristo Resucitado, presidida por Alfonso de Ahumada.

La valía y competencia de Otaola Soto-Cañavate hizo que tanto Antonio Baena como Enrique Navarro confiaran en él y lo mantuvieran en el Comité Ejecutivo pese a no ejercer el cargo de hermano mayor como se ha podido comprobar.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios