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Momento de la salida del Santísimo desde la Catedral.

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Momento de la salida del Santísimo desde la Catedral. Ñito Salas

El Corpus de Málaga muestra signos de recuperación

La procesión, que el obispo ha confiado este año al deán de la Catedral para su organización, ha ofrecido pequeñas mejoras y el acierto rotundo de la Virgen de los Reyes en el cortejo

Domingo, 22 de junio 2025, 22:43

Málaga ha comenzado a vislumbrar de nuevo la luz de una fiesta que, sobre el papel, es la más importante del calendario litúrgico católico: la del Corpus Christi. Y lo es, porque tiene como misión la adoración pública de la Sagrada Forma con la presencia real de Jesucristo en la eucaristía.

Este domingo, que no jueves, como antaño, la ciudad ha percibido los primeros síntomas de un renacer de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo que, durante años, había perdido el rumbo y, por tanto, su esplendor, que también lo tuvo. O eso dicen quienes han estudiado esta fiesta durante los siglos XVII y XVIII. La centuria decimonónica siguió siendo gloriosa en líneas generales, pese a que se redujo el presupuesto destinado para tal fin y ocurrieron diversos avatares, entre guerras, luchas por el poder entre liberales y absolutistas, la exclaustración del clero regular o la desamortización, que redujeron esta fiesta a niveles mínimos. Y con buena salud transcurrió la procesión del Corpus durante buena parte del XX, sobre todo, durante el periodo de posguerra hasta la década de los 70, en la que casi todo cambió para mal y el desinterés se instaló en los organizadores, la propia Iglesia, y en los malagueños, que definitivamente le dieron la espalda. Caso aparte merece el papel que han ocupado las cofradías, como, prácticamente, el único colectivo que siempre ha estado ahí, al menos en presencia, al contrario de otros movimientos católicos que brillan, y brillaron, por su ausencia o acuden en un número reducido de sus miembros. Incluso, en las malas, las hermandades han estado, cuando ha habido etapas, muchas y recientes, en las que la procesión se ha celebrado por puro trámite y, en consecuencia, esa desidia ha ocasionado la pérdida del interés por montar altares.

Era obvio que la solemnidad del Corpus Christi no podía continuar por estos derroteros y, aunque la procesión de este domingo ha tenido mucho de las anteriores, lo cierto es que se han percibido signos que, ciertamente, invitan al optimismo.

Componentes del cortejo del Corpus Christi. Ñito Salas

Precisamente, el número de altares ha sido el primer indicador de que algo ha empezado a cambiar para bien, con el deseo de que no sea flor de un día. Así, de seis que se levantaron en 2023 y 2024 se pasaron a diez, los instalados por la Agrupación de Cofradías de Semana Santa y la Agrupación de Gloria, que presidían las vírgenes del Sagrario –curiosa elección, cuando menos, al tratarse de la titular de un grupo parroquial– y Fátima, respectivamente, así como por las hermandades del Descendimiento, Cena y Dolores del Puerto de la Torre, los grupos parroquiales de Llaga y Buena Fe, Carmen de Pedregalejo, Nuestra Señora de las Mercedes de El Tarajal y del Sol de San Lázaro, y por la Tertulia Cofrade El Monaguillo del incansable Juanma Sánchez Quiñones, que felizmente regresó a esta cita, después de algunos años de ausencia como consecuencia de una norma dictada por el Obispado que impedía la participación de este tipo de asociaciones, aun cuando esta, por ejemplo, lo venía haciendo desde un cuarto de siglo, que no es poco.

Eso sí, no estaría de más que algunos altares, como los de las agrupaciones de cofradías de pasión y gloria, por poner dos ejemplos y por lo que representan, mostraran un montaje más ambicioso, no en extensión, sino en estética, y que las hermandades sacramentales volvieran a sumarse realzando la fiesta con sus altares, como ya lo hacen el Descendimiento, que llevó una imagen de San Agustín como guiño al Papa León XIV, Dolores del Puerto, con la Virgen de la Esperanza de su parroquia y, por supuesto, la Cena, que no alardea de ese carácter sacramental, porque no lo lleva en su título, pero actúa como si lo fuera, atendiendo a la iconografía que representa su titular cristífero.

El recorrido de la procesión fue el mismo del año anterior, pero a la inversa, lo que permitió un final en la plaza del Obispo, con la retirada del Santísimo Sacramento. Pero la principal y más destacada novedad fue la presencia de la catedralicia y antiquísima Virgen de los Reyes, que figuró en el trono de traslado de la Hermandad de los Estudiantes, al que se le colocaron unos faroles dorados con fanales en su interior, de Viñeros. La efigie iba alzada sobre su peana de madera dorada rodeada de ángeles, luciendo un manto verde bordado de la Patrona de Álora, la Virgen de las Flores, y llevada a hombros por miembros, en su mayoría, de la Asociación Daffari Hombres de Trono, vestidos con traje oscuro. Fue, sin duda, una decisión valiente y una apuesta personal del sacerdote y cofrade José Manuel Ferrary, que, visto lo visto, resultó todo un acierto, aunque ralentizó la marcha de la comitiva. Quizá, este debe ser el camino y con esta fórmula, al 'modo cofrade', sueñan muchos malagueños, que, a futuro, verían con buenos ojos la participación de los Patronos de Málaga, San Ciriaco y Santa Paula –la congregación ya ha recibido la invitación del deán–, y del Santo Cristo de la Salud, patrono y protector de la ciudad y su Ayuntamiento, cuya iconografía es eminentemente eucarística. En definitiva, tres esculturas también con historia, del periodo barroco, que, al margen de lo que representan, ofrecerían riqueza visual a la procesión de las procesiones a mayor gloria de Jesús Sacramentado.

A diferencia de otros años, la misa de Corpus, en la Catedral, no se celebró como momento previo a la procesión, sino que se convocó por la mañana. La ceremonia estuvo presidida por el obispo de la diócesis, Jesús Catalá, y concelebrada por el vicario general, Antonio Coronado, el deán, José Manuel Ferrary, y el cabildo catedralicio. Y mientras avanzaba la ceremonia religiosa, las vírgenes del Sol, Sagrario, Fátima y Mercedes se aproximaban al Centro en procesión de traslado en dirección a sus altares.

Inicio de la procesión

Ya por la tarde, todavía muy calurosa, como la mañana del que fue el primer domingo de verano, la procesión se inició a las 19.35 horas con el entorno del Patio de los Naranjos bastante concurrido. Las campanas de la Catedral repicaban con una cadencia especial, como si también ellas quisieran anunciar la resurrección de una procesión que, aunque nunca dejó de celebrarse, incluso, durante los años pandémicos de 2020 y 2021, de forma claustral ambas citas, lo cierto es que había languidecido de manera alarmante. Grandes colgaduras rojas, con el escudo del Cabildo en su centro, adornaban la fachada de la basílica de la Encarnación.

La comitiva la abría la cruz alzada, flanqueada por dos ciriales, y, como siempre, la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos anunciaba la llegada del séquito. A continuación, marchaban los niños y niñas que han recibido este año su Primera Comunión, los grupos parroquiales y hermandades de gloria y pasión, tanto no agrupadas como agrupadas, cuatro miembros por cada corporación portando bastones y sin guiones –otra novedad, en este caso, con división de opiniones– las dos agrupaciones de cofradías de la ciudad, la letífica y de pasión, y la Virgen de los Reyes, del siglo XV, posteriormente barroquizada y muy devota en centurias pasadas, que, tras recorrer la vía sacra de la Catedral en absoluto silencio, hizo su aparición en la calle a las 19.47 horas. La banda de música Municipal, que se situó detrás del trono después de la salida, tocó el 'Himno Pontificio' en el Patio de los Naranjos, a lo que el público respondió con aplausos. El hermano mayor de la Cofradía del Rocío, Javier Martín, hacía las veces de mayordomo de trono, auxiliado por los capataces Juan Antonio García Torres y José Antonio Luque, anterior y actual presidente de Daffari.

La Virgen de los Reyes fue objeto de todas las miradas durante la procesión del Corpus. Ñito Salas

Mientras avanzaba esta pequeña imagen mariana, que se cree donada a la Catedral por los Reyes Católicos, la comitiva seguía saliendo por la puerta de las Cadenas. Ahora figuraban las hermandades sacramentales de gloria y pasión, tres miembros con bastones y diez con cirios, la Congregación de los Santos Patronos, la Real Hermandad de Santa María de la Victoria, diversas comunidades religiosas de vida apostólica, la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, la Adoración Nocturna, de mujeres y hombres, el Seminario Diocesano y el coro de la Catedral, dirigido por Antonio del Pino, que entonó cánticos eucarísticos, si bien se echó en falta la dupla con la banda Municipal, que puso música a las voces con arreglos de Gabriel Robles, de las pocas cosas que funcionó el pasado año, y, sin embargo, no ha tenido continuidad este domingo.

Cerraban el séquito, que este año no contó con los niños Seises, el pabellón basilical, el Cabildo Catedral, con el deán, José Manuel Ferrary, al frente, y la carroza, con el templete de Félix Granda y la custodia de Seco Velasco donde se alojaba el viril, flanqueada por seis hachetas, tras la que se situó a la salida el obispo, Jesús Catalá, acompañado del canónigo Alejandro Pérez Verdugo, responsable de liturgia de la diócesis, además del palio de respeto, iluminado por cuatro ciriales.

La carroza eucarística, llevada a ruedas, era empujada por dentro por un grupo de cofrades de la Pasión y Dolores de San Juan, corporación encargada un año más de la coordinación de su montaje, y al mando de esta, el cofrade salesiano José Manuel Molina y el todavía hermano mayor de los Dolores, Alejandro Cerezo, quien, circunstancialmente, tomó el testigo de Rafael de las Peñas, que se encontraba convaleciente. El conjunto combinaba flores blancas, entre rosas, peonías, mini calas, lisianthum, astilbe y majus, y con el verde de las hojas de aralia y helechos, además de espigas y racimos de uvas.

Debido a que las andas del Corpus siguen inconclusas, otra cuestión a mejorar en los sucesivo, estas fueron enriquecidas por varios elementos artísticos prestados y de diferentes estilos, cara a mejorar su aspecto. Así, la Archicofradía de los Dolores de San Juan cedió cuatro ánforas que rodeaban el templete. También se añadieron cuatro candeleros de la Archicofradía de la Expiración para los ángulos de la carroza con cirios que mostraban un lazo blanco y espigas, seis pequeños arbotantes de la Hermandad del Santo Traslado, y en el frontal, los patronos de la ciudad, en plata, prestados por la Pasión, la Virgen de los Reyes de las Penas y el Santo Cristo de la Salud, escultura aportada por la Hermandad de los Estudiantes, mientras que la Patrona de la diócesis, Santa María de la Victoria, figuraba en una cartela del lateral de la carroza.

Petaladas

El Santísimo, en la custodia, anduvo por la vía sacra de la Catedral con el sonido de uno de los órganos de la basílica y nada más salir, a las 20.08 horas, recibió una petalada en el Patio de los Naranjos, mientras sonaba el Himno Nacional, interpretado por la agrupación musical San Lorenzo Mártir, que, seguidamente, atacó con la marcha 'Triunfal', de José Melchor y Emilio Cebrián, que fue también cantada por los fieles. Y con el 'Cantemos al amor de los amores', interpretado por el coro, con guitarra, de la parroquia de San Miguel de Miramar, ganó la carroza la calle Císter. El Señor Sacramentado ya veía la luz de la tarde, y pocos metros más adelante, los hermanos de la Cofradía del Rocío le ofrecieron una segunda lluvia de pétalos y aleluyas al paso por la calle Santa María, que había sido alfombrada, unos metros, con romero.

El Santísimo recibió una petalada durante la salida. Ñito Salas

Tras callejear por Sánchez Pastor y Granada, adornada, por cierto, por los miembros de la Hermandad de la Virgen de Fátima, la custodia con el Santísimo Sacramento se detuvo, primero, en el altar levantado por la Agrupación de Gloria, frente a la plaza Spínola, y poco después, en el aparato efímero levantado por la Agrupación de Cofradías de Semana Santa. En ambos enclaves, así como en el resto de altares, cantó el coro de la iglesia de San Miguel de Miramar, y se rezaron unas oraciones, leídas por representantes de la curia, seminaristas y con la intervención final de José Manuel Ferrary. Estas paradas también estaban afectando a la marcha de la comitiva, más lenta de los deseado. La custodia se dispuso frente al montaje de la Agrupación, en la plaza de la Constitución, a las 21.15 horas, con integrantes del Grupo Parroquial de Verdad y Sagrario a un lado, y de la Agrupación, a otro.

La custodia ante el altar de la Agrupación de Cofradías. Ñito Salas

La procesión siguió su curso Larios abajo para girar hacia la calle Sancha de Lara, donde, a las 21.50 horas, se incorporó la agrupación musical San Lorenzo Mártires detrás de la carroza eucarística –esta formación realizó también un pasacalles antes de la hora de comienzo de la procesión–, y en Molina Lario, antes de alcanzar la plaza del Obispo, se situaban los altares de la Virgen de las Mercedes, en la fachada lateral del hotel AC Málaga Palacio, imagen que presentó varios estrenos en su 20.º aniversario, como la ráfaga de ocho realizada por los talleres de Paula Orfebres, y el de la Virgen del Sol de la parroquia de San Lázaro, en la torre mocha de la Catedral, que por primera vez presidió su altar de Corpus.

La Virgen de los Reyes entró en Molina Lario a las 21.55 horas, mientras que la carroza del Corpus seguía por Sancha de Lara, ya con poco público en las aceras, pero el que quedaba, sabía lo que estaba viendo y no pocos se arrodillaban ante el Señor.

Finalizada la procesión, con la imagen mariana, ya de noche, a las 22.20 horas, encerrada en la Catedral y después de que se procediera a la retirada del Santísimo en la misma plaza del Obispo, ya sin la presencia del prelado y portado por el deán, que lo cubrió con el paño humeral y bajo palio de respeto, comenzaron los traslados procesionales de vuelta de varias imágenes a sus respectivas sedes canónicas o lugares desde donde partieron por la mañana, o en horario vespertino, como lo hizo la Hermandad de la Cena, que llegó a la calle Larios media hora antes de iniciarse de la procesión del Corpus. Fueron los casos de las vírgenes de Fátima y de las Mercedes, que regresaron a la parroquia de la primera con las bandas Trinidad Sinfónica y Zamarrilla, respectivamente, la Dolorosa del Sagrario hasta San Julián con la banda de música Cruz del Humilladero y recorriendo el entorno de Pozos Dulces, el Señor de la Cena, el que nunca falla en esta solemnidad, con las cornetas y tambores de la Esperanza hasta Santo Domingo, y la Virgen del Sol, con un quinteto de metales de la banda de música Santa Cecilia y el coro gregoriano Graduale, camino del barrio de la Victoria por la zona de Lagunillas.

El primer paso, pues, hacia la recuperación del Corpus ya se ha dado. Los pequeños cambios y el rotundo acierto de la presencia de la Virgen de los Reyes en el cortejo fueron toda una declaración de intenciones. Porque la procesión de la Sagrada Forma este año podría suponer un punto de inflexión para que la solemnidad más importante de la Iglesia vuelva a brillar más que el sol, como dice el refrán; eso sí, aunque sea en domingo y después de seguir insistiendo en esta idea de mejorar.

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