La obra y el alma de Ortega Bru
La Archicofradía de la Pasión expone en el Palacio Episcopal las creaciones claves de este artista total en el centenario de su nacimiento
RAFAEL RODRÍGUEZ PUENTE
Jueves, 8 de diciembre 2016, 00:45
Así reza la inscripción que aparece grabada en el Nazareno de la Pasión: «A Málaga, tierra de mis abuelos». Lógicamente, esta leyenda se debe al autor de la portentosa imagen, el sanroqueño Luis Ortega Bru, a quien la Archicofradía de la Pasión ha querido homenajear, en el centenario de su nacimiento, con una interesante exposición del artista que acoge ArsMálaga-Palacio Episcopal desde el pasado viernes y que se prolongará hasta el 28 de enero.
'Ortega Bru: vanguardia, mística, rebeldía, sueños' no es una muestra cualquiera. Es, sin duda, la gran exposición monográfica del escultor y pintor, única de cuantas se han venido celebrando hasta la fecha por esta efeméride, por cuanto el Palacio Episcopal reúne por primera vez una selección de las creaciones claves del genial artista, conocido fundamentalmente por sus aportaciones al campo de la estatuaria procesional, no en vano es considerado como uno de los más sobresalientes escultores del siglo XX y con efigies de contrastada calidad como pueden ser el Cristo del Descendimiento y el propio Señor de la Pasión, ambos de Málaga.
Unas 80 obras, entre pinturas, dibujos y esculturas que atienden a diversas iconografías y en sus diferentes soportes y tipologías -madera tallada en su color y policromada, barro cocido, figuras de cuerpo entero, de vestir, medio busto, relieves y bocetos-, completan el discurso biográfico y estético, cuyo itinerario comienza en una primera sala que ofrece un acercamiento poliédrico a Luis Ortega Bru, evocando los lugares por donde discurrió su vida. Esto es, San Roque, La Línea de la Concepción, Campo de Gibraltar, Madrid, Sevilla y Málaga. En 'El hombre, el artista, el esteta, el místico' se aborda sus aficiones y recuerdos familiares, con temática religiosa y profana, y con distintas opciones técnicas. En definitiva, «un recorrido por las constantes de su vida, sus gustos y sus pasiones, los escenarios que el propio artista recorrió junto a su familia», afirmó Javier González, coordinador del equipo científico-técnico y archicofrade de la corporación organizadora. Los vaciados en yeso engomado de las puertas de la prelatura del Opus Dei en Roma, la obra 'El éxodo de Málaga' -vaciado en escayola-, un boceto de arcángel para el paso procesional del Señor de las Penas de la Hermandad de la Estrella de Sevilla o el del profeta Ezequiel para el retablo de la ermita de la Virgen del Rocío, sin olvidar su autorretrato onírico, en aguada y tinta negra, son algunas de las creaciones exhibidas en este apartado.
Novedoso
La sección segunda, que lleva por título 'Poética de lo moderno y lo imposible', muestra la aportación más novedosa de esta exposición, dado que se observa la sintonía que tuvo Ortega Bru con las experimentaciones de vanguardia, pese a las dificultades del momento histórico que vivió, con su incursión en el cubismo, postcubismo, surrealismo, futurismo o expresionismo, entre otras doctrinas, y con obras relacionadas con el paisaje natural, deporte e industria. Y es que el vanguardismo en este artista «puede verse tanto en su obra profesional como en su obra privada», recalcó González.
Aunque en este emplazamiento predomina la pintura, no hay que pasar por alto el grupo escultórico de 'Las Tres Gracias' o 'Adán y Eva', en barro cocido.
Siguiendo el recorrido que propone la exposición, el visitante se topará con una tercera sala que versa sobre el sentimiento trágico de la vida, espiritualidad y creación, en la que se explica cuáles son las circunstancias personales de Ortega Bru en su adolescencia y juventud, con sensaciones de desarraigo, soledad, opresión, persecución, desolación, tortura..., que el creador sanroqueño vivió en sus propias carnes, debido al cruel asesinato de su padre durante la guerra civil o «por el hecho de haber sido él mismo perseguido, encarcelado en un campo de concentración y condenado a muerte», citó Javier González, al tiempo que reveló que el artista sintió el arte «como catarsis, como revelaciones, como no aceptación de una realidad que le martilleaba fuertemente en su cabeza», si bien, en este sentido, «la fe estará siempre dentro de mí», dijo Ortega Bru. Así pues, en esta sala pueden admirarse desde esculturas modernas como el arcángel San Miguel vencedor de Lucifer o una Inmaculada Concepción, ambas piezas talladas en madera en su color, hasta una serie de bustos en madera que sirvieron de bocetos intermedios para el Señor de la Pasión de Málaga, el San Andrés de la Hermandad de la Cena de Sevilla o Jesús en su Soberano Poder ante Caifás de la Hermandad de San Gonzalo, igualmente de Sevilla. Asimismo, se incluyen unas cabezas en barro cocido de José de Arimatea y Nicodemo para la Cofradía del Descendimiento de Málaga -tras la muerte del maestro las utilizó su hijo Ángel Luis Ortega para llevarlas a la talla- o un pequeño boceto en barro del Cirineo proyectado para el Nazareno de la Pasión, también de Málaga -no llegó a realizarse en su momento-, modelo que sirvió al imaginero Darío Fernández para ejecutar la actual efigie (2009 y 2010).
Por último, la sección cuarta, titulada 'El alma de la madera', hace referencia a la faceta más conocida del artista: la escultura procesional y el arte religioso.
Iconografía
Esta sala acoge diferentes modalidades iconográficas vinculadas al ciclo de la Pasión de Cristo, como el Nazareno, presente en la imagen del Señor de la parroquia de los Mártires, que preside, en solitario, un espacio previo al habitáculo final, a oscuras, en la más absoluta intimidad -la efigie de Bru es el único elemento que recibe luz directa-, así como un Crucificado tallado en madera de cedro en su color y perteneciente a la Hermandad de las Angustias de Jerez de la Frontera y un Cristo Yacente policromado que pertenece a la primera época del artista, propiedad de la Hermandad de la Vera Cruz de la localidad sevillana de La Puebla de los Infantes. Igualmente, se incluyen otros personajes secundarios, como un San Juan Evangelista de la Hermandad de la Vera Cruz y Oración de Huelva, el ángel confortador del Huerto de El Puerto de Santa María o el Judas Iscariote de la Cena de Sevilla. Y ante ellos, destaca la figura de la antigua Dolorosa de las Penas de la Hermandad de Santa Marta de Sevilla o incluso una bellísima cabeza que alude a la Inmaculada Concepción, en madera tallada en su color, amén de los dibujos previos del grupo del Descendimiento y del Señor de la Pasión, ambos de Málaga.
En palabras de una de las hijas de Ortega Bru, Débora Ortega León, la exposición «es el principio de un fin: la difusión de la vida y obra de mi padre, que era una persona de profunda fe, amigo de sus amigos, un trabajador incansable, muy despistado y amante de la libertad y la justicia», recordó. «Él siempre tuvo un especial cariño a Málaga, porque era la tierra de sus abuelos», indicó Débora Ortega. Y añadió que su padre esculpía en la pintura, «pues pintaba como elemento de escape». Asimismo, destacó el papel de su madre, «que luchó para que Luis fuese un referente en España», sentenció. Aun así, la descendiente del artista cree que la figura de su progenitor es mayor de lo que hasta ahora se ha reconocido, «por lo que pido justicia con él», clamó.
La muestra, que cuenta con obras cedidas por la propia familia, particulares, el Museo Ortega Bru de San Roque y hermandades de Sevilla, La Puebla de los Infantes, Huelva, Jerez de la Frontera y El Puerto de Santa María, puede visitarse de martes a domingo, de 11.00 a 20.00 horas, con entrada general de cuatro euros y tres para los residentes en la diócesis malagueña.
Además, la archicofradía ha editado un catálogo y pondrá en marcha un ciclo de conferencias «porque yo he existido, existo y existiré», dijo Bru.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.