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Una de las figuras del grupo escultórico de la Sagrada Cena es un autorretrato del escultor Luis Álvarez Duarte
Un autorretrato del escultor en la Sagrada Cena
PASIÓN POR EL DETALLE

Un autorretrato del escultor en la Sagrada Cena

Luis Álvarez Duarte se inmortalizó en una de las figuras del trono cuando se le encargó el grupo escultórico

Alberto J. Palomo Cruz

Miércoles, 1 de abril 2015, 20:59

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LA SAYA DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES EN SU AMPARO Y MISERICORDIA

La Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, titular de la Hermandad de la Santa Cruz, posee una saya de original composición, que responde a un diseño del bordador malagueño Joaquín Salcedo Canca, quien también fue el responsable de su bordado, tarea que realizó en 1999. Como elemento destacado de la prenda este artista concibió una cenefa distribuida en la parte inferior desde donde parten rayos flamígeros muy serpenteantes, identificados por el hombre desde las épocas más remotas con la divinidad o sus atributos. Esta simbología ancestral queda reforzada en la saya con elementos como el sol y la luna, cuya presencia debe considerarse aquí como signo de las postrimerías, tan propio del carácter de las jornadas pasionistas y de la severa impronta de esta hermandad del Jueves Santo.

Esta vestidura recamada en oro fino sobre un soporte de terciopelo negro de Lyon, al igual que las mangas y la cinturilla a juego, tiene un precedente en la personalísima túnica que viste el nazareno de la Archicofradía de la Expiración que tiene el oficio de cargar la cruz guía. Este hábito fue diseñado y confeccionado en los talleres sevillanos de Manuel Elena Caro, y fue un regalo que la archicofradía hizo a su hermano mayor perpetuo Enrique Navarro Torres, quien con su acostumbrada modestia declinó usarla y la destinó para este fin.

EL AUTORRETRATO DEL ESCULTOR ÁLVAREZ DUARTE

Una de las figuras del grupo escultórico de la Sagrada Cena es un autorretrato del escultor Luis Álvarez Duarte a quien la cofradía, tras el incendio sufrido en la capilla de la estación de 28 de diciembre de 1969 que consumió sus imágenes titulares, encomendó la labra de las nuevas efigies. Fue esta una opción arriesgada, ya que para entonces era una jovencísima promesa en el campo de la imaginería, con muy pocas obras en su haber. Labró primero, en apenas dos meses, a María Santísima de la Paz, que ya procesionó el Domingo de Ramos de 1970.

Le siguió un año después el grupo de la Cena que contempla al Señor instaurando la Eucaristía acompañado de los doce apóstoles, que al igual que en misterio anterior de Pío Mollar, se encuentran todos sentados alrededor de la mesa. Los dos discípulos colocados al extremo de la mesa, y, por tanto, enfrentados, son Judas Iscariote y Santiago el Menor. En este último se autorretrató el escultor sin omitir el corte de pelo que se estilaba por entonces y una pequeña cicatriz en la nariz. Es el único retrato que se le conoce en su producción, ya que aunque se ha servido de modelos al natural siempre ha procurados idealizarlos.

EL PALIO DE LA VIRGEN DEL GRAN PODER

El palio de la Virgen del Gran Poder, en origen, fue encargado por la Archicofradía de la Expiración para cobijar a la Virgen de los Dolores, siendo una obra que llevaron a cabo las religiosas Adoratrices estrenándose en la Semana Santa de 1927. Esta imagen lo lució hasta el estreno del nuevo palio que le confeccionara Esperanza Elena Caro en 1953. No sería hasta 1960 cuando la Hermandad de la Misericordia lo adquirió para Nuestra Señora del Gran Poder, introduciendo en el conjunto algunas puntuales modificaciones como el de sustituir el escudo original de la bambalina frontal, que remataba en dos ángeles, por el de Melilla. La vinculación de esta ciudad norteafricana con la Misericordia se remonta a los primeros años de la posguerra cuando se tramitó el traslado desde allí de los restos del aviador Joaquín García-Morato para ser inhumados en la capilla de la Hermandad en la iglesia del Carmen.

Este palio es el más antiguo de entre los que procesionan en la Semana Santa malagueña y el único que está bordado en hilo de plata, lo que le hace conjuntar sin estridencias con el manto de dibujo asimétrico de la Dolorosa perchelera que también cuenta con esta particularidad y que bordaron las monjas Filipenses en 1948.

LA ROSA DE LA VIRGEN DE LA AMARGURA

Para afianzar la leyenda del bandido Zamarrilla y la Virgen de la Amargura, la que fuera camarera mayor de la cofradía y conocida empresaria teatral, Ángeles Rubio Argüelles, tuvo la iniciativa de prenderle perennemente en el tocado una rosa roja. Desde los años treinta la Dolorosa va adornada de esta flor, que tan solo en la jornada del Viernes Santo, cambia por otra de color blanco, que conecta con una segunda parte de la leyenda que cuenta como Zamarrilla, convertido en fraile, fue asaltado y muerto cuando viajaba a Málaga para ofrendarle a la imagen una rosa roja, que en esa coyuntura emblanqueció como signo visible de perdón.

Durante más de 50 años María Victoria Sánchez Gamboa, quien heredó esta tarea de su madre, viene confeccionando la rosa que todos los años se renueva para el lucimiento de la Virgen de la Amargura. Esta señora la hace en terciopelo al que encola y da forma con pericia. La flor desechada, al igual que ocurre con la corona de espinas del Cristo de Mena, es posteriormente concedida a alguna persona designada por la hermandad.

EL FAJÍN DE LA VIRGEN DE LA ESPERANZA

La Virgen de la Esperanza luce cada Jueves Santo el fajín de capitán general del Ejército, cargo que solo puede ostentar el Rey y que le fue concedido por Juan Carlos I, en el transcurso de un acto solemne que presidió su hija mayor, la infanta Elena de Borbón en diciembre de 1993. Es una antigua tradición que los militares ofrenden a las imágenes de su devoción banderas, trofeos o fajines, elementos estos últimos que en el caso de las Dolorosas vienen a enriquecer sus ajuares. Esta prenda, cuyo nombre más apropiado es faja, lo utilizan los altos mandos y son confeccionadas en seda natural a las que se aplican entorchados, flecos y otros adornos en oro que responden al simbolismo castrense. Aunque los hay de otros colores, el que luce la Virgen de la Esperanza es rojo, representándose en este color la sangre que los soldados se comprometen a derramar para defender a España. Cuenta, además, con cuatro nudos, que son los máximos que puede tener una faja.

En Málaga son varias las Dolorosas que los poseen, tales como Zamarrilla, Dolores Coronada, Estrella, Penas, dándose el caso de que Nuestra Señora de la Concepción tiene ofrendados dos, aun cuando en raras ocasiones los ha lucido.

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