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Bob Dylan, durante un concierto. / Archivo
La tormenta perfecta de Bob Dylan
MÚSICA | LANZAMIENTO

La tormenta perfecta de Bob Dylan

El próximo martes se estrena 'Tempest', el nuevo álbum del músico de 71 años

DARIO MANRIQUE

Lunes, 10 de septiembre 2012, 08:54

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Un nuevo disco de Bob Dylan siempre es un acontecimiento. No es un superventas, pero su estatura mítica le coloca en un lugar del Olimpo cultural inaccesible para la gran mayoría de los músicos de la era del rock. ¿Cuál otro podría ser un candidato fijo en los últimos tiempos para el Nobel de Literatura? Ninguno, ni siquiera un Leonard Cohen que sí ha sido galardonado con el Príncipe de Asturias de las Letras (reconocimiento que Dylan obtuvo en 2007, y no recogió, en la categoría de Artes).

Pocas sorpresas se pueden esperar de un álbum de Bob Dylan, pero eso no es negativo cuando se constata lo obvio: Dylan hace lo que le da la real gana y lleva más de una década sin patinazos discográficos, entregando trabajos conservadores pero sólidos. Para 'Tempest' se ha autoproducido usando su seudónimo habitual (Jack Frost) y se ha rodeado de los instrumentistas que le acompañan de gira, con el añadido de David Hidalgo, de Los Lobos. Dentro de una sencilla producción, diseñada para que la voz y las letras que ésta entona tengan lugar preeminente, Tempest está pintado con tonalidades sepias: como si los últimos 50 años de música no hubieran tenido lugar en su universo, Dylan se centra en el folk, el blues y el country de la primera mitad del siglo XX, tirando en ocasiones de referencias muy claras. Así, 'Duquesne Whistle', el primer single, parece -tanto en la letra como en el ritmo- una de las canciones ferroviarias que grababa su admirado Jimmie Rodgers, mientras que la base de 'Early Roman Kings' parece calcada del 'Hoochie Coochie Man' de Muddy Waters.

¿Se le puede acusar de plagio? En absoluto, conociendo al personaje y su historia. Bob Dylan se ve a sí mismo dentro de la tradición de los trovadores errantes que recogían melodías y relatos por el camino para adaptarlas a sus gustos y circunstancias. Ocurre en 'Tempest' con algunas de las historias que se cuentan, como la de la torrencial canción que da título al álbum, 14 minutos en los que retoma el hundimiento del Titanic, tema recurrente en el cancionero folk norteamericano. Pero, Dylan siendo Dylan, lo actualiza a su gusto añadiendo una alusión a Leonardo DiCaprio. «La canción no sería la misma sin él. Ni la película», contó a la revista Rolling Stone, en uno de sus infrecuentes encuentros con la prensa.

En esa minientrevista Dylan revela que su primera intención era que 'Tempest' fuera un disco «de canciones específicamente religiosas». No lo es, pero viendo el resultado final se puede imaginar que el enfoque de ese disco religioso no era el del Dylan evangelizador de su etapa cristiana de 1979 y 1980, sino el de un apocalíptico profeta del Antiguo Testamento. En su álbum número 35, pese a un tierno homenaje a John Lennon ('Roll on John'), abundan las tragedias ('Tempest', 'Tin Angel'), la venganza ('Pay in Blood') o la cruel invectiva amorosa ('Long and Wasted Years'). También, en 'Early Roman Kings', una comparación histórica que se podría aplicar a los tiburones financieros responsables de la sombría situación económica actual: «Como los primeros reyes romanos,/ son buhoneros entrometidos/ Compran y venden/ Destruyeron tu ciudad/ te destruirán a ti también/ Son lascivos y traicioneros».

La legión de dylanitas

Es sólo una interpretación de sus letras, el deporte favorito de toda una legión de dylanitas que, dado el hermetismo de su Dios, ocupan sus días tratando de desentrañar qué ha querido decir con cada una de sus palabras. Por eso el parecido del título con el de la última obra escrita por William Shakespeare causó cierto revuelo: ¿Sería Tempest su último trabajo? Dylan rechazó la idea con un bufido: «La obra de Shakespeare se titulaba 'La tempestad', el disco es 'Tempest' ñTempestadí a secas. Son dos títulos diferentes».

Decíamos hace unos párrafos que pocos sobresaltos se podían esperar de un nuevo álbum de Bob Dylan, y tal vez en lo musical así sea. Pero el de Duluth parece disfrutar descolocando a acólitos y periodistas en aspectos secundarios, sin dar explicaciones. Por ejemplo, el vídeo de 'Duquesne Whistle', en el que recorre las calles de Los Ángeles acompañado de un estrafalario séquito de pandilleros, mientras al protagonista del clip le meten una buena paliza. O la inesperada presencia de dos de los temas del disco en la serie 'Strike Back: Vengeance'. Los productores de cualquier serial de calidad -de 'Breaking Bad' a 'Boardwalk Empire'- hubieran matado por contar con una de sus nuevas canciones, pero él decidió vendérselas a una serie de acción bélica sin el glamour de las nombradas. ¿Por qué? Porque es Bob Dylan.

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