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«Doctor, estoy enganchado a los Angry Birds»
videojuegos para el móvil

«Doctor, estoy enganchado a los Angry Birds»

Los hombres jóvenes y solteros son los más propensos a caer en las redes de los pájaros enojados capaces de activar la dopamina, asociada a sistema de placer del cerebro

NOA LAGO

Sábado, 17 de septiembre 2011, 10:00

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'El síndrome de adicción Angry Birds', así es como empieza a conocerse, no sin cierta sorna, el irrefrenable deseo de lanzar pájaros iracundos contra cerditos indefensos haciendo volar en mil pedazos estructuras de madera y cristal. Si eres un chico joven y soltero debes saber que corres el riesgo de caer en las garras de este video juego cuyos creadores aspiran a los mil millones de descargas. Si sirve de referencia, cada día miles de ociosos de todo el mundo dedican 200 millones de minutos al día a este juego.

La consultora estadounidense AYTM realizó un estudio entre 1.000 personas que jugaron más de 25 veces a este juego y entre una multitud de conclusiones detectó que el 54% de los jugadores sintió adicción a este juego de forma ocasional, aunque un 28% reconoció sufrirla a menudo o siempre. Y todo tiene su explicación. Steven Grant, jefe del departamento de neurología clínica del Instituto de Nacional sobre el Abuso de Drogas en Maryland, considera en un artículo publicado por Michael Chorost en Psychology Today que el video juego Angry Birds es una "obra maestra de la adicción" capaz de estimular la liberación de dopamina del cerebro, la hormona y neurotransmisor asociado comúnmente con el placer por suministrar la sensación de gozo por la realización de determinadas actividades.

Este profesor añade varias características por las que el juego nos sume en una sensación de gozo y excitación: es simple y fácil de jugar, realista, gratificante y divertido con una matiz gamberro. Esta combinación es la que provoca que nuestro cerebro nos diga: más, quiero más. El mecanismo de la dopamina se por en marcha cuando realizamos algo que es seguido de una posible recompensa. Y eso es lo que ocurre en la pantalla de nuestro móvil o nuestra tableta. La recompensa del impacto del pájaro con el cerdo es inmediata, como inmediato es nuestro deseo de ver qué ocurrirá si lanzo otro, y otro, u otro pájaro más.

De hecho, un 12% de los encuestados reconoció que borró la aplicación de su móvil para no caer en la tentación y otro 12% aseguró que se lo estaba pensando. El resto lo tenía claro: iba a seguir jugando. Quedaban muchos cerdos por destrozar.

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