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Obama sigue la operación que acabó con la vida de Bin Laden. / Reuters
Bin Laden no iba armado cuando le abatieron
golpe al terrorismo mundial

Bin Laden no iba armado cuando le abatieron

Una delación permitió detener a Osama bin Laden en su búnker de lujo en Pakistán

LUCÍA PALACIOS

Miércoles, 4 de mayo 2011, 10:34

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Después de un día frenético, se ha ido conociendo poco a poco cómo se desarrolló la operación contra 'Gerónimo' -el nombre en código escogido por los servicios de Inteligencia estadounidenses para designar a Osama bin Laden-. Lo último que ha precisado la Casa Blanca es que el hombre que puso en jaque a Occidente no iba armado cuando fue abatido, lo que no significa que no trató de defenderse ante la irrupción del comando.

Tras horas de análisis de la situación en la que queda Estados Unidos y el resto de países frente a la nueva Al-Qaida, descabezada por la muerte de su líder, el Pentágono se plantea dar la prueba definitiva de la muerte del terrorista más buscado del mundo. Estados Unidos ha decidido finalmente mostrar las imágenes del cadáver de Bin Laden. Lo único que demora la aparición de estas fotos es la selección de la reproducción más adecuada que permita al Gobierno estadounidense dar la prueba determinante del éxito de su misión militar sin llegar a herir la sensibilidad del mundo musulmán.

Barack Obama pretende también evitar el rebrote del 'antiamericanismo' después de que algunos analistas hayan criticado la acción armada en un país extranjero, pese a que esta actuación ha despertado en los norteamericanos de nuevo el orgullo por la actuación de sus soldados -el 72% de los estadounidenses dice sentirse "aliviado" y satisfecho por la muerte de Bin Laden, según un sondeo de 'The Washington Post'.

Washington está midiendo mucho los pasos que da. El logro de una misión que ha durado diez años no puede tirarse por la borda por una torpeza que le cree la animadversión de estados que, de actuar de forma correcta, deberían sumarse a su lista de aliados contra el terrorismo islamista.

Diez años de investigaciones, de seguimientos infructuosos, de fracasos, y de una ardua labor en busca del enemigo público numero uno, que incluyó incluso entrenamientos en una réplica de la casa de Bin Laden, acabaron cuando el presidente de Estados Unidos exclamó: "Lo tenemos". Después de diez años, 40 minutos bastaron para dar caza al terrorista más buscado.

Asalto milimetrado en 40 minutos

La agonizante persecución de Osama Bin Laden siempre acabó con las manos vacías. Así fue durante años hasta que, el pasado mes de julio, agentes paquistaníes a las órdenes de la CIA siguieron a un Suzuki blanco por las calles de Peshawar y apuntaron su matrícula. Uno de los hombres dentro del coche era el principal correo de Bin Laden. La CIA siguió sus pasos. Por fin descubrieron el escondite del terrorista más buscado: una fortaleza rodeada de muros y alambre de espino al final de una larga y sucia carretera a 56 kilómetros de Islamabad, la capital de Pakistán.

Nueve meses después, en una oscura noche sin luna llena para que nada pudiera traicionar una operación bautizada con el nombre de 'Gerónimo' (el alias que la CIA eligió para Osama), la Marina de Estados Unidos entró en acción. A la 1.00 horas 79 agentes de los Navy Seal descendieron de cuatro helicópteros que habían aterrizado en el escondite de Bin Laden. Cada agente tenía muy clara su labor y nada podía fallar si de una vez por todas querían conseguir la cabeza de la presa más codiciada.

Una veintena de soldados de élite de la marina entran en el complejo a través de una tapia de cinco metros de altura con explosivos de mano, potentes rifles de asalto y dispositivos de visión nocturna. Los Seal comienzan a registrar una a una cada habitación de la mansión. Hasta llegar al tercer piso. Allí estaba el objetivo y, al ser conminado a entregarse, se inicia un tiroteo que se salda con cinco muertos. Uno de ellos, un hombre alto con túnica y barba, era él, el más buscado: Osama bin Laden, el terror de Occidente, que "no estaba armado" en el momento del asalto, lo que no significa que no opusiera resistencia, y que muere de una bala en la cabeza, concretamente en el ojo izquierdo. Las otras cuatro víctimas eran una de sus esposas, a la que al parecer usó como escudo ante los disparos, uno de sus múltiples hijos, el correo que sirvió para localizar al líder terrorista y el hermano de éste.

A la 1.40 los soldados, ya con el cuerpo del líder de Al-Qaida, vuelven a subirse a los helicópteros (uno de ellos sufrió un problema técnico y tuvo que quedarse allí; posteriormente, los propios marines lo destruyeron) y abandonan silenciosamente, tal y como habían llegado, la mansión y el país, sin haber dado explicaciones a nadie, ni siquiera al Gobierno paquistaní. Pero, eso sí, con el cadáver de Bin Laden que, tras ser lavado y amortajado de acuerdo a los dictámenes islámicos, es arrojado al mar Arábigo desde el portaaviones 'Carl Vinson' para evitar que su tumba se convirtiera en centro de peregrinación y ante la dificultad de encontrar un tercer país que quisiera aceptar el cuerpo. Y solo eran las 3.10, apenas dos horas después. Todo un récord.

La decisión final

El pistoletazo de salida de esta operación se recibió el viernes por la mañana, cuando el presidente de EE UU firmó antes de emprender viaje a Alabama la autorización para que un pequeño grupo de soldados de la Fuerza de Operaciones Especiales de la Marina (SEALS) intentara capturar a Bin Laden, vivo o muerto, según han explicado diversos altos cargos de la Administración.

Las opinones en la Casa Blanca se dividían entre quienes querían lanzar la operación y quienes pensaban que lo mejor era esperar, seguir monitoreando la casa de Bin Laden hasta asegurarse de que realmente estaba allí u optar por bombardear el lugar, corriendo menos riesgos. Obama encabezó no menos de cinco reuniones con su consejo de seguridad nacional para analizar los datos recabados por los servicios de inteligencia. Las posiciones eran dispares: no era seguro al cien por cien que se tratara del propio Bin Laden, aunque según el consejero de la Casa Blanca para la lucha contra el terrorismo, John Brennan, se trataba de la pista más sólida "desde Tora Bora", cuando hace diez años EE UU tuvo contra las cuerdas al líder terrorista en Afganistán. Algunos de los asesores abogaban por usar aviones espía, para no poner en peligro vidas estadounidenses. Otros preferían enviar a los SEAL, una opción más arriesgada pero con más garantías de éxito. Finalmente, Obama optó por esta última porque no quería una vez más que Bin Laden escapara.

El presidente y sus asesores se reunieron en la Sala de Situación de la Casa Blanca para supervisar la operación tal como ocurría a través de una pantalla de vídeo con sonidos e imágenes en directo. Gran parte del tiempo la pasaron en silencio. "Los minutos pasaban como los días", recuerda Brennan, quien califica este momento como "uno de los ratos de mayor ansiedad en la vida de cualquiera de los que estuvimos allí". Tras 40 minutos de tenso silencio y nervios a flor de piel, la alegría afloró tras las palabras del presidente: "Lo tenemos". El cadáver de Osama bin Laden descansa en el mar y la nación que pasó una década atormentada por su incapacidad para capturar al hombre responsable de cerca de 3.000 muertes se siente hoy un poco más aliviada.

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