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Dalt Vila, Ibiza.
El 'vi pagès' de Ibiza

El 'vi pagès' de Ibiza

En el centro de la isla se encuentran paisajes agrestes en los que se cultivan las vides que dan lugar a su vino más característico

GUÍA REPSOL

Jueves, 31 de julio 2014, 16:52

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Al noreste de Sant Antoni de Portmany, capital oficial del turismo de Ibiza, se encuentra la zona menos frecuentada y conocida de la isla. Aquí las vides sustituyen a los hoteles y en vez de turistas encontramos auténticos payeses que mantienen viva la producción de su vino más característico, el 'vi pagès'. Este dulce caldo ilumina nuestra ruta por paisajes agrestes del centro de la isla pero sin perder de vista el mar.

La ruta

Para comenzar el recorrido, partimos del casco antiguo de Eivissa, en concreto de las calles fortificadas de la Dalt Vila, declarada Patrimonio de la Humanidad. El lienzo amurallado de la ciudad sienta sus orígenes en los tiempos de Felipe II, tiene siete baluartes y un revellín (fortificación triangular frente al cuerpo de la principal).

Tras disfrutar de uno de los conjuntos mejor conservados del Mediterráneo paseamos junto al Mercat Vell y llegamos al portal de les Taules, uno de los cuatro accesos originales a la Dalt Vila. La plaza de la Vila, la calle Mayor, la catedral de Santa María (plaça de la Catedral, s/n; 971 399 232), el Ayuntamiento con su claustro; el Museo Arqueológico (plaça de la Seu, 3; 971 301 231) y el túnel de Soto Fosc, frente al mar, son algunos de los lugares en los que deberemos hacer una parada para conocer el corazón de la cosmopolita y bulliciosa capital ibicenca.

La misma carretera nos conduce hasta la capital del turismo isleño más masivo: Sant Antoni de Portmany. Su bahía, adonde llegan los ferrys desde Dènia, ya fue utilizada por los romanos, que llamaban a la ensenada Portus Magnus. Si permanecemos en la zona hasta tarde, tenemos que dejarnos caer por la cala des Moro, junto a la bahía y con el islote de Sa Conillera de telón de fondo, que ofrece uno de los espectáculos naturales más bellos de las islas Pitiusas: sus multitudinarias puestas de sol . En la cercana Cova de Ses Llagostes nos encontramos el Aquarium Cap Blanc, que funciona también como Centro de Recuperación de Especies Marinas.

Continuamos el itinerario hasta llegar a Santa Agnès de Corona. El Pla de Corona es uno de los parajes perdidos de Ibiza. A mediados de febrero, cuando sus almendros florecen, el panorama no tiene nada que envidiar al de otras afamadas floraciones de la península. Hoy, las almendras se utilizan para preparar la salsa de nadal, un dulce navideño, o se envían rumbo a Alicante para su comercialización.

Aquí tenemos que sacar tiempo para ver la capilla rupestre de Santa Agnès, de origen paleocristiano y una de las joyas históricas de la isla. Por el Camí de la Talaia se llega hasta Sant Mateu dAlbarca. La panorámica de un puñado de casas apiñadas en torno a su iglesia del siglo XVIII es una estampa perfecta del sabor Mediterráneo de la isla. Además, esta localidad es ideal para disfrutar del vi pagès, puesto que aquí se localiza gran parte de la producción vinícola de Ibiza y varias bodegas ofrecen visitas guiadas y tentadoras catas.

Hemos llegado ya a nuestro destino final: Els Amunts. Esta zona, la menos explotada del paraíso ibicenco, permite disfrutar del espectáculo natural del mirador de cala Aubarca, alzado sobre un litoral de acantilados. Si seguimos conduciendo un poco más, llegamos hasta el deslavazado casco urbano de Santa Gertrudis de Fruitera, que las mañanas de los domingos de invierno acoge en los bares y cafés de su calle principal a todos aquellos que quieren degustar el queso de cabra autóctono y probar su vino más auténtico, el vi pagès.

Fuente: Guía Repsol

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