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linda ontiveros
Miércoles, 4 de enero 2017, 19:03
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La bailarina o manoletina es un calzado muy utilizado en las niñas y adolescentes, sobre todo para vestir, por su facilidad para combinar con todo tipo de ropa y su comodidad. Sin embargo, hay que tener cuidado de no convertirla en calzado de uso habitual. «No lleva ningún tipo de sujeción al pie, lo que hace que en ocasiones la niña engarre los dedos para evitar que se le salga. Además las punteras suelen ser muy estrechas y no llegan a abrazar el antepié, lo que puede provocar, según la forma digital del pie de la niña, problemas en las uñas, sobretodo en el dedo gordo, y en el canal tibial por presión con la bailarina», explica Marilar Rosell, vocal del Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV).
Excesivamente blando, sin contención lateral ni medial, su uso podría incluso «provocar cansancio, si la niña presenta un problema de base, laxitud ligamentosa, excesivo valgo en el pie, la falta de contención hace que la marcha se altere y suelen arrastrar los pies», agrega Rosell. «Es un calzado de uso ocasional. Se puede utilizar intentando que cumpla algunos requisitos, como que la suela no sea excesivamente plana, ni fina, con una puntera que deje los dedos cubiertos y que sea alta para albergar el movimiento de los mismos, de materiales transpirables, tipo piel».
La bailarina, por tanto, no cumple con los requisitos de un calzado idóneo para proteger al pie sin deformar la marcha, que facilita la realización normal del paso y que se adapta desde el primer día a las dimensiones del pie del niño. «El uso de calzado incorrecto en la edad infantil puede originar deformidades digitales, alteraciones de las uñas o incluso alteraciones de la marcha y en algunos casos las empeora cuando éstas ya están presentes», recuerda Rosell.
Características del calzado ideal
La experta enumera cuáles son las condiciones para un calzado infantil saludable, que debe ser:
-Elaborado con materiales naturales y flexibles, que ayuden a la transpiración y a la vez permitan libertad de movimiento.
-Ligero.
-Sin costuras internas que puedan provocar roces.
-Con un eje longitudinal de la suela del zapato debe ser lo más recto posible.
-Con elementos de sujeción, como cordones, hebillas o veleros, que impidan el movimiento excesivo del zapato durante la marcha, así como el deslizamiento del pie hacia delante. Igualmente es aconsejable la utilización de una lengüeta suave y almohadillada, para distribuir de modo uniforme la presión sobre el empeine.
-Talón reforzado y acolchado en la caña del zapato para evitar rozaduras y problemas en el tendón de Aquiles.
-Suela flexible y antideslizante.
-Puntera amplia (ancha y alta), para que los dedos no queden encogidos dentro del calzado.
Además, otras recomendaciones para que el calzado no afecte de forma negativa a los pies de los hijos son «evitar pasar calzado de un hermano a otro, usar las deportivas para hacer deporte, preferir calzado con corte recto de las uñas, secar bien los pies, usar chanclas en lugares públicos húmedos, revisar el calzado de forma habitual para asegurarse que no calza corto o que presenta roturas en la suela o dentro del propio calzado», concluye la especialista.
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