Vito Punk Quiles
El sol coagulaba el cielo de Málaga. El calor era una confusión de terral y juventud. Un helicóptero de la Policía hacía las veces de ... telonero. Decenas de policías tomaron el aparcamiento y los accesos a la Facultad de Derecho. No había ni música ni botellón. Cientos de jóvenes universitarios habían acudido a la llamada de Vito Quiles. El punk se nos ha hecho de derechas y la universidad permanece con sus persianas echadas.
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La izquierda del tablero inclinado, acomodada en su superioridad moral y hegemonía cultural, se le ha hecho bola a los jóvenes. La demoscopia lo apunta y la calle lo certifica. No se tragan lo de venderles como nuevas, las conquistas sociales que sus padres y abuelos alcanzaron. Comprueban que sus condiciones de vida son peores que las de las generaciones que les precedieron. El ascensor social está averiado. Cada vez más jóvenes tienen intolerancia a ese feminismo woke sin mujeres que les imponen, al exceso de caspa y corrupción, a la paz de la subvención, a la dictadura de lo identitario o al humor sin gracia. En resumen, a la España que le regalan de «Whiskas, Satisfayer y Lexatin», que describía magistralmente Esperanza Ruiz.
Lo que muchos no esperaban es que surgiesen voces disidentes desde la derecha, preparadas para entablar la batalla cultural con ideas y sentido del humor al margen de los partidos políticos. Mientras que gran parte de la izquierda que gobierna regaña a diario a los jóvenes, crece una derecha contracultural que se ríe de ella y le contesta. No quieren permanecer por mucho más tiempo sentados comiendo de las sobras. Esta nueva derecha punk es la que defiende que no hay una obligación moral de servidumbre a quienes patrimonializan el poder. Los jóvenes no quieren seguir experimentando la lenta cancelación de su futuro. La generación política del 15M ha fracasado en construir un horizonte transformador para ellos y los ha abandonado. No quieren llorar por las esquinas y espera a heredar la miseria.
Muchos ridiculizan y criminalizan este movimiento que encarna Vito Quiles y que no ha hecho nada más que comenzar. Con excesos y defectos, el joven periodista es sólo un exponente más de este cambio sociológico que se está obrando en España en favor de la contracultura conservadora. Muchos jóvenes están dispuestos a renunciar a la aparente comodidad de un falso Estado del bienestar por aquello que consideran que es justo y verdadero. No quieren sustituir a sus madres por el Estado.
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Vito Punk Quiles representa el nuevo activismo conservador de mirada rápida y sonrisa sin complejos. Ayer me hizo recordar a Oscar Wilde cuando dijo: «Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos».
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