El extranjero

Virtudes

El bien nacional con el que el presidente en funciones justifica la futura ley es sencillamente un mito

En su 'Diccionario del diablo', Ambrose Bierce definía el término 'Virtudes' como «ciertas abstinencias». Es decir, aquello que existe cuando nos privamos de un deseo ... natural o una adicción. La futura ley de amnistía, según nos explicó Pedro Sánchez, es una virtud que nace de la necesidad. Una especie de 'Primavera' de Botticelli que surge de los nenúfares, de una charca con nenúfares. El cuadro del florentino tiene un significado mitológico. El bien nacional con el que el presidente en funciones justifica la futura ley es sencillamente un mito. Un mito al que no dejan de referirse los políticos según conveniencia. Es el gran justificante de Vox, por ejemplo. España, todo la patria. También es comodín del PP. La virtud como el síndrome de abstinencia que provoca el poder cuando se escapa de las manos.

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Podría ser que, como ocurrió con los indultos a los independentistas, la cacareada y denostada -y excepcional- amnistía, mejore la armonización de Cataluña con el resto de España, sobre todo cuando vaya acompañada de transferencias ferroviarias y económicas. Al menos un par de las virtudes del catecismo avalaría por parte del Gobierno ese paso. Generosidad y templanza. El problema, sin embargo, no estriba en la virtud del proverbio al que se refirió Sánchez ante su entregado auditorio. El problema está en la necesidad. En que ese paso no se da por un convencimiento previo -más bien todo lo contrario- sino por pura limitación.

A ese tronco, igual que en el cuadro de Botticelli, se le añaden flores -flores que le salen por la boca a algún personaje de la pintura como a Sánchez y a sus ministros les salen las bellas palabras pro amnistía-, pero el perfume de las flores no hace olvidar el olor de la charca de donde surge todo. Ese es el problema al que se enfrentan Pedro Sánchez y el PSOE. Dar credibilidad a unos principios a los que se oponían antes de que el resultado electoral los enfrentara con este dilema. El bien de España puede estar justificado en la mente de los socialistas por la vía directa de que es mejor para el país que ellos gobiernen, sea con las concesiones que sean, a que lo haga la derecha. Tienen el reto de explicar eso y de borrar la inquina que durante los últimos años se ha generado contra el independentismo catalán y especialmente contra Puigdemont. Una inquina que ellos, los socialistas, también han alimentado y en la que se han denunciado los pecados opuestos que según el catecismo corresponden a las dos virtudes que quiere poner en práctica el Gobierno. Contra la generosidad, la avaricia. Contra la templanza la gula. Hay gente que se lo quiere comer todo.

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