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SEBASTIÁN GÁMEZ MILLÁN. PROFESOR Y ESCRITOR
Jueves, 24 de abril 2025, 02:00
Si Borges declaró que en realidad nunca salió de la biblioteca de su padre, pues allí se engendró el sueño de su destino como escritor, ... Vargas Llosa consideraba que el hecho capital de su vida fue aprender a leer: «Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndonos viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a D'Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richeliu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas», pronunciaba al comienzo de su discurso del Premio Nobel de Literatura 2010.
¿Por qué leer? Tal vez pueda haber tantas respuestas como lectores, pero se trata de encontrar una razón que sea común y universal, a pesar de nuestras irreductibles diferencias culturales y personales, para todos los que encontramos en los libros una enriquecedora prolongación de la experiencia de vivir. Además, «la literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez», según Vargas Llosa. Porque leyendo a otros autores descubrimos que lo que nosotros creíamos ingenuamente que sólo lo sentíamos y pensábamos también lo experimentan otros; otros que aciertan a expresarlo y que nos permiten con las palabras comprender y comunicar qué sentimos y pensamos sobre los muy diversos asuntos que somos y nos rodean. Nada humano me es ajeno.
Leer es comprobar que no estamos solos en el mundo. Por ello el cantautor Joaquín Sabina, cuya canción 'La del pirata cojo' celebra de modo gamberro las vidas multiplicadas de la imaginación a través de la música, le sugería a su hija que leyera, porque gracias a la experiencia solitaria y solidaria de leer nunca estaría sola. Por otro lado, ¿cómo podemos ser lo que somos si no lo sabemos? Hay una poderosa identificación entre ser y saber que atraviesa la historia del pensamiento Occidental desde Parménides a Heidegger pasando por Descartes.
Ciertamente Vargas Llosa nunca hubiera llegado a ser el escritor que ha sido y será si al mismo tiempo no hubiera sido tan perspicaz y penetrante lector. Hay quienes valoran al articulista y ensayista por encima del novelista: pensemos en García Márquez. 'Historia de un deicidio' (1971), 'Madame Bovary. Flaubert y Madame Bovary' (1975), 'Carta de batalla por Tirant Blanc' (1991), 'La tentación de lo imposible. Víctor Hugo y Los miserables' (2004), 'El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti' (2008)... Son algunas de los más iluminadores ensayos que se han escrito sobre estos autores y obras. Tengo para mí que ambos, lector y escritor, forman parte esencial de su poliédrica figura privada y pública sin la cual no se hubiera desplegado esa incomparable trayectoria literaria.
La paradójica expresión que eligió como título de uno de sus ensayos, 'La verdad de las mentiras' (1990), no es originalmente suya, pero se la concedemos a Vargas Llosa, y no a Picasso, o a Freud, que teorizó desde el psicoanálisis sobre las proyecciones y las sublimaciones artísticas, porque quizá nadie ha escrito tanto ni tan esclarecedoramente acerca del poder de imaginar y soñar, descubrir y vivir que nos proporcionan las ficciones: «Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida (...) Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola».
En los últimos años, con la proliferación de las tecnologías y las pantallas, en las que como Narciso nos reflejamos y morimos, los algoritmos que corroboran sin cesar nuestro ineludible sesgo de confirmación, me inquieta la progresiva desaparición de 'los otros', de la alteridad, sin la cual no existe el yo o, mejor, el nosotros. Al final de su ensayo sobre Isaiah Berlin en 'La llamada de la tribu', Vargas Llosa transcribía estas palabras del historiador de las ideas que no siendo marxista escribió uno de los estudios más imparciales sobre Marx, al igual que no siendo fascista escribió algunas de las páginas más reveladoras sobre los orígenes del fascismo: «es aburrido leer a los aliados, a quienes coinciden con nuestros puntos de vista. Más interesante es leer al enemigo, al que pone a prueba la solidez de nuestra defensa». De lo contrario, ¿cómo maduraríamos? He aquí otra razón para leer, pero por si acaso no se olviden de multiplicar sus vidas.
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