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Violeta Niebla
Lunes, 9 de junio 2025, 02:00
El sábado me fui a dormir con la triste noticia de la muerte de Alba Chica Latina. En 2016, Alessandra y yo la llamamos para ... que protagonizara la gala inaugural del Festival de Cine Fantástico de Málaga que tenía por temática a la mujer galáctica.
Para quien no la conozca, Alba era una mujer muy conocida en Málaga por ser la reina de las despedidas de solteros, stripper profesional y figura absolutamente inolvidable. Nos pareció el perfil perfecto para representar a esa mujer disidente.
Conseguimos su teléfono y nos citó en una heladería de su barrio, El Palo. Vino acompañada de su mánager. Nosotras nos pedimos una granizada de limón y ella pidió un pijama: una macedonia con nata montada, helado y un flan en el centro decorado con sombrillitas, galletas, guindas y virutas de colores. Toda una declaración de intenciones. Una carta de presentación para dejarnos claro con quién estábamos tratando.
Nos presentó a su perro, que se llamaba Pánico. Supimos de inmediato que tenía que salir en escena. Era un bodeguero normal y corriente, al que el nombre lo hacía especial.
Quedamos otro día para llevarla a la modista y hacerle un vestuario galáctico. Fui a recogerla en moto, y cuando Alba se subió a mi vespa blanca, a los pocos minutos me dijo que sonaba gripada. Eso fue peor que decirme «qué mala cara tienes hoy». Mi moto no suena mal. Pero desde entonces no hay un día que me suba a la vespa sin acordarme de sus palabras.
Elegimos tejidos brillantes, dorados, y parte de ellos irían destinados a una capa para que Pánico fuera a juego con su dueña.
Dentro del contrato acordamos grabar un teaser para que todo el mundo supiera que Alba iba a ser la presentadora del Fancine ese año. Hice mi primer storyboard dibujado. Eso me pareció más que satisfactorio: dibujar a Alba Chica Latina con lápiz y colorearla después. Me imaginé que también me podría dedicar a eso. Necesito muchas vidas para saciar todas mis profesiones frustradas: guionista, dibujante, arquitecta, decoradora de interiores, veterinaria, forense, jardinera, cocinera. Y ahora también, escritora de obituarios altruista.
El teaser era sencillo: un primer plano de la boca de Alba abriéndose para dar un mordisco a un shawarma. Mientras masticaba, soltaba un texto: decía que la tenían encerrada hasta que empezara el Fancine. Detrás salía alguien disfrazado de Conejito Malo (un personaje que habían creado para una campaña viral, que aparecía en distintas ubicaciones de Málaga). En esa ocasión, la persona embutida en el disfraz de conejo blanco -inspirado en el cuerpo de un peluche y una máscara siniestra- era yo. El interior del traje olía a Cheetos Pandilla.
Solo tengo 500 palabras para hablar de esta leyenda del desparpajo pero como no puedo seguir, la recordaré dando vueltas con mi moto gripada y el corazón un poco también.
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