La provincia de Málaga sacó del armario su sombrero de flores para celebrar su Fiesta Mayor de los Verdiales en su edición número 59 y ... después de un año en blanco por la pandemia. Era la primera vez que para este menester se empleaba, al fin, el nuevo auditorio cubierto de este presunto parque cuyo nombre hace homenaje al investigador y flamencólogo Andrés Jiménez Díaz, en el Puerto de la Torre. La convocatoria congregó a 12 pandas, una cifra pequeña que no empañó las ganas de fiesta entre los asistentes, gobernados también por un déficit en la tradicional amalgama de gente moderna que suele acompañar estos ritos ancestrales desde el principio. Con un ambiente más de Rozalén que de Rosalía y con una parte del público encurtido en chalecos, la fiesta emergió en su nuevo espacio confirmando que los verdiales son de campo e inaugurando con su cante unas vistas panorámicas de la ciudad y de sus grúas como fondo del nuevo auditorio cubierto de metal en un presunto parque.
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A partir del mediodía de este 28 de diciembre nos dejamos atrapar por las alturas en una espiral ascendente cuyo combustible era el vino dulce macerado hasta lograr propiedades alucinógenas, y el ritmo agudo del fandango malagueño que se te mete en la cabeza y no te abandona hasta unos días después. El pueblo es exigente cuando se le alude. El cante reverbera sobre las piedras y sobre nuestros cuerpos. El viento ondeaba las banderas y se llevaba las miasmas. El alarido se produce con mascarilla, con gel y con el cuidado de la distancia. Las barras eran cutres y pronto se quedaron sin cerveza, sin comida y sin ganas de más. En los puestos estaban en oferta Barbie y Ken vestidos de fiesteros. La acción se desarrolla también en los aparcamientos: qué serían de los verdiales sin un prodigioso descampado. De todas las pandas de verdiales, reluce Arroyo Conca, de Comares que personaliza con su juventud el futuro de la fiesta. Amadrinada por la actriz Laura Baena, que lo dice siempre con un orgullo que emociona, Arroyo Conca es la primera en el peligro de producir un videoclip. Para tocar el violín o la guitarra por verdiales no hace falta formación de conservatorio. Acaso brazos de gimnasio. El pueblo es exigente cuando se le alude. Que vivan los verdiales para siempre. Y que viva Málaga.
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