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La venganza de don Íñigo

JOSÉ ANTONIO TRUJILLO

Sábado, 21 de abril 2018, 10:18

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Podemos es el comunismo español sin España. Pablo Iglesias no se ha atrevido nunca a que su partido pudiera tener una idea nacional. Ha preferido el discurso minúsculo de la disgregación a la política con mayúscula. Siempre ha estado cómodo junto a las fuerzas que quieren dinamitar nuestro proyecto común nacional. Su apuesta política cabe en una entrevista de televisión con un periodista enamorado del comunismo después del comunismo. Cuanto peor le fuera a España, él creía que mejor le iría a él. Ese camino lo ha llevado a la insignificancia.

Nunca pensó que España es demasiado grande para políticos de su altura. Tras la respuesta ciudadana a los sucesos secesionistas del 1 de octubre, quedó claro que la mayoría de nuestra sociedad no quiere estar más tiempo en manos de políticos que quieren despreciar los siglos de historia en común. A España se la puede silbar, ridiculizar, utilizar, e incluso menospreciar, pero nunca infravalorar.

Las propuestas moradas, por desconocidas e irrelevantes, no ocupan ya la agenda política española. Sólo sus broncas son noticia. Ese camino es conocido en la izquierda española. Ya lo anduvo primero el PCE, después Izquierda Unida y ahora lo transita la formación nazarena. Su influencia en la actualidad es minoritaria por mucho que algunas televisiones se empeñen. Es la que siempre le ha correspondido a la izquierda radical en nuestro país. Llama la atención que incluso el líder socialista Pedro Sánchez, que ganó las primarias con un discurso populista y nada socialdemócrata, y que consiguió el refrendo de sus bases y el rechazo de los ciudadanos, no quiera saber nada del que en tiempos iba a ser su vicepresidente del gobierno. Aspira únicamente a que Carmena abandone la casa de los líos que es su candidatura de confluencias y encuentre la paz en Ferraz.

Y en eso estamos cuando un desaparecido Íñigo Errejón esta semana ha vuelto a las tablas. Purgado tras Vistalegre II, se ha convertido en la solución a los males de Iglesias. Ver para creer. Cómo debe percibir la debacle electoral que se le avecina a su formación política, que Pablo Iglesias echa mano hasta de sus enemigos. En la descomposición de los partidos siempre hay mucho juego de tronos, y Bescansa, aburrida del parlamento en el ángulo oscuro, quiso aprovechar la ocasión. Alguien la vendió y propició el pacto de la venganza de Podemos de esta semana. La venganza de don Íñigo tiene nombre de mujer, y no es el de Magdalena, que tanto daño hizo a don Mendo, sino Tania y de apellido Sánchez. Vengar aunque sea sin ganar es mi única forma de estar, ha escrito Errejón.

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