Turismo nuclear
VOLTAJE ·
La industria del turismo debería hacer una reflexión respecto a su capacidad contaminanteConvencidos de que nos estamos cargando el planeta y de que otra cumbre servirá para algo, la Organización de Naciones Unidas celebra en Glasgow su ... Conferencia anual contra el cambio climático. Dirigentes de 200 países se reúnen para ponerle buena cara al mal tiempo. «Basta de tratar a la naturaleza como un váter», ha dicho el secretario de la ONU. En estas cosas, la impresión es muy importante. Hay que dar a entender que se está haciendo algo, decir cosas importantes, pero luego llegan a acuerdos que poco a poco ellos mismos incumplen. Para empezar, la ausencia en la cumbre de representantes de Rusia y de China (y también de Brasil) resulta descorazonadora. El nuevo presidente de Estados Unidos sí ha ido y en una de las conferencias se le ha visto dando cabezadas. No le culpemos, no le juzguemos, pero hay que tener cuidado con las formas para no dar la impresión de que estamos asistiendo a otro simulacro.
Mientras tanto, más al sur, se celebra la WTM de Londres, una de las ferias de turismo más importantes del mundo, a la que la Costa del Sol acude con la delicada misión de recuperar al visitante británico, y donde la industria del turismo tiene la encrucijada de instigar una reflexión respecto a su capacidad contaminante. Baste un ejemplo. De todas las formas de desplazamiento del ser humano actual, la del crucero es la más sucia. Barcelona y Palma de Mallorca son las capitales europeas más contaminadas por el turismo de grandes barcos. Solo 47 de estas 'ciudades flotantes' (hay más barcos con tripulantes que habitantes en muchos pueblos de Málaga) estropean el aire más que todos los coches de toda Europa, y no parece que haya una reflexión profunda en torno a esto, ni una intención nítida de que cambie.
Hay que aludir a una responsabilidad medioambiental de las empresas. En el extremo opuesto tenemos a Jeff Bezos, el creador de Amazon, que sigue empeñado en desarrollar el turismo espacial, y hacerlo más asequible. Él mismo estuvo en el espacio durante 11 minutos, y en La Tierra se recogieron firmas para que se quedara allí. Dice que quiere construir un hotel en una estación espacial y, por si fuera poco, tiene el discutible plan de trasladar también residuos contaminantes a otras atmósferas, más interesado en colonizar el universo mediante una nueva fórmula de invasión turística que en cuidar el planeta en el que vive. Con este diseño de futuro, suena bien la apuesta de muchos expertos por retomar las virtudes de la energía nuclear, ahora reivindicada como una fuente limpia, hasta que a Bezos se le ocurra un plan para llevar la radioactividad a la luna.
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