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José Antonio Portillo Cruz
Miércoles, 28 de mayo 2025, 02:00
En la prensa se publicaba como noticia de interés: 'Las obras del metro junto a El Corte Inglés sacan a relucir nuevos secretos de la ... Málaga musulmana', informando que «lo poco que ha aparecido ayuda a seguir aprendiendo sobre la historia de la Málaga musulmana, desenterrados tras ocho siglos..., lo que hay en el fondo es arena de playa, un patio en el centro de la vivienda, algunos hallazgos llamativos... Esa parte de la ciudad se abandona pronto... por continuo desbordamiento del arroyo del Cuarto... que discurre por allí... provoca el colapso de algunas viviendas...» También se ilustraba la información con restos cerámicos encontrados, que parecen de la época greco-romana, algunos policromados, la estructura de un pozo de agua en el patio de una vivienda...
Por otro lado con informaciones puntuales, los equipos de arqueólogos están confirmando que Malaka o Mainake para los grecorromanos (Suel-Fuengirola, Carthima-Cártama, Salduba-Marbella, Caviclum-Torrox) tiene su origen fenicio, es decir, casi dos mil años A. C. (como Gades/Cádiz), y otras poblaciones de fenicios de origen semita, establecidas en el Cerro del Villar, pequeño promontorio sobre el nivel del río Guadalhorce, que no se inunda ni en los periodos de máximos desbordamientos del río. ¿Por qué no se inunda nunca, ni con la Dana? Allí continúan trabajando los arqueólogos.
A tales efectos, deberá tenerse en cuenta lo que el historiador F. Guillén Robles, en su libro 'Historia de Málaga y de la provincia', editorial Arguval, página 67, nos ilustra sobre acontecimientos de Málaga ciudad: «El día 31 de julio de 365, poco después de salir el sol, un sacudimiento terrible precedido de amedrentadores truenos, conmovió gran parte del territorio de Europa, y con especialidad la costa del Mediterráneo; los habitantes de éstas vieron las aguas del mar retirarse hacia dentro, dejando al descubierto las Ilanuras y hondonadas que llenaban antes; momentos después las olas se precipitaron con furia hacia la tierra, inundándola y nivelando con el suelo los edificios que destrozaban: al abrir en el siglo pasado.... (Nota: escrito por Guillén Robles en 1874) los cimientos del convento de San Agustín, se hallaron casas arruinadas, pavimentos destrozados, y otros restos que parecían indicar una catástrofe sufrida por Málaga que pudo ser muy bien la anteriormente relatada».
Como complemento a lo relatado por Guillen Robles, desde el siglo XIX en adelante, se ha venido descubriendo primero en los Tejares del Egido restos grecorromanos, entre ellos, las planchas de bronce esculpidas en latín, una de ellas la Lex Flavia Malacitana, ya erigida Málaga como municipio de Roma (del siglo I de Cristo), identificada por el historiador ceutí pero malagueño por elección Manuel Rodríguez de Berlanga. A cuyos restos arqueológicos por su origen podemos añadir: la existencia en el Rectorado de la UMA, sito en la Avda, de Cervantes y Parque de Málaga, los del Teatro Romano, visibles desde la calle Alcazabilla, los que se están investigando en la nueva Biblioteca de San Agustín, los del Museo Picasso también puestos en valor, los del Museo Thyssen, que la prensa local informaba otra vez de «la villa romana», de sus restos arqueológicos del sótano de la pieza estrella de este yacimiento urbano, la fuente monumental del siglo 1, un ninfeo que se encontraba en el patio interior del edificio doméstico primitivo, decorado con unos peces de colores, que son las pinturas murales más antiguas conservadas en Málaga. Pues del mismo modo, origen y antigüedad se encuentran los de Cártama, Torrox, y pavimento romano de Marbella, próximo a la desembocadura del río Verde. Y de más actualidad, en Benalmádena Costa, encontraron una ninfa de mármol blanco de Carrara (de la Toscana italiana), extraída por los primeros constructores de la urbanización Solimar, a sólo unos metros del mar.
Cabe preguntarse, ¿tan tontos o ignorantes eran los fenicios, cartagineses, o los greco-romanos, que desconocían que todos los ríos o riachuelos pueden desbordarse en los periodos de fuertes crecidas? ¿Por qué no edificaron más lejos y en altura de los arroyos? Lo que ni ellos ni nadie podían prever es que tales suelos y edificaciones fuesen cubiertos por un maremoto (o tsunami como lo llaman los japoneses). Ningún historiador de Roma ni de Cartago coetáneo en el año 365 relata tal hecatombe.
El 26 de diciembre del año 2024 se cumplieron 20 años del terremoto de magnitud 9.1 que sacudió el mar de Indonesia, segando la vida de 230.000 personas. Se pudo ver el desarrollo y consecuencias del tsunami padecido en Sumatra (especialmente la paradisiaca isla de Phuket de Tailandia): la tela, bucle o pantalla de la 1º ola que invadía la playa y alcanzaba la tierra firme daba la impresión de que no tendría menos de 30 metros de altura sobre la cota cero de nivel del mar, que avanzaba a más de 1.000 kilómetros por hora, por lo que toda clase de edificación y construcción por muy resistentes que fueran, quedaron asolados, devastados y cubiertas por las aguas y barro hasta una penetración en tierra de todo lo que se encontraba por debajo de la cota 30 de nivel; y está claro que toda la ciudad de Malaka en el año 365 de Cristo con los fenicios mercaderes, fabricantes de salazones, guarum, y toda la hoya de Mainake (incluida Cártama), lo que se salvaba fue el anfiteatro del Teatro Romano, y el Monte Pharos. El Cerro del Villar también pudo ser asolado y cubierto de barro y arcilla como los restos del Rectorado. Al quedar toda la zona devastada desapareció el mercado, las fábricas de salazones, y la población que manejaba tales negocios. Tiempos aún de pugna entre guerreros púnicos, romanos y vencedores visigodos. No conocemos ningún cronista de esa época, ni romano ni greco ni gótico, que relatase la catástrofe.
Por ello, los restos que se dicen «nuevos secretos de la Málaga musulmana», junto con los relacionados anteriormente, y los que aún no se han descubierto, ninguno fue asolado por los vándalos de Vandalucía porque con anterioridad ya fue 'vandalizada' por el tsunami o maremoto que asoló y devastó la costas de Málaga, ni fue a causa de desbordamiento de arroyos, ni de ríos, ni por la Dana, ni por la gota fría ni por la gota caliente, sino simplemente y desgraciadamente, fueron cubiertos, devastados por las aguas y los barros del maremoto o tsunami del año 365, que se produjo en el mar Mediterráneo, posiblemente por ser un fenómeno natural de movimiento sísmico submarino en la corteza terrestre, quizás a causa de un encuentro o desencuentro de las placas tectónicas del planeta Tierra. ¡Vaya usted a saber!
Así pues, considerando y admitiendo que el relato de Guillén Robles esté plenamente confirmado por arqueólogos e historiadores, consecuentemente a ello, el nuevo suelo sobre el que se asentaron los godos y se asienta la ciudad de Málaga, el centro urbano-costero, tiene una altitud sobre la cota cero del nivel del mar de 4 a 6 metros, incluyendo la Malagueta, la Caleta, el Parque, el Ayuntamiento, calle Larios, la Plaza de la Constitución, hasta alcanzar cota de 30 o 40 metros hacia el norte sobre el nivel del mar, salvo mejor criterio de ingenieros y geólogos.
Concluyendo: Tal como lo determinaron los historiadores Medina Conde y Guillén Robles, año 365, nada de saqueos de bárbaros, ni de incendios, ni de riada ni Dana, ni gota fría, ni desbordamiento de ríos, ni Guadalmedina ni Guadalhorce. Fue un maremoto, no relatado por ningún historiador de su tiempo. Es muy posible que ello se conociera por tradición oral. No sería el primer episodio o acontecimiento real e histórico que tuviese como fuente el boca a boca de supervivientes que lo relataron a sus hijos, nietos y generaciones sucesivas. Precisamente la costumbre (oral o escrita) en el ordenamiento jurídico español es una de las fuentes de Derecho art. 1 del Código Civil, y máxime cuando tal tradición no proviene de ningún documento apócrifo o fingido, sino que viene apoyada por los historiadores Medina Conde y Guillén Robles, en su libro 'Historia de la Ciudad de Málaga'.
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