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Tres mujeres y la derrota de ETA

JOSÉ MARÍA CALLEJA

Viernes, 2 de marzo 2018, 06:39

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Ahora va ETA y dice que se disuelve porque ha acabado su «ciclo y función». Parece un lenguaje propio de tecnócratas, de tiburones que liquidan marcas. Una conclusión, desde luego, de nula empatía con los centenares de víctimas que han provocado, como nos recordaban de manera desgarradora, en 'El Diario Vasco' y 'El Correo', la viuda y las hijas del que fue concejal socialista vasco, Isaías Carrasco, asesinado un 7 de marzo de 2008, hace ahora diez años.

El testimonio de estas tres mujeres: Marian Romero, Sandra Carrasco y Ainara Carrasco retrata lo que ha sido la organización criminal: un régimen industrial de asesinatos y una permanente siembra de odio. Sólo así se explica que las hijas digan que después del asesinato de su padre se quedaron sin amigas o tuvieron que escuchar cómo gente joven les decía que les parecía muy bien que le hubieran tiroteado.

He recogido, escuchado, visto y leído centenares de testimonios de víctimas del terrorismo, pero el de estas tres mujeres provoca un espanto aún más sobrecogedor que otros, de por si devastadores. Por no hablar de los dibujos que hizo el hermano menor, Adei, cuando era un crío, para representar el crimen de su padre.

Los asesinos de Isaías Carrasco, de todas las víctimas del terrorismo, hacían eso: asesinar para exterminar a los que habían construido previamente como enemigos y aventar con la muerte sistemática el miedo necesario para hacer callar a los que pensaban como las víctimas, a los se negaban a su plan totalitario. El asesinato planificado se convertía también en el método lubricante para sacar dinero a los empresarios.

Ahora, los burócratas de la muerte ajena nos anuncian el cese de «ciclo» por carecer de «función» y es como si dijeran: liquidación por cese del negocio.

La víctimas asesinadas no van a volver, las ingentes cantidades de dolor, aún vigente, como prueban estas tres mujeres, no se pueden olvidar. Nos queda el alivio, la satisfacción y el orgullo de la derrota absoluta de la banda terrorista. Después de medio siglo asesinando no han conseguido ni uno solo de sus objetivos. Después de ofrecerse como solución para todo, desde la reconversión de electrodomésticos de línea blanca (Idígoras) hasta acabar con la droga, cuando creían que a base de apilar cadáveres montarían su particular dictadura en Euskadi. Ahora están abrochando el cierre en las vías individuales, la reinserción y el último idiota..., todo eso después de haberse pasado muchos años en la cárcel y los que les quedan por pasar.

Tienen que hacer recibimientos a los más abyectos en el escalafón criminal: los chivatos que informaban sobre futuras víctimas, pero se saben derrotados. Menudo balance.

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