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Entre los muchos actos de los que se sienten orgullosos los malagueños en general y los cofrades en particular, uno de los primeros, sin duda, es el traslado del Cristo de la Buena Muerte en la mañana del Jueves Santo a hombros de los caballeros legionarios, una tradición que comenzó a finales de los años 20 y principios de los 30 (mucho ante no sólo de la 'Guerra Incivil', sino también del comienzo de la dictadura franquista, que hay mucho miope histórico que lo único que hace es desvirtuar la Historia con mayúsculas). La plasticidad de lo que se vive en la plaza de Santo Domingo, la emoción del momento, el sentimiento que se transmite y se respira y que muestra al mundo algo muy propio, muy 'nuestro', suma todo una fuerza difícilmente superable. Es la estampa única de un Jueves Santo en Málaga en las puertas de Santo Domingo. Mito, honor, sentimiento de patria, orgullo, leyendas y cofradía... Todo a la vez se mezcla para formar parte de un maravilloso crisol.

En este contexto, ese acto, el traslado de Mena, se ha convertido en uno de los grandes escaparates de Málaga y de Andalucía, y arrastra pasiones en España y fuera de ella, incluidas tierras propias donde añoran tener la fuerza y las ganas (se podría utilizar otro calificativo que mejor dejamos de lado sin embargo) que aquí sí se tienen para honrar la hermosa relación de La Legión con su Patrono y Protector, cuerpo militar tan unido a la historia de España, tan querido por muchísimos españoles... ¿Pero qué van a hacer quienes habitan en lugares donde sólo la palabra España produce 'repelú' y odio? Imposible. ¿Se imaginan a los mismos que abroncan el himno español en mitad del traslado de Mena?...

Por todo lo dicho, el traslado de Mena es mucho más de lo que en realidad es. Y no es un juego de palabras. Para los congregantes, para los cofrades, es un acto especial y único por lo que significa el traslado de su venerada imagen a su trono procesional. Para millones de españoles es también un acto que les reconforta por la cantidad de símbolos engarzados a una historia, a una tradición y a unos sentimientos que afloran y se muestran con libertad absoluta.

Dicho todo lo cual, la decisión de la Congregación de Mena de solicitar a Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal que no acudan oficialmente al traslado es totalmente respetable: ¿Se imaginan los comentarios de más de una TV (ya saben...) con cualquier gesto de alguno de los tres candidatos en el traslado? No hace falta ser muy listos para imaginarlo. Mena ha hecho lo que creía mejor para todos, y en primera fila estarán los miembros de su junta y de su consejo y las autoridades civiles y militares. Ninguno de los tres líderes citados son hoy autoridad aunque a lo mejor uno de ellos podría ser presidente del Gobierno en apenas unas semanas... Pero ahora no; estamos en campaña electoral y hay que marcar fronteras. Ni ellos ni Mena -ni Málaga- iban a salir bien parados del acto del Jueves Santo. Dicho esto, sería un error (de cualquier cofradía) confundir 'candidato' con 'autoridad', entre otras cosas porque no se puede acudir a ellas cuando se las necesita y dejarlas de lado cuando no. Candidato y autoridad no es lo mismo: a las autoridades hay que darles su sitio, lo mismo que tampoco se debe olvidar que no todos piensan ni defienden igual la Semana Santa, aunque absolutamente todos se acerquen a ella...

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