Torremolinos, más que un destino turístico
José Seguí Pérez
Arquitecto
Lunes, 6 de octubre 2025, 02:00
El Ayuntamiento de Torremolinos ha convocado para el próximo 8 de octubre, en el Palacio de Congresos, la presentación del inicio de los trabajos de ... redacción de su nuevo Plan General de Ordenación Urbanística. Se trata de una invitación colectiva para repensar el futuro de Torremolinos más en el espíritu de la modernidad con el que inició su excepcional andadura, que desde la nostalgia de un pasado o la de una banalización de un presente que lo pueda alejar de su propia identidad que lo originó.
Era en los años 50 cuando el entonces pequeño pueblo de pescadores de Torremolinos iniciaba su camino hacia una modernidad que lo iba a referenciar en los circuitos turísticos nacionales e internacionales. Fue suficiente una cercana pista de aterrizaje que lo comunicara con el mundo, un icono turístico como el Hotel Pez Espada y principalmente un atractivo lugar con una acogedora empatía de sus habitantes, lo que provocó que Torremolinos se convirtiera en un imán para una incipiente modernidad cargada de innovación e ilusionantes libertades.
Torremolinos se convirtió en la referencia internacional de una España que mostraba una apertura al mundo como un oasis dentro de su época gris de censuras. Sus calles y playas vibraban con el disfrute de los visitantes que se mezclaban con sus habitantes en una perfecta simbiosis de convivencia que supieron conjuntamente leer el cambio y moldearlo: pintores, arquitectos, músicos, artistas, turistas, empresarios..., abrieron las puertas a lo nuevo con la curiosidad y la ilusión de vivir aquel presente con la libertad de buscar un futuro sin miedo. Quizás aquí radique su éxito en el acierto de haber sabido elegir los mejores personajes para lograr sus más brillantes realizaciones, que caracterizaron el espíritu de su modernidad en esa importante etapa de la historia de la ciudad.
Fueron ya en los años 60 cuando Torremolinos comenzaba a convertirse en un manifiesto vivo de libertad y glamur. Mientras la vida se encorsetaba en aquellas décadas de posguerra, Torremolinos se transformaba en un escenario audaz e innovador donde mostraba sus avanzadas respuestas ante las demandas turísticas que se le requería, aportando precisamente sus mejores y más brillantes propuestas como muestra de su decidida e ilusionante apuesta colectiva por conseguir un excepcional proyecto de ciudad turística.
A Torremolinos acudieron mediáticos personajes buscando su atractivo bienestar, como Dalí y Gala o John Lennon y Brian Epstein, Ava Gardner, Frank Sinatra, Brigitte Bardot... y otros muchos atraídos por la libertaria modernidad que ofrecía el lugar en aquellos difíciles tiempos. La arquitectura, la pintura, la música... aparecían como un soplo de frescura conectándose con las tendencias internacionales de la época. La arquitectura enriquecía su patrimonio con las obras de Manuel M. Monasterio, Juan Jáuregui, Antonio Lamela, Rafael de la-Hoz, Gerardo Olivares, Luis Pagán... que aportaron excelentes referencias de la arquitectura contemporánea. El flamenco se electrificó en sus salas nocturnas donde Camarón y Paco de Lucía tocaban para un público más habituado al rock que al flamenco, y las noches se vivían con el profundo olor a mar y jazmín que inundaban sus espléndidas playas del Bajondillo mirando esa línea mágica en donde parecen unirse los azules del mar con el cielo. Sus bulliciosas calles con sus bares y excepcionales lugares eran testigos de los apasionantes encuentros en donde se brindaba por el porvenir mientras la música de vanguardia, la arquitectura moderna y la sensualidad fluían sin pudor.
Torremolinos fue, sin proponérselo previamente, pero con una acertada acción conjunta, un refugio adelantado a su tiempo, un laboratorio cultural de libertades, de estéticas y nuevas identidades, convirtiéndose en mucho más que un destino turístico, en un punto de inflexión que aparecía como una anomalía luminosa en un país aún anclado en el pasado. La modernidad no llegó a Torremolinos con la solemnidad académica, ni desde decisiones de la alta política, ni tampoco de burocráticos actos administrativos, sino libremente desde la iniciativa de la ciudad que supo elegir sus mejores actores que conjuntamente con sus propios habitantes hicieron de Torremolinos el pivote sobre el que se originaria el centro de la Modernidad del Mediterráneo andaluz. Un laboratorio hedonista, mestizo e innovador, donde el turismo no solo era sol y playa sino una revolución ilusionante que comenzaba a señalar el inicio de lo que sería la actual conurbación de la Costa del Sol.
Y, sin embargo, una ciudad que nació precisamente como un auténtico icono que centralizaba el desarrollo turístico de lo que sería aquel comienzo de la Costa del Sol, se convertía posteriormente en su confusa periferia provocada por la banalización de su modelo turístico. En plena reflexión de su decadente situación, el Ayuntamiento de Torremolinos inicia la redacción de un nuevo Plan General como una oportunidad de reconstruir su urbanidad desde el reconocimiento de su complejidad y diversidad, recuperando el espíritu de aquella modernidad que la caracterizó en sus brillantes inicios.
No se trata de restaurar el mito de la ciudad de Torremolinos desde la nostalgia de su pasado, sino de reinterpretar y volver a pensarla desde la búsqueda del espíritu vibrante de aquellos años de modernidad para recuperar su identidad en sus referencias y reencontrar la ilusionante continuidad hacia un futuro al que legítimamente aspira Torremolinos como algo más que un destino turístico.
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