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Advierte Susana Díaz de que toma nota de los nombramientos por decreto dedo de Pedro Sánchez, que continúa sirviendo la venganza en plato recalentado. Como si el PSOE de Andalucía hubiera sido un ejemplo de democracia interna. En realidad ningún partido se caracteriza por el respeto a la voluntad de sus afiliados, como hemos comprobado en las últimas semanas, hasta el punto de que que algunas formaciones ni siquiera se molestan en consultar qué piensan sus fieles; dedazo y sigan circulando. La militancia se convierte entonces en una cuestión de fe, como seguir al Málaga o adorar a cualquier dios. Pero en el caso de la expresidenta, a quien el prefijo le ha sentado como la digestión de un plato de cocido bajo el sol de agosto, puede detectarse cierto aire de ofensa inexplicable, una dignidad mal entendida que provoca que vaya por ahí con la arrogancia de quien arrastra un saco de deudas por cobrar. O como quien tiene la recámara repleta de balas, aunque lo cierto es que su indefensión, en una política que ha tenido en sus manos toda la armería de la Junta, comienza a causar algo parecido a la compasión. «Cuando yo tenga su edad volveré a ser profesora. ¿Tiene usted un sitio al que volver?» , le preguntó hace dos años Teresa Rodríguez con la impertinencia de una 'millennial' y toda la razón del mundo. La respuesta parece clara, aunque haya tenido que darla el tiempo.

Hay pocas lecciones tan reveladoras como una derrota a tiempo. Resulta sencillo identificar a quienes no están acostumbrados a perder, o peor: a quienes creen que ganan incluso cuando pierden, incapaces de otorgarle la victoria a otros. Ahí sigue Pedro Fernández Montes, convencido de que Torremolinos es hijo suyo, con el agravante de que ejerce como uno de esos padres hipercontroladores empeñados en dirigir cada paso de sus retoños. Ayer anunció su baja del PP, cuando lo cierto es que el PP ya se había dado de baja de él. El municipio, pionero del turismo en Andalucía, merece unas cuantas legislaturas sin personalismos ni intromisiones partidistas en la esfera institucional. Por eso no se entiende que el actual alcalde, José Ortiz, consciente del secuestro sufrido por la ciudad durante años, haya seguido los pasos de su antecesor, enviando cartas desde el Ayuntamiento en plena campaña electoral, o lo que es lo mismo: usando recursos públicos para hacerse promoción. Ya lo advirtió José Emilio Pacheco: «El que derrota al monstruo / y ocupa su lugar / se vuelve el monstruo». Está a tiempo de tomar nota.

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