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«Nadie conoce el futuro» es una frase tan manida que no tiene derechos de autor ni corresponde ser formulada como cita. Pero lo importante en ella es entender su contenido y tratar de tomar lección de la misma. Ante unas elecciones que se vienen, prever los acontecimientos inmediatos es una medida prudente, pero nunca exacta, a veces ni aproximada. Siendo muy difícil el ajedrez, sólo al alcance de verdaderos genios, la vida resulta ser mucho más compleja, pues el cuerpo electoral está eso, vivo.

Con todo el despliegue de medios y asesores brillantes, en la sala de máquinas de Pedro Sánchez-Moncloa se han decidido minuciosamente los pasos a dar para no pactar con Unidas Podemos ni con nadie y llevarnos a elecciones generales. Todo ello en el sabido escenario de crecimiento electoral socialista que, con absoluta claridad y nitidez, divisaban sociólogos propios y extraños. Al fin se trata de producir, con ligeras variaciones, las decisiones necesarias para hacer que los planes salgan bien. Y pasa a veces que, con alguna alteración sobrevenida e inesperada, los hechos acompañan a lo previsto en buena medida, pero siempre hay sorpresas. En esta ocasión se suceden tantas escenas diferentes con consecuencias y en tantos platós que la verdadera sorpresa sería que el desenlace final tenga alguna semejanza con el pretendido objetivo de los guionistas.

No se sabe si la adjudicación a Íñigo Errejón del papel de figurante con frase va a cumplir con su cometido, ni si éste acabará por callar o ampliar el personaje. Tampoco si el buscado descrédito del partido de Iglesias podría llegar a estrellar sus pretensiones electorales mediante un viralizado reproche general. No parecía posible que los primeros titubeos de la economía mundial devinieran en clara recesión, aún menos que su contagio en España fuese tan rápido y menos que los analistas económicos lo dieran de inmediato por sentado. Imprevisible que Trump no se conformase con su peculiar guerra comercial con China y la emprendiera también con la Unión Europea. Y luego el 'Brexit', por definición de incalculables deterioros cuantitativos propios y netamente europeos, España entre ellos como una de las que más. Todo ello, los problemas con la industria del petróleo, los ataques a determinados puntos extractivos cruciales, algunos buques incendiados, vertidos... Y lo que tenga que suceder aquí y allá.

Claro, que nos queda el BOE, las propuestas, las medidas y las resoluciones -entre ellas confundidas-, de disminución de las peonadas en Extremadura y Andalucía, el reconocimiento de cotizaciones de varios años a parados de larga duración, la repentina aparición de informes ad hoc para transferir casi siete mil millones a las comunidades autónomas y lo que vendrá. También es para usar la ya bendecida por el Supremo exhumación de Franco; muy liados andan con la minuciosa elección de fecha, el efectismo, medios y desarrollo de las obras y traslado de los restos.

Luego quedan las sentencias, la del prusés -inminente- y la de los ere falsos, que no se sabe si llegará antes de terminar el mes o antes de la celebración de los comicios. Y ambas de desconocidas consecuencias políticas en cuanto a que afecten en mayor o menor medida a los resultados finales de Pedro Sánchez, ni en qué sentido. Son demasiados hechos, demasiadas cuestiones a la vez, no hay director de orquesta que garantice que puede coordinar tanto instrumento ejecutándose a un tiempo y que finalmente -eufónica y distinguida- suene la flauta.

Y hay encuestas -siempre las hay-, pero son cambiantes. La diferencia con otras citas es que los famosos tracking revelan que su pronóstico se mueve casi cada día. El PSOE va desde atrancarse a disminuir levemente desde sus posiciones actuales quién sabe si con cadencia constante y hasta qué punto. El PP, por el contrario, pega una gran subida y asciende también levemente día a día sin poderse conocer si mantendrá el ritmo creciente ni hasta cuándo. Ciudadanos hunde sus expectativas por ahora, Vox mantiene, también Unidas Podemos y Más País irrumpe sin exageraciones. Son tendencias, la evolución de la opinión contada, motivada por su natural trasiego, abierta a ser influenciada por algún contagio del entorno y por todo lo que pase. Ni se cuenta ni se descarta que la contrastada y rítmica evolución electoral pueda llegar a producir el adelantamiento en la última curva que algunos ansían y otros tanto temen. En menos de un mes, pase lo que pase, todos podremos saberlo.

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