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Hay muchas formas de clasificar a los empresarios de la provincia, pero entre todas, me quedo con una fórmula de cuño propio: los que dicen que hacen (innovan, exportan, etc). Y los que hacen de verdad. Al calor de los años florecientes del Parque Tecnológico, algunos llenaron titulares durante un tiempo, convertidos en gurús de la modernidad, y terminaron desinflados y en el ostracismo absoluto. Mucho marketing, figureo en los saraos de la innovación y buenos contactos políticos para arramplar con las ayudas públicas que dan fotos. Pero poco producto de verdad, innovador y de calidad para competir en el mundo. Dicho en castizo: mucho lirili y poco lerele.

Entre tanta farfolla, que es, por definición, cosa de mucha apariencia y poca entidad, se abren camino emprendedores malagueños que son talento puro. Y lo hacen con una fórmula y un producto de éxito internacional; sin recibir un solo céntimo de ayudas públicas; sin medallas ni farándulas ni protagonismos. Fuera de los focos, a los que sólo se asoman de vez en cuando y siempre para dar alguna noticia importante. Visión y trabajo, a secas.

En este grupo, por desgracia reducido y desconocido para el gran público, se encuentra Freepik, una compañía especializada en recursos gráficos que es, hoy por hoy, una de las mayores sociedades de la provincia. Atrás quedaron aquellas pequeñas oficinas en la urbanización Los Arcos, en la calle Ayala, que compartían con otros emprendedores dentro de un ecosistema tecnológico que sigue dando éxitos. De allí, sin querer abandonar nunca el Centro, ajenos a la tendencia de la deslocalización y las modas, se mudaron a su sede actual, mucho más grande y moderna, en Molina Lario. Un lugar con vistas a la Catedral a donde sus trabajadores pueden llegar andando, en bici o en transporte público. En este enclave han continuado su ascenso, como el cohete del marciano que les sirve de logo. Tanto, que la casa a Alejandro, Pablo y Joaquín se les ha vuelto a quedar pequeña. No en vano, esperan cerrar este año rozando los 30 millones de euros de facturación, y con 130 trabajadores, que, según sus cálculos, se llegarán a duplicar en los próximos cinco años.

La empresa se ha lanzado al mercado inmobiliario para buscar nuevas instalaciones que les permitan triplicar el tamaño de las actuales, pero no a cualquier precio. Aspiran a quedarse lo más cerca posible del Centro, donde hay un claro déficit de oficinas para grandes entidades. Y, en un claro aviso a navegantes, descartan expresamente instalarse en el PTA, por los problemas de accesibilidad. Mejor nos iría a todos si nos dejáramos de historias y escucháramos más al talento malagueño.

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