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Yazan Sabbah, Adham Mahmoud y Rama Haydar. Salvador Salas

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Conversar con los palestinos que residen en Málaga es comprobar que el asedio a Gaza ha profundizado la herida que hace difícil la reconciliación entre los dos pueblos

Domingo, 26 de octubre 2025, 00:01

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Muy posiblemente la tensión informativa irá reduciéndose. Se puede interpretar como una buena noticia. Es lo que se dice: 'no news, good news'. Pero, en ... el mejor de los casos, incluso si el alto al fuego termina respetándose, cosa que hasta el momento no termina de suceder, estos dos años no van a poder borrarse de un plumazo. Es una enorme sospecha que se confirma cuando se habla con ellos, con los palestinos que viven en Málaga. Arrastran los traumas de antepasados a quienes usurparon su tierra, de haber nacido ellos mismos en campos de refugiados, de incluso haber sido desalojados de éstos en los últimos meses en que la ampliación de los asentamientos hebreos en Cisjordania se ha acelerado, como narra el documental ganador del último Óscar, 'No other land', codirigido por Basel Adra, palestino, y Yuval Abrahan, israelí. Incluso aunque se acallen las bombas, aunque ya no mueran niños, la ocupación continúa, se quejan. Y ahora con cerca de 70.000 muertos más que exacerban el rencor y reducen la probabilidad de la verdadera reconciliación de dos pueblos, de su convivencia. Y ahora con un alto al fuego que creen violado y con noticias que informan de que la ayuda humanitaria no está llegando en toda su dimensión, sus recelos ganan justificación.

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