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Sexos

JUAN FRANCISCO FERRÉ

Martes, 12 de marzo 2019, 00:40

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Sexo es una palabra mágica, funciona como un fetiche y nos pone tensos. Los sexos, en cambio, son una complicación. El 8-M se manifestó uno de ellos, el femenino, en nombre de todos los demás. Las mujeres están empezando a construir un nuevo mundo contra una idea vieja del sexo y necesitan gritarlo para que se enteren sus enemigos sexuales y esa sección femenina que no acudió por desgana o cobardía. Caminamos hacia un futuro en el que las mujeres ya no necesitarán al hombre para procrear. Veremos entonces para qué nos quieren. El inconsciente masculino escucha ya las primeras notas del réquiem de su sexo en el pentagrama de la vida y se pone a la defensiva. Ahora bien, la tarea es exigente. Las jóvenes que el pasado viernes tomaron las calles sin miedo tienen madres, abuelas o hermanas que aún les dicen que lo importante en la vida es casarse y tener hijas. Que esto del feminismo está muy bien si luego consigues un buen trabajo y un mejor sueldo. Para todo lo demás, que es lo fundamental en la vida, lo que te hace sentirte feliz y satisfecha, están el matrimonio y la prole. Esto es puro feminismo liberal y no machismo leninismo, como el polémico cartel podemita, pero la falacia es idéntica. No es fácil escapar a los dilemas del sexo. Te pongas como te pongas, siempre te pillan cometiendo errores de género.

Si pretendes residir en Nueva York, debes rellenar un cuestionario donde te ofrecen 31 categorías para que reconozcas tu identidad sexual. «Bisexual» y «travestido» son obvias. «Sexo mezclado», «género fluido» o «sin género» más intrigantes. «Tercer sexo» suena utópica. Tiene todo el futuro por delante para realizarse. Cada año las autoridades prometen añadir nuevas etiquetas para que nadie se sienta discriminado. Ser hombre o mujer es insignificante, excepto en el deporte competitivo, donde los genitales cuentan tanto como en el porno. La asexualidad es la condición más deseable para evitar conflictos. Banqueros y empresarios actúan aún con mentalidad de sexo victoriano, es cierto, pero el capitalismo no es socio preferente del patriarcado. En poco tiempo, el hipermercado capitalista será más feminista que las feministas.

La cuestión del sexo de la mujer está viciada desde el principio. Al fin y al cabo, los hombres se creen hombres mientras las mujeres solo fingen ser mujeres. Un notorio filósofo alemán ha llegado a considerar el orgasmo femenino como el punto culminante de la evolución humana. No es extraño que tantos chicos estén deseando convertirse en chica. Cuando acabe esta comedia de los sexos, por fin, los hombres serán peleles desalmados y las mujeres ya no serán mujeres sino dueñas exclusivas de un lucrativo matriarcado tecnológico. Qué grandioso espectáculo para la inteligencia. Yo que tú, colega, no me lo querría perder por nada del mundo.

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