La Semana Santa de Málaga: juventud divino tesoro

A buen seguro, que se hablará durante el año, de accesibilidad de los malagueños al recorrido oficial, tema este preocupante y que debe ser analizado en profundidad para encontrar soluciones más que necesarias, del papel creciente de los barrios, o de procesos electorales en ciernes en numerosas cofradías, pero no quiero dejar de referirme desde la visión de un malagueño enamorado de su ciudad y de su Semana Santa, del papel cada vez mas importante que tiene la gente joven en la configuración de la Semana de Pasión de presente y de futuro que vive nuestra ciudad.

Tenemos nuevas generaciones comprometidas con vivir al máximo desde dentro y desde fuera la Pasión según Málaga. No se trata de lucir su puesta de largo en un escaparate, supone un auténtico compromiso con lo que significa ser cofrade y acompañar a Jesús y María por las calles de Málaga.

Una ciudad que se envuelve, y cada vez en un perímetro mayor, de jóvenes que conocen aspectos religiosos y culturales no solo del desfile procesional en el que participan, sino que sorprenden por su grado de conocimiento y sobre todo por su deseo de adquirir cada vez mas información y formación sobre todo lo que representa este mundo que transforma la ciudad y donde los malagueños, hombres y mujeres muchos de ellos adolescentes y otros que trabajan o estudian y algunos con sus familias recién formadas, llenan las calles con respeto y con el silencio que merecen el paso de los titulares por ella.

El relevo está asegurado y además en una mezcla perfecta con la experiencia de las personas que peinan canas y han dedicado muchas horas de su vida a ir ayudando con su trabajo a lo que hoy significa la Semana Santa de Málaga.

Algunos dicen que vivimos una continuidad de traslados, aniversarios y puestas en la calle excesiva durante todo el año, pero también es cierto que la vida cofrade no puede circunscribirse a una semana, y en ese trabajo continuo los jóvenes se integran también de todo ese transcurrir de actividades durante el año que hace posible que en cualquier esquina se escuche el compás de una marcha procesional y se vislumbre una imagen en la calle.

Las cofradías realizan además numerosas actividades con un compromiso social y de ayuda a los más desfavorecidos donde los jóvenes participan y suponen un motor importante y no hay que irse lejos para comprobar que los tenemos y en muchas de esas calles por donde pasan las procesiones de nuestra ciudad. Los rincones y portales encuentran entre cartones y envoltorios improvisados a personas que tienen en ese escenario su vivienda improvisada.

La integración de la juventud es un divino tesoro que hay que cuidar, procurando su participación en los órganos de gobierno, escuchando sus aportaciones fruto de la mirada de los pocos años pero también despojada de halos que puedan generar visiones sesgadas.

Y ahí te los encuentras, ya sea como portadores con el hombro dolorido al día siguiente pero de pronta recuperación, con sus túnicas y capirotes de nazarenos, portando otros enseres en el cortejo procesional o aportando sus notas musicales dentro de las numerosas bandas que ponen ese sonido que cada primavera envuelve la ciudad.

Pidamos al Papa Francisco que hoy ya nos mira desde arriba, que cuide de nosotros, que nos ayude a profundizar en la fe, en la ayuda al que lo necesita, los médicos de eso sabemos bien, somos cirineos que ayudamos en el sufrimiento físico y psíquico y que cada joven continúe dando el impulso necesario para que la Semana Santa cada año sea el escenario de una primavera enmarcada en los sonidos y los aromas del auténtico azahar que como la misma vida nace y nos renueva en la Pasión de Cristo.