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No se recuerda por estos lares un mes de abril tan sorprendentemente violento como este mes de abril en Málaga. Si hay algo que se ... valora en el mundo del turismo (de calidad o masivo, da igual, en todo tipo de turismo) es la seguridad en las calles del lugar elegido para disfrutar de unas vacaciones o establecer residencia. Siempre se ha dicho que la Costa del Sol, en sus profundidades, por la enorme cantidad de urbanizaciones allá donde ustedes ni se puedan imaginar, era guarida perfecta para mafias y mafiosos... pero hasta ahora casi todos se escondían bajo el sol. No hay que olvidar que si los kilómetros de las vías de las urbanizaciones de la provincia se sumaran equivaldrían a una hipotética carretera que uniría, ida y vuelta, a Berlín con Málaga. Imagínense. Pero nunca antes, y miren que hemos tenido capítulos negros, hemos vivido algo como este mes de abril, sobre todo porque nos referimos a enfrentamientos con armas de fuego que han producido heridos y muertos. En la capital ha habido tres tiroteos en otras tantas barriadas, otro en Marbella, a las puertas de una discoteca, y otro en Mijas, donde un ciudadano británico fue asesinado (más bien ejecutado) 'estilo Al Capone'. No hay mejor forma de acabar con cualquier 'ciudad de moda' que dejando que la inseguridad tome posiciones en sus calles. Nadie quiere ir a un sitio donde un tiroteo puede ser la norma de solución de cualquier disputa, o de un ajuste de cuentas o de un robo... como si eso fuese lo más fácil. Estos hechos dejan bien a las claras el enorme déficit de policías y guardias civiles (ojo, que los que hay hacen un trabajo excepcional, con sus mandos en primera línea), y es deber y obligación del ministro Marlaska, que parece dedicado a otros menesteres, solucionar este grave problema. Es difícil entender que nadie alce la voz ante la gran escasez de servidores del orden que sufren Málaga y provincia, al tiempo que parece mentira la facilidad con la que el mercado negro de venta de armas se ha instalado en nuestras calles, porque comprar una pistola es más fácil que encontrar un quiosco abierto para comprar un periódico. No sólo hablamos de seguridad ciudadana para los locales, sino también para los visitantes: nos podemos quedar sin turistas si esto sigue así. Hay que exigir la seguridad a la que tenemos derecho, al tiempo que hay que volver a lamentar la laxitud de un sistema penal que, por lo que vemos, parece que va más contra el bueno que contra los malos...
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