Salvar a Antonio Martín

VOLTAJE ·

Algunos de los mejores merenderos de la costa están levantados sobre una precaria legalidad

Jueves, 2 de junio 2022, 08:18

Atención, habitantes: esta podría ser una de las pocas ocasiones en las que el Ayuntamiento de Málaga intenta salvar un edificio en lugar de derribarlo. ... Llama la atención, pero menos llamativo resulta que ese edificio albergue un restaurante, dada la querencia tabernera municipal que yo a veces, especialmente de noche, también comparto.

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Sobre el Antonio Martín, que no es una persona, ni baloncestista, sino un exchiringuito, pesa la decisión de desalojo y derribo de Costas, que ya había advertido que el restaurante tendría que reducir su superficie de más de 1.500 metros, ya que la ley no permite negocios en playas urbanas que superen los 270 metros cuadrados. Primero la Junta y ahora el Ayuntamiento han salido a su rescate. Cabe señalar que la iniciativa del derribo planteada por Costas tiene como detonante el Plan Litoral lanzado por el propio Ayuntamiento. Sus defensores aluden a que el edificio forma parte de la arquitectura de la ciudad y, sobre todo, de La Malagueta, barrio que por cierto arrastra una silueta que deja bastante que desear, con edificios muy interesantes, algún Lamela, pero que conforma un conjunto setentero de difícil admiración más allá del 'boom' y de cortavientos, con edificios de 15 plantas pegados los unos a los otros. También se hace mención a un supuesto 'interés público' del restaurante que, si nos ponemos serios, parece exagerado porque de interés público tiene bastante poco. Las diversas ampliaciones que el edifico viene experimentando desde los noventa le han convertido en una cosa que nunca ha sido y ha detonado una hemeroteca oscura, ennegrecida por la ambición. A Antonio Martín le pesa su condición de merendero pijo y de parada de toreros que le ha acompañado durante buena parte de su existencia, y le alivian los 135 años de historia de los cuales estuvo bastantes décadas flotando en la ilegalidad, tal y como ahora.

A veces, sucede que la obsesión por cumplir la legislación resulta contraproducente. Pienso además en ejemplos como las viviendas de El Palo y de Pedregalejo que están frente al mar, que forman parte del ecosistema de estos barrios y cuya legalidad también podría resultar sospechosa. Me parecen mucho peor los bloques de chiringuitos que se han construido a lo largo del paseo marítimo de la misma zona, no me molesta la supuesta ilegalidad de Antonio Martín y sí me parecen un incordio otras cosas que cabalgan dentro de la ley. Algunos de los mejores merenderos de la costa están levantados sobre una precaria legalidad. No voy a dar nombres, para no delatarlos, pero quién no ha comido alguna vez en un sitio así.

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