De la salud mental en cuestión

SEBASTIÁN GÁMEZ MILLÁN. PROFESOR Y ESCRITOR

Sábado, 1 de noviembre 2025, 01:00

¿Quién está completamente sano? A decir verdad 'la salud' es un concepto platónico y ya sabemos lo que sucede cuando no podemos aterrizar: el ... sueño de la razón engendra monstruos. Más exactamente lo que existe de manera empírica son cuerpos -y con ello no destierro al alma, al cerebro, a los procesos mentales, al yo...-, más o menos enfermos, incluso desde el nacimiento. A poco que nos preguntemos qué significa 'salud mental' comenzaremos a dudar acerca de dónde establecer los límites entre lo que se considera patológico.

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Si leemos a algunos de los otros 'psicólogos' más penetrantes de la modernidad -Cervantes, Shakespeare, Montaigne, Dostoievski, Nietzsche, Proust-, tendrían serias dificultades para reconocer una frontera. Por tanto, si la intensidad y la frecuencia no alteran la vida corriente de una persona, quizá mejor evitar el estigma social que implica una etiqueta que puede hacerse demasiado pesada ante la mirada social -o la proyección del sujeto con baja autoestima, capaz de incorporarla acríticamente-.

En su afán por clasificar, que a veces no obedece tanto a la voluntad de conocer como de ejercer un poder represivo, las ciencias trazan líneas a fin de distinguir entre lo 'normal' y lo 'anormal'. Distintos autores han argumentado que no existen pruebas concluyentes sobre ello. Y a más normas, más anormales. En 1830, el psiquiatra John Conolly declaró que los médicos «buscan e imaginan una frontera sólida y determinable en aras de una diferencia entre la locura y la normalidad, pero esta frontera no sólo es imaginaria y arbitraria, sino que lamentablemente, por el hecho de aislar a los enfermos mentales de los demás de acuerdo con este supuesto, permite que se tomen medidas, en la mayoría de los casos superfluas, contra las personas tachadas de locas (...) Encierran a alguien y convierten el hecho mismo del encierro en el supremo argumento para demostrar la locura de la persona en cuestión».

En su afán por clasificar, las ciencias trazan líneas a fin de distinguir entre lo 'normal' y lo 'anormal'

El Manual diagnóstico de los trastornos mentales pasó de las 134 páginas en 1952 a las casi 1000 a principios del segundo milenio. ¿De veras se ha avanzado tanto en salud mental o al mismo tiempo se han inventado enfermedades sin fundamento? Se cumple medio siglo de una memorable película relacionada con estos asuntos, 'Alguien voló sobre el nido del cuco', de Milos Forman, con un genial Jack Nicholson: ¿sabemos distinguir adecuadamente entre los enfermos y los inadaptados socialmente?

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Tengo la impresión de que las nuevas generaciones tienen menos prejuicios a la hora de recibir tratamiento y, por lo general, hay mayor tolerancia social hacia las personas con enfermedades: «quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra». En cambio, tengo la impresión de que, con las excepciones de siempre, son más susceptibles, frágiles y vulnerables, menos resilientes, entre otros motivos, por una época donde prevalecen los sentimientos sobre las razones, la sobreprotección familiar, unas condiciones de bienestar material desconocidas antes, las nuevas tecnologías y las redes sociales, que nos impulsan a la tiranía de la inmediatez y a la pérdida de paciencia. Paradójicamente se expande la incomunicación y la soledad cuando nunca en la historia hemos contado con tantos medios para paliarlas.

En España, una de cada tres personas padece algún problema de salud mental, proporción que llega hasta el 40% de los mayores de 50 años, como refleja el último Informe anual del Sistema Nacional de Salud 2023 del Ministerio de Sanidad. Los trastornos más comunes son los de ansiedad, del sueño y depresivos. Los primeros afectan al 10% de la población, y al doble de mujeres (14%) que de hombres (7%). La depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, de las cuales el 65% recae después del tratamiento.

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Asimismo, es de vital importancia afrontar los suicidios. En España de 2018 a 2022 la cifra pasó de 3.539 a 4.227, incrementándose casi un 20% (por cierto, bastantes más hombres que mujeres). En 2023 descendió ligeramente hasta 4.116. Sin embargo, los grupos de 15 a 29 años y de 30 a 44, aumentaron. Según estudios realizados en Europa y Estados Unidos, en al menos un 90% de los casos se percibe «una presencia inequívoca de una patología severa (...) Sin enfermedad mental es rarísimo que se produzca un acto suicida».

Al margen de los medios de las instituciones, en esta vertiginosa aceleración de los tiempos por las tecnologías y la tiranía de la inmediatez, no acertamos a saber contarnos lo que nos pasa. Aprendamos a saber estar con nosotros mismos y a la vez con los otros. Recurramos al abrazo solitario y solidario del arte y de la lectura para comprobar que no estamos solos en nuestras irreductibles diferencias. Y al amor y al humor: al igual que la educación, no lo curan todo, pero son de las pocas medicinas para casi todo.

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