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Renovación de concejales en el tardofranquismo

Renovación de concejales en el tardofranquismo

FRANCISCO MOYANO

Martes, 13 de noviembre 2018, 00:09

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COMO queda de manifiesto en la Historia, los ayuntamientos de la España de Franco no eran democráticos (no confundir con democracia orgánica), pero se celebraban elecciones para renovar las corporaciones. Los ediles pertenecían a los tercios familiar, sindical y de entidades o corporativo. Se conoce como "tardofranquismo" al periodo comprendido entre 1969 y 1975, año de fallecimiento del dictador, aunque, en ocasiones, se retrasa hasta 1972. Los dos últimos procesos de renovación de las corporaciones municipales durante la dictadura tuvieron lugar en el mes de febrero de 1971 y 1972. Hagamos memoria de lo que aconteció en el Ayuntamiento de Marbella. Presidía el Consistorio Francisco Cantos Gallardo, tras el periodo de Antonio Lizarza, y en el tercero de los periodos en que fue alcalde de la ciudad. Fue en la sesión plenaria del 25 de octubre de 1970 cuando se estableció las vacantes para las elecciones que iban a tener lugar en el mes de noviembre. La toma de posesión de los nuevos ediles y, por tanto, constitución de la nueva corporación, tuvo lugar el domingo, 3 de febrero de 1971, en horario de mañana. Asistieron los concejales que no fueron afectados por la renovación: Antonio Maíz Viñals, Antonio Lorenzo Cuevas, Enrique Nieto Cantos, Antonio Bermúdez García, José Medina Merchán y Antonio Gálvez Ruiz. Junto a ellos los que cesaban en el cargo: Joaquín Gómez Agüera, José Díaz Recio, Gonzalo Beltrán Cañestro, Juan Fernández Peinado, Antonio Robles del Río y Antonio Valera López. Los asistentes elegidos (algunos repetían) eran Francisco Palma Sánchez, Joaquín Gómez Agúera, José Arias Campomanes, Luis Fernández Martínez, Antonio Robles del Río y José Manuel Vallés Fernández. Francisco Palma fue elegido por el tercio familiar; pasado el tiempo, ocuparía el cargo de alcalde cuando en la transición Francisco Cantos presentó su dimisión. José Manuel Valles pertenecía al tercio de entidades e iba a ocupar la tercera de las tenencias de alcaldía designadas; la primera fue para Antonio Maíz y la segunda para Antonio Robles. Tras la lectura de los correspondientes artículos de la legislación vigente, por parte del secretario, se procedió al juramento del cargo de manera individual. La fórmula empleada era la siguiente: "juro servir a España con absoluta lealtad al jefe del Estado , estricta fidelidad a los principios básicos del Movimiento Nacional y demás leyes fundamentales del Reino, poniendo el mismo celo y voluntad en el cumplimiento de las obligaciones del cargo de concejal de este ayuntamiento para el que he sido nombrado". El alcalde respondía: "si así lo hacéis, Dios y España os lo premien y si no os lo demanden." Se procedió a la asignación de delegaciones, incluyendo como concejal de deportes a Antonio Lorenzo Cuevas quien impulsaría su empeño fundamental de conseguir una ciudad deportiva de Marbella, de la que llegaría a construirse tan solo el estadio, que en un principio llevaría el nombre de Utrera Molina, posteriormente Municipal y recientemente, por decisión del pleno, el del concejal Lorenzo Cuevas. Significativo igualmente el nombramiento de José Manuel Vallés como Concejal de Cultura. Su gestión iba a significar un antes y un después en el desarrollo cultural de la ciudad, donde prácticamente había que empezar desde cero. El espíritu emprendedor del maestro Vallés y su carisma para concitar voluntades fue decisivo en los logros que llegarían. Finalizada la sesión extraordinaria de constitución, la nueva corporación se reunió en una comida, en el transcurso de la cual, el primer teniente de alcalde, Maíz Viñals, destacó en un sentido discurso, la consolidación de Marbella como ciudad turística y la extraordinaria labor que venía desempeñando el alcalde Cantos Gallardo. En la renovación municipal de 1974, aparece como segundo teniente de alcalde Francisco Palma Sánchez, que iba a ser alcalde durante un corto tiempo, dejando el cargo para presentarse a la alcaldía en las primeras elecciones democráticas, por lo que ocupó el puesto de Alcalde José Manuel Vallés, quien más tarde sería candidato por Alianza Popular. En la renovación de 1974 se creó una cuarta tenencia de alcaldía que recayó en Pedro Garrido. Aquellos ediles, casi olvidados en tierra de nadie, fueron los últimos de un régimen, con extremadas carencias democráticas, y dieron el relevo para otro con muchas dificultades en los orígenes y con verdadera generosidad por parte de sus protagonistas, ignorada frecuentemente por la tendencia actual a ningunear aquellos años.

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