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SALVADOR MORENO PERALTA. ARQUITECTO
Viernes, 18 de abril 2025, 02:00
Dentro de la complejidad de la profesión periodística no cabe duda de que uno de sus objetivos-estrella es dar un 'scoop', o sea, una ... noticia bomba, ya sea por su razonable interés, por su morbosidad escandalosa, o simplemente por su excepcionalidad con respecto a la amodorrada realidad cotidiana. Pero desde hace mucho tiempo la realidad que los medios transmiten de España es la de una permanente trifulca ideológica de garrotazos goyescos. De esta forma el verdadero 'scoop' sería una noticia que expresara exactamente lo contrario de esa realidad. Este periódico dio cuenta hace unos días de un suceso en Málaga destacado por su perturbadora normalidad: la jubilación del socialista Rafael Centeno de la vida política y de su puesto como Jefe del Servicio de Educación del Ayuntamiento.
Rafael Centeno es un orgulloso paisano de Genalguacil, con todas las cualidades del hombre de pueblo cuando sale bueno y no reniega de sus orígenes: listo como el rayo, con una inteligencia telúrica impregnada de la húmeda energía de la tierra: sabiduría ancestral, prudencia, juicio sensato y convicciones firmes, templanza y agudo sentido del humor, una pasión por la enseñanza de maestro antiguo y una idea de la honradez, de la amistad y la lealtad calderonianas. Y todo eso, además, aplicado al ejercicio de una función pública en la que siempre creyó y a la que se entregó.
Pero ni las cualidades de Rafael ni la semblanza de su intensa vida política al servicio de la educación y la cultura justificarían estas líneas, pues ya la hizo en estas páginas, y muy bien, Pilar Quirós. El 'scoop', lo noticiable, era la foto con que se acompañaba: la de su despedida del alcalde en su despacho del Ayuntamiento, escenario de una entrega apasionada de ambos a la función pública desde su rivalidad política. Esa foto transmitía la normalidad de algo que ha dejado de serlo: el respeto, un respeto entre ellos, pero también hacia la política, hacia nosotros. Se me hace muy duro pensar que ambos representan a dos partidos que ya no existen, aunque quizás lo que haya dejado de existir es el valor que otorgamos a unas cualidades humanas cuando la sociedad era el espacio de convivencia y no un coso para una competitividad de gladiadores, tan tecnificados como embrutecidos.
No sé... sabemos de la gran crisis de los medios agredidos por las redes, tictoques, instagrames y otros tipos de estupefacientes. También les llegará su crisis, y tal vez sea entonces cuando, por reacción, se descubra el irresistible atractivo de lo que Rafael representa: la autenticidad.
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