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Racializada

ELENA MORENO SCHEREDRE

Viernes, 24 de enero 2020, 07:59

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Tengo prisa en que las mujeres lleguen a las cúpulas de las entidades bancarias, de las multinacionales y los organismos que manejan las mareas económicas del mundo. También tengo temor, porque el camino está resultando largo y difícil, y el cansancio se parece tanto a la derrota que a veces no llegan las que tienen que llegar, sino unas jóvenes afiladas, empoderadas, enrocadas en la ignorancia y deslenguadas (sin el manejo acertado de la palabra o conocimiento) con las que me resulta imposible empatizar. (Racializada. ¿En serio?) La lengua, nuestras palabras, son el elemento comunicador por excelencia, y el que revela la inteligencia, el nivel cultural, la educación, la voluntad de diálogo o la generosidad que implica hacer comprender tu idea al otro sin ofender. Me entristece y abochorna comprobar que los ladrillos que pusimos otras generaciones para subir a la tapia y saltar del otro lado se utilicen para imitar un comportamiento hasta ahora discriminatorio y masculino.

Los hombres de hoy, su mundo, tienen poco que ver con el de sus abuelos, entre otras cosas porque quienes los hemos educado les hemos provisto de un equipaje de respeto por la mujer, maltratada y denigrada por la historia de las civilizaciones. Y lo hemos hecho desde la lengua, admitiendo que hay un lenguaje inclusivo en el que la gramática no es un agravio sino un vehículo que no debe retorcerse para beneficio propio. El Ministerio de Igualdad, recientemente creado y a cargo de Irene Montero, es y será el objetivo de las miradas de muchas mujeres que no consiguen alcanzar el respeto y la educación necesaria. Hasta ahí todos de acuerdo, pero mal empezamos si hemos de excluir a los hombres en el camino hacia la deseada igualdad; las patosas reivindicaciones innecesarias y veladas amenazas con las que se inicia este mandato femenino no me parecen halagüeñas.

No me atrevo a reproducir los tuits de miembros integrantes del Instituto de la Mujer reivindicando comportamientos sexuales o inventándose términos como 'racializadas'. Las supremacías raciales estaban, hasta ahora, en manos de colectivos que siguen a Trump o a la extrema derecha, por eso le han hecho un flaco favor a la recién nombrada directora general de Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial, empañando su brillante curriculum con la advertencia de su raza. Se inicia la 'performance' y el 'attrezzo'. Ya tenemos traducción simultánea, escenario y libreto. Ahora solo hace falta saber el coste que tendrá la función. Aterida de desconfianza en este invierno de anunciados apocalipsis e insultantes prepotencias me tranquilizo al comprobar que, a pie de calle, la igualdad y la convivencia funcionan bastante mejor que en el templo de las sacerdotisas. El horizonte, para la mayoría de la gente buena, no tiene género ni color. Para este viaje no se necesitaban este tipo de alforjas.

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