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Sábado, 8 de septiembre 2018, 09:52
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Del teatro en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez disimulado, mohoso y cubierto de polvo, se escuchó su discurso inflamado. Quim Torra no quiso pasear esta vez por la fuente de Guiomar y Machado para entonar su arenga secesionista. En esta ocasión prefirió la soledad de un escenario, sin más compañía que la del lazo amarillo del 'apartheid' nacionalista y su bandera enclaustrada, para por enésima vez desafiar al Estado español. Con palabras torpes, pero sencillas e inequívocas, no dudó en mantener la beligerancia de su mensaje secesionista de ruptura sin paliativos y sin rimas. La democracia es limitada siempre para un secesionista. El nacionalismo empequeñece la libertad del que no comparte sus ideales y convierte la convivencia en una imposición por su parte.
De extrema pero sin ultimátums fue definida esta alocución del pasado martes por los periodistas bronceados al nuevo sol monclovita. Tanto es así, que incluso la portavoz del Gobierno, la ministra Celaá, entendió que era un discurso sólo para los suyos, y que no debíamos darnos por enterados, manteniendo la actitud para el diálogo con el secesionismo expresada días antes por Pedro Sánchez. Consideró el discurso de Torra de mera «inflamación verbal». Parece que la ministra fue la que finalmente se quedó con el presente que hizo Torra a Sánchez en su visita a la Moncloa, la botella de licor de ratafía, que sin duda ha sido clave para que pueda mantener sus tragaderas políticas intactas.
La realidad es la que todos entendimos. El dirigente catalán mostró sin disimulo su estrategia repetida de tensionar a la ciudadanía, fundamentalmente a la nacionalista, para que ocupen la calle y no dejen espacio para el que discrepa, con la intención de que se imponga el discurso único del nacionalismo, ahora que se avecinan fechas propicias. La parte más peligrosa de su discurso fue la advertencia que lanzaba al Ejecutivo español a propósito de la sentencia futura sobre los políticos catalanes presos. Avisó que no se resignarían a nada que no pase por la libertad de los encausados así como al regreso sin consecuencias de los que cobardemente se fugaron. Suena cada vez más el runrún de una posible negociación a este respecto. Nos quedaríamos helados ante semejante artimaña.
En su retórica nacionalista se atrevió incluso a citar a Martin Luther King y propuso una «marcha de ciudadanos». Ver para creer. Quim 'Luther' Torra olvidó las palabras certeras del referente moral al que se atrevió a nombrar: «La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes».
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