Quién soy
Hay quien se pregunta con frecuencia, ¿quién soy? La respuesta está en el interior. De hecho, para muchas personas, la misma existencia es un acto ... de rebelión. No es mala sugerencia, en este caso, de Albert Camus. ¿El aliado para tamaña empresa? El corazón. El ser. Apasionadamente lúcido, encarnizadamente pertinaz, deliciosamente vivo. Este tipo de corazón es el mejor cómplice para transitar por las sendas de la verdad y la libertad.
Ha tocado en suerte una sociedad de muchos corazones fáciles. Volátiles, frágiles, líquidos. Muchos sentimientos se descubren sin orden y concierto sometidos al huracán de las sensaciones del momento, de lo que surja, de lo que fluya.
¿No será urgente tarea cuidar el corazón y la libertad? ¿Responder a la pregunta interior de la identidad? Existe el riesgo de sucumbir a la tiranía del deseo maquillado de corazón. Dictadura que conduce por el camino del instinto ciego.
El corazón que ama de verdad deja en libertad, busca plenitud y no se deja perder en vaivenes emocionales. Apetecibles, pero coyunturalmente vacíos. Aunque aparezcan inicialmente, furtiva y fugitivamente como sabrosos. El corazón verdadero no teme la ventolera de los sentimientos; juega la carta del compromiso afectivo y efectivo con verdad y fuerza. ¿Cómo se consigue este corazón? Cuidando la elección de nuestros tesoros, de nuestras ambiciones, de nuestros afectos. Donde colocamos el tesoro, allí sin falta, colocaremos el corazón. Lo advierte Jesús de Nazaret. No vale engañarse. Conviene preservar la salud del corazón: analicemos con lupa tesoros, ambiciones y afectos. No está de moda sentir y amar así. Lo sé. Tampoco está de moda el silencio y en el silencio nace toda palabra. Cuida el corazón más allá de toda moda, de toda sumisión. Vivir así vale la pena. Tengo la seguridad de que lo sabe bien quien lee estas líneas.
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