Un PSOE menos extremeño

Pero lo que ha acabado desatando el escándalo ha sido la decisión del también secretario general del PSOE extremeño de dejar la presidencia de la Diputación señalada judicialmente para, gracias a la generosidad de quienes formaron parte de la lista socialista por Badajoz en las últimas autonómicas, acceder a un acta como miembro del Parlamento de Extremadura. Gallardo había declarado que, de hacerlo así, lo haría una vez se cerrase el procedimiento judicial por el que se encuentra imputado junto a David Sánchez.

Sin embargo, lo ha hecho sin miramientos hacia el socialismo extremeño, resuelto a ocupar un escaño en la Asamblea autonómica que le concederá un aforamiento que hasta hace poco tiempo negaba y que ahora considera una cuestión menor. Lo mismo que Pedro Sánchez, que en 2018 promovió una reforma legislativa para que el aforamiento alcanzase únicamente a los actos estrictamente institucionales de los cargos públicos, y siete años después se muestra comprensivo con la impetuosidad de Gallardo. De forma parecida a como el PSOE resolvió en su último congreso que solo en caso de sentencia sus afiliados se verían obligados a renunciar a un acta.

El mensaje del que Gallardo ha hecho partícipe al PSOE en su conjunto es que hay un bien superior al de la honorabilidad del partido y al de sus gentes. Es el disciplinado ejercicio del poder interno, en cuyo nombre pueden y deben ser retorcidos tanto los principios éticos como los compromisos adquiridos. Abierto ya juicio oral contra David Sánchez y Gallardo, éste y quienes le amparan se han encargado de demostrar que no hay nada inocente en la política que encarnan.