Secciones
Servicios
Destacamos
En aquellos años de la Independencia (1810/1816) Buenos Aires y Montevideo luchaban por la capitalidad del antiguo Virreinato del Río de La Plata. Los ' ... orientales' de a pie tenían la piel color café con leche debido al tráfico de esclavos que cruzaba la frontera con Brasil por Rocha, sin que el famoso fortín sirviera para nada, o por el contrario desembarcaban en los puertos de Montevideo o Buenos Aires al ritmo tamboril del candombe africano que les servía para matar hambre y maltrato en los bajeles de aquellos buques infames. Escribimos uruguayo de a pie, porque la epidermis de la élite es lechosa con cabello rubio y ojos celestes. Cuando Montevideo se separó de Buenos Aires, la nación se denominó República Oriental del Uruguay, orientalidad que amaba Jorge Luis Borges, porque uno de sus abuelos, el coronel Francisco Borges, había luchado en varios conflictos que ensangrentaron esta nación, esto es, unos contra otros, y Uruguay siempre en medio: uruguayos contra argentinos, contra brasileños, bolivianos e incluso contra paraguayos, uruguayos contra sí mismos, aunque deudores de una educación en quien mirarse, que de esa forma lo había decretado su primer presidente Artigas.
Esta república mínima, si la comparamos a sus vecinos, los gigantescos Brasil y Argentina, sobrevivió gracias a su maravillosa costa transatlántica, tan enigmática y profunda como inabarcable. Uruguay se convirtió en la Suiza americana, entre episodios velados que van desde Colonia de Sacramento, la mágica Piriápolis, hasta el Hotel Cottage o el soberbio Casino de Carrasco donde gané mil dólares en 2001. Precisamente Uruguay es uno de los países que aparecen -junto con Argentina, sí, viste- en mi biografía viajera. Lo he visitado seis veces y ha sido para mí un aporte de lujo pacífico, aunque inestable. En marzo de 1971 la motonave'Cabo San Roque', con un niño dentro que era yo, atracaba en el puerto de Montevideo mientras el presidente Bordaberry iniciaba un proceso cívico-militar que, incluso, superaba a las fuerzas armadas por la derecha. Comenzaron los secuestros y las detenciones como en Argentina y Brasil.
Los tupamaros, los montoneros, el ERP, y otras organizaciones violentas de extrema izquierda, fueron secuestrados sin piedad, entre ellos el floricultor José Múgica, que sobrevivió durante once años a las torturas en una ciénaga inmunda. Cuando José Mujica, se transformó en Pepe Mujica, basó su popularidad en un discurso sin venganza en el que exigió un país igualitario y sin delatores. Su ascenso fulminante -del cenagal al sillón presidencial- no transformaron su estilo de vida, en una humilde chacra, con sus flores, su perra Manuela de tres patas...Y en eso va y se nos muere Pepe Mujica, de la provincia Oriental del Uruguay, un símbolo de honestidad y una gran pérdida.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.