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Protestas y desmanes

Editorial ·

El independentismo, que ha exhibido músculo en las movilizaciones contra la sentencia, no puede desentenderse de la violencia

Sábado, 19 de octubre 2019, 10:14

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Los cientos de miles de personas que se han movilizado estos días para mostrar su profundo desacuerdo con la sentencia del Tribunal Supremo sobre el 'procés' han reflejado también la pulsión secesionista que no ceja en Cataluña. Pero ni la constatación del enfado masivo que ha generado la condena a los líderes independentistas ni la persistencia de un amplio deseo por avanzar hacia una república propia pueden cuestionar la naturaleza democrática de las decisiones que adoptan los poderes del Estado constitucional en cuanto a su sujeción a la legalidad vigente. Por eso es imprescindible que los días de las emociones en Cataluña pasen cuanto antes para que tanto el independentismo institucional como el social puedan leer serenamente los argumentos de la Sala Segunda y su alcance último. Y para que la coalición secesionista que gobierna la Generalitat abandone el victimismo tras el que intenta ocultar sus diferencias domésticas y sus dificultades para realizar una política responsable. Unas dificultades puestas aún más en evidencia con la clamorosa huida hacia adelante del presidente Torra al anunciar un futuro referéndum de autodeterminación mientras se niega a convocar elecciones autonómicas. El independentismo no podrá seguir pasando por alto que de su seno han surgido manifestaciones violentas más que preocupantes, sin que partidos y entidades secesionistas puedan considerarlos como un asunto ajeno o circunstancial. Ayer volvió a mostrar su músculo al reunir en Barcelona a más de 500.000 personas que, en el ejercicio de sus libertades, expresaron su disgusto por la sentencia y su apuesta por una ruptura con España. Pero ni los organizadores de las 'marchas por la libertad' ni siquiera sus participantes pueden desentenderse de los desmanes y actos de violencia que se han sucedido esta semana en paralelo a sus protestas. El independentismo no puede limitarse a reclamar su pacifismo mientras grupos de alborotadores hacen uso de la 'estelada' para provocar incendios. Porque no hubiese habido violencia en el aeropuerto de El Prat si el Tsunami Democràtic no hubiera llamado a impedir su funcionamiento o cuando contempla la «acampada indefinida» organizada por los CDR en un punto neurálgico de Barcelona como si formara parte de una reacción colectiva sin más. El colapso al que tantas convocatorias, incluida una «huelga general de país» de desigual seguimiento, sometieron ayer a las comunicaciones de Cataluña fue la metáfora del colapso que padece el propio independentismo.

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