Premio Nobel de Economía 2025: algunas enseñanzas
José M. Domínguez Martínez
Catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Málaga
Domingo, 26 de octubre 2025, 02:00
Primero, los hechos. En un período de 8 siglos y medio, desde el año 1000 al año 1850, el PIB per cápita medio de un ... conjunto de 30 países europeos se multiplicó, en valor real, por 3,7; en los 150 años que transcurrieron de 1850 a 2000, lo hizo por 12,2. En el texto explicativo de la concesión del Premio Nobel de Economía 2025, titulado 'Del estancamiento al crecimiento sostenido', la Academia de Ciencias Sueca comienza destacando que, en los últimos 200 años, el mundo ha conocido un mayor crecimiento económico que nunca antes. Si bien éste se mide en unidades monetarias, a través del PIB, comprende muchas facetas relativas al nivel y a las condiciones de vida.
En la mayor parte de la historia de la humanidad, dichos estándares no se modificaban sustancialmente de una generación a la siguiente, y ello a pesar de que se producían, aunque esporádicamente, importantes descubrimientos. La situación se alteró fundamentalmente con la Revolución Industrial. A raíz de ésta, la transformación tecnológica y el avance científico dieron paso a un ciclo permanente de innovación y progreso, base de un crecimiento notoriamente continuo, como pauta general. Este año, la Academia Sueca ha decidido premiar a tres investigadores que han efectuado aportaciones significativas para explicar cómo las innovaciones tecnológicas propician que haya un crecimiento económico sostenido.
De un lado, el historiador económico Joel Mokyr, profesor de una universidad estadounidense (Nortwestern) y de otra israelí (Eitan Berglas School), ha sido galardonado por su descripción de los mecanismos que permiten que los avances científicos y sus aplicaciones prácticas se complementen y creen un proceso autogenerado que lleva a un crecimiento sostenido. Dado que dicho proceso desafía intereses prevalecientes, se pone de relieve la importancia de una sociedad abierta a nuevas ideas y que permita el cambio.
Mokyr ha demostrado que es necesario que haya un flujo continuo de «conocimiento útil». Dentro de éste diferencia dos componentes: a) el «conocimiento proposicional», referido al porqué del funcionamiento de algo; y b) el «conocimiento prescriptivo», que concierne a lo que es necesario para que algo funcione. Hace falta no sólo saber que algo funciona, sino también por qué. Este componente estuvo ausente antes de la Revolución Industrial, lo que dificultó sacar partido de los descubrimientos e invenciones. Para desarrollar nuevas ideas, hace falta conocimiento técnico y práctico, y también conocimiento comercial. Sin estos ingredientes -resalta la Academia Sueca- «incluso las ideas más brillantes se quedarán en la mesa de dibujo, como ocurrió con los diseños de helicóptero de Leonardo da Vinci».
Mientras que Mokyr recurrió a observaciones históricas para sus explicaciones, los profesores Philippe Aghion (Collège de France, INSEAN y London School of Economics) y Peter Howitt (Brown University) elaboraron un modelo económico matemático que muestra cómo el avance tecnológico lleva a un crecimiento sostenido. Éste puede parecer un proceso lineal y sosegado, pero encubre una dinámica de mutación permanente en la que emergen empresas nuevas y desaparecen otras. Es el fenómeno que Schumpeter describía como «destrucción creativa», y que consideraba un rasgo distintivo del capitalismo.
Una empresa que lanza un nuevo producto o un método de producción más eficiente logra una posición competitiva en el mercado, desbancando a otras compañías, y al mismo tiempo induciendo la búsqueda de nuevas mejoras productivas. Las empresas que introduzcan innovaciones pueden obtener ventajas económicas si están protegidas por patentes, lo que crea incentivos para que inviertan en actividades de investigación y desarrollo (I+D). En un artículo de 1992, Aghion y Howitt plasmaron el primer modelo macroeconómico en el que se recogen las distintas implicaciones del proceso de destrucción creativa en el conjunto de la economía. Dicho modelo -que, pese a su manifiesta complejidad, sus autores califican como 'simple'- puede ser utilizado también para analizar si hay una cantidad óptima de I+D.
Son diversas las lecciones que pueden extraerse de las contribuciones científicas de los laureados: i) el crecimiento económico no es algo que se pueda dar por descontado; ii) un descubrimiento aislado tiene poco impacto, si no va acompañado de un 'conocimiento útil'; iii) la existencia de competencia es crucial para el crecimiento; iv) la innovación crea ganadores y perdedores; v) estos últimos requieren protección, que debe centrarse en las personas y no en ocupaciones no viables; vi) la movilidad social es clave para la aparición de emprendedores; vii) La I+D es fundamental para el dinamismo económico; y vii) un crecimiento sostenido no es sinónimo de un crecimiento sostenible.
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