Pintar las multas de dorado

VOLTAJE ·

Para ser grafitero hay que hacer cosas ilegales

Martes, 25 de enero 2022, 07:46

El arte urbano está lleno de contradicciones que vienen de antiguo. El interés de ayuntamientos, fundaciones y marcas por la decoración de paredes y la ... consideración definitiva del grafiti como una forma de expresión artística se enfrenta a las leyes que protegen el entorno y que prohíben de manera explícita estas intervenciones. El valor artístico que se le pueda dar a una pieza en un mural es subjetivo, y en términos legales parece difícil distinguirlo de una pintada con espray negro que diga 'Te kiero loli' en una pared, o de las dichosas firmas, o de la sempiterna fascinación de algunos grafiteros por los órganos sexuales masculinos. El límite entre el arte y la gamberrada es difuso.

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A ONUO, un chaval veinteañero que estuvo pintando de dorado papeleras, bancos, contenedores y fuentes en La Cala y en Málaga, después de siete años de embrollo judicial, le ha caído una multa de casi 8.000 euros. Pese a lo interesante de su propuesta, la pena es inevitable, aunque sorprende que, mientras que desde el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria se dijo que no se tomarían medidas contra el artista, desde Málaga, gobernada por el mismo PP, se anunció lo contrario: ninguna excepción cultural. La voluntad política no ha servido de mucho en el proceso judicial, pero se entiende la carcajada cuando desde este mismo ayuntamiento se pretendió convertir a Málaga en «la nueva capital del arte urbano», invitando, previo pago, a varios artistas de renombre a intervenir las paredes del Ensanche recién bautizado como Soho. El proyecto no tuvo continuidad (quizá sea mejor así) y le salió un competidor en Lagunillas, barrio en el que se han aprovechado los desperdicios de la Málaga en ruinas para que emerja otra cosa que podrá ser considerada arte, decoración de exteriores o gamberrismo, pero que en cualquier caso surge de la calle y no de un despacho.

El arte urbano mantiene una relación íntima con la ilegalidad, hay que hacer cosas ilegales para poder serlo y luego, por lógica capitalista, esta manifestación ha terminado invadiendo las salas de los museos y el mercado del arte. Las obras se convierten en objetos de deseo, algunos están dispuestos a pagar mucho dinero por ellas, y sus autores tienen el derecho legítimo de ganarse la vida con su arte.

Los grafiteros, los buenos y los malos, conviven con las multas de manera habitual, sin distinciones, hasta Invader está en un proceso judicial por un delito contra el patrimonio. La buena noticia es que hay fórmulas para hacer frente a estas sanciones. La cultura malagueña se ha volcado con este pintor dorado de una manera ejemplar. El Vicerrectorado de Cultura de la UMA prestará sus instalaciones en el Contenedor para acoger una exposición de varios artistas que donarán obras para recaudar fondos y pagar esta multa, desproporcionada, quizá injusta, pero ajustada a la ley.

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