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Todo pendiente

Antonio Ortín

Málaga

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Lunes, 12 de noviembre 2018, 00:05

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Escribió Larra que España es un país muy dado a gastar la pólvora en salvas. Y es cierto. Se nos va mucha energía en debates superfluos, en acaloradas controversias de barra de bar, que luego sin embargo somos incapaces de catalizar hacia una revolución (de las de verdad, no de las de pancarta y pasquín) que propicie un cambio en todo aquello que nos perjudica. Tenemos ejemplos recientes, como el 15-M, un movimiento verdaderamente esperanzador, surgido como motor de la indignación contra los abusos de las élites, pero que ha quedado finalmente en una caricatura con los Iglesias, Echenique, las Colau, etc, convertidos en miembros activos de aquello que paradójicamente ellos mismos bautizaron como la casta. Y no nos faltan, claro, episodios en nuestra propia Historia. Desde el apasionamiento con el que el noventayochismo de tertulia despachaba el patriotismo mientras el Imperio se iba al fondo del mar con nuestra flota recibiendo mandobles hasta en galeras hasta el fervor del 'vivan las caenas' con el que España dio la bienvenida a un Fernando VII que vino a devastar el país .

Y, en fin, con esa inconsistencia que a veces nos define es fácil descodificar cómo, de campaña en campaña electoral, uno ve reproducirse los mismos mensajes, los mismos clichés, sin que esta España mansa se soliviante más que por lo superficial. Basta con ver la que se ha formado a cuento del desafortunado 'gag' televisivo del humorista Dani Mateo limpiándose los mocos con la bandera española. A mí, qué quieren que les diga, me parece que este pájaro no tiene ninguna gracia con o sin bandera. Pero convertir el asunto en epicentro del debate nacional con la que tenemos encima me dice aún menos de quienes asistimos a esa mamarrachada y dejamos que el resorte fácil del 'indignómetro' nos salte con tanta furia a propósito de esta estupidez. Claro que a las pocas horas salió la también desafortunada foto del almuerzo familiar en un McDonald's con el que Pablo Casado y Juanma Moreno cerraron la intensa agenda de precampaña del puente de noviembre y había que ver la demagógica reacción en cadena de los rivales; parecía que nadie hubiera pisado nunca un restaurante de este tipo o que ahora todos descartan para el carrito de la compra cualquier producto que no lleve el estricto sello de 'producto local'.

Y este nivel, en fin, con todo lo que tenemos pendiente: alumnos que transitan su vida escolar en casetas prefabricadas; jóvenes investigadores a 900 euros al mes; vecinos que por no tener, no tienen ya ni esperanza de encontrar un trabajo. O, por poner algún ejemplo más, listas de espera quirúrgicas; o enfermos de alzhéimer, parkinson o de síndromes extraños a los que sólo atienden sus familias. Visto lo cual, queda tanto pendiente que, de tan importante que es, diríamos que es todo.

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