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El peligro son los otros

La organización señala que el binomio, terrorismo inmigración, que ha centrado la cumbre del G6, ha sido una idea poco afortunada, porque supone un peligro real para la convivencia

LUIS PERNÍA IBÁÑEZ. PLATAFORMA DE SOLIDARIDAD CON LOS INMIGRANTES DE MÁLAGA

Lunes, 18 de diciembre 2017, 07:46

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Desde que estallara la crisis de 2008, el poder europeo ha hecho esfuerzos enconados para enmascarar la frágil integración comunitaria y poner el énfasis en el afianzamiento de sus fronteras hacia fuera, con un mensaje sutil: el peligro son los otros.

Decía el preso anarquista 155, Simón Radowitzky, desde su penal en Tierra de Fuego, allá por los años treinta, «Siempre estamos en una jaula y cuando creemos que hemos salido de ella nos encontramos metidos en otra y así sucesivamente». Una de las variantes de esta falta de libertad es el miedo, la jaula del miedo; cuando creemos haber superado uno, nos encontramos prisioneros en otro. Es el miedo que provocan las políticas migratorias de la UE y de grupos más manifiestamente xenófobos como los tripulantes del C-Star, el barco fletado por el fascismo paneuropeo de Generación Identitaria, cuya presencia en el Mediterráneo se justifica en defender nuestros valores y torpedear los esfuerzos de quienes, como Médicos sin Fronteras o Proactiva Open Arms, tratan de salvar las vidas de aquellos que se lanzan al mar, acusándoles, además, de colaborar con mafias dedicadas al tráfico de personas.

Dice el discurso xenófobo de Generación Identitaria «Se está produciendo una invasión. Esta inmigración masiva está cambiando la faz de nuestro continente. Estamos perdiendo nuestra seguridad y nuestro modo de vida y corremos el peligro de que los europeos se conviertan en una minoría en sus propios países».

Este discurso podría sorprendernos de no ser porque sigue las líneas de lo que, de un modo más sutil, marca la propia Unión Europea. Es decir, halla su legitimación en la configuración de la UE como dispositivo de seguridad y fortaleza.

Esta fortaleza ha encontrado en las supuestas amenazas terroristas y del flujo de personas el elemento perfecto mediante el cual cohesionar la fracturada identidad europea; denostar al otro para construir un nosotros. La visión del otro, de refugiados e inmigrantes con imágenes estereotipadas de que son los bárbaros y hay que defendernos. Una polarización que desfigura la realidad y legitima la violencia.

Esta fundamentación de la identidad europea en que el peligro son los otros, y para lo que se están gastando cuantiosos fondos para la externalización de fronteras y militarización del Mediterráneo, deriva en miedo. Ese temor ha sido siempre uno de los aliados más fieles del poder e intenta que la población viva inmersa en él. Esto lo refleja bien el cineasta francés Xavier Gens en 'La piel fría', película donde habla cómo el ser humano se enfrenta a lo que se presenta como desconocido y cómo el miedo determina nuestro comportamiento. Pero también la película manifiesta cómo Friend es un hombre que se esfuerza por encontrar herramientas que permitan comunicarse con la criatura anfibia de apariencia humana, Aneris, y así lee libros, es curioso, se empeña por comprenderla. Un símil para decir que la convivencia y la comunicación son necesarias para la supervivencia y el enriquecimiento mutuos. Si no es así terminaremos destruyéndolos a todos.

La película es una metáfora que nos lleva a los inmigrantes y refugiados, sobre los que se ha creado una atmósfera de miedo, cuando en realidad vienen porque les persiguen, porque son débiles frente al poder en sus países, porque no quieren morir, porque se sienten víctimas de unas guerras que ellos no han provocado. Y nosotros, en lugar de escucharles, les atacamos, construimos muros, enviamos a la policía para que les expulse.

El miedo no solo como construcción social de la identidad europea, sino como ideología, que, como es omnipresente, produce desconfianza y conflicto con el 'otro', al que atribuye la culpa del paro, de la inseguridad o del terrorismo, y genera, por tanto, la necesidad de protegernos de él.

De ahí que este año, al celebrar el Día de las personas migrantes, las organizaciones proinmigrantes hagamos nuestra la denuncia de Migreurop España que ha advertido de que es totalmente desafortunado y una irresponsabilidad para la convivencia, que la Unión Europa y sus Estados miembros unan terrorismo e inmigración, como si fuesen un mismo concepto.

Así lo ha manifestado el martes 17 de octubre la organización formada por Andalucía Acoge, APDHA, CEAR, Elin y SOS Racismo, a través de un comunicado, después de la celebración de la cumbre del G6 en Sevilla, que ha dado cita a los ministros del Interior de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Polonia y España.

La organización señala que el binomio, terrorismo inmigración, que ha centrado la cumbre del G6, ha sido una idea poco afortunada, porque supone un peligro real para la convivencia y solo alimenta los discursos de odio, los sentimientos de rechazo social contra la población migrante y un aumento de los radicalismos. Asimismo, Migreurop España lamenta que no se han dado respuestas para evitar las muertes en la Frontera Sur y que se refuerza la cooperación con terceros países en el control de los flujos migratorios, independientemente de su trayectoria en la protección de los Derechos Humanos.

Por otro lado, apunta que en la cumbre tampoco se ha presentado ninguna iniciativa para reforzar la protección de las personas migrantes en las fronteras y recuerda que la última sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a España por las 'devoluciones en caliente', algo que, a su juicio, atestigua que no se está actuando acorde a la legislación internacional en la Frontera Sur.

La Unión Europea elude un modelo integrador y social de sociedad y apuesta por un dispositivo de seguridad que engendra miedo hacia las personas inmigrantes y sitúa al continente entero en situación de emergencia y en un estado de excepción sin límites. El retraimiento del modelo de ciudadanía ha dejado el espacio para el surgimiento de identidades asesinas en la mayoría de los países europeos, y el ejemplo del C-Star es sólo uno de muchos.

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