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Una dictadura no es de izquierda ni de derechas, es simple y llanamente una dictadura, lo contrario a una democracia. Tiranía 'versus' participación, represión frente a libertad. Nicolás Maduro, experto en demagogia y autogolpes, juramentó su cargo apoyado por otros dos autócratas de la zona, ... el cubano Díaz Canel y el nicaragüense Daniel Ortega, vergüenza para su país, este último, sin ir más lejos, un depravado que practica la demonología por matrimonio, ha encarcelado a la disidencia y ha expulsado a escritores de prestigio internacional, entre ellos Sergio Ramírez o Gioconda Belli. Me contó Sergio Ramírez en nuestra ciudad, por la que pasó en 2023, que, al ser confiscada su casa de Managua por orden del gobierno de su antiguo compañero de viaje, peligran sus libros, su memoria manuscrita, su vida entregada a librar a su país, y de paso al continente latinoamericano en su conjunto, de las variopintas satrapías.
A fin de cuentas, da igual Somoza que Ortega, Videla, Pinochet o Perón: el delirio de los autócratas habita en la sinrazón y en los extremos. Hay ideólogos que todavía defienden al régimen cubano por el mantra indiscutible del bloqueo norteamericano. Nada más falso, narcisista y burgués. A más de uno de esos repetidores de mentiras en bucle los mandaba yo a soportar hambre, represión y miedo a ese campo minado de odio. Sí, miedo, terror, pánico a ser masacrado por conspirar contra el pueblo oprimido. ¡Qué valor! Como decía mi abuela materna Pepa Ripoll. Vuelvo a las páginas de una de las grandes novelas hispanas: 'Doña Bárbara', publicada hace casi un siglo (1931), cuyo autor fue el caraqueño y fugaz expresidente de la República Rómulo Gallegos, derrocado por el ejército tras nueve meses de fugaz mandato. Doña Bárbara no es sino una nítida metáfora de Venezuela, la hacienda donde dicta Doña Bárbara se denomina 'El miedo', y por egoísmo, que no por amor, es capaz de intentar masacrar a su hija «enamorada de su enamorado, y viceversa», y otras aberraciones de toda índole, también relacionadas con la demonología y una expandida satiriasis; para el celuloide Doña Bárbara fue un papel que bordaría la mejicana María Félix, cuya belleza, crueldad y prepotencia, encajaron como anillo al dedo de sus manos enormes, 'bárbaras', grandiosas: Doña Bárbara, 'la devoradora de hombres' viene a ser la representación de una Venezuela tan bonita como destructora, tan ardiente como cínica. Recuerdo la toma de posesión de Maduro y me sube la bilirrubina, me da vergüenza ajena, con su discurso comprado por unos militares vendidos por un puñado de dólares. La bella Venezuela, La bella Bárbara, y el tirano que vocifera sobre la paz, mejor dicho, la paz de los cementerios.
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