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Escribo este artículo con algo de miedo. Reconozco que hace unos meses no me hubiera atrevido a hablar del Málaga, porque bastante tiene uno con aguantar los insultos de los 'fanboys' de los partidos políticos como para ahora tener que soportar a los haters de un negociado que no es el mío. Pero la verdad, tengo la sensación de que ese ente abstracto llamado malaguismo ha terminado por despertarse del sueño para entrar en la pesadilla en la que se ha convertido este club.

En realidad, lo que la prensa lleva contando meses (incluso años) ha sido una gota más que ha terminado por alejarme del fútbol en general. Quizá influenciado por personas que nunca lo tuvieron en su punto de mira, he terminado por aborrecer todo lo que está cerca de esto que cada vez es menos deporte y más un espectáculo lamentable. Porque solo en el ámbito del fútbol nos permitimos blanquear la violencia, por ejemplo. Nadie la justifica, pero entendemos -aunque lo lamentemos- que forma parte de todo el mundillo. No hay más que ponerse frente al espejo de otras disciplinas para comprobar que es un hecho prácticamente inédito.

Pero no son solo los insultos (casi siempre homófobos o machistas) de los campos de fútbol; los empujones malhumorados en la entrada al estadio; o hasta los muertos que -de tanto en tanto- aparecen en este país o en otros. No lo había olvidado, pero ver el documental de Gil de HBO (que merece un artículo aparte), me recordó que el mundo del fútbol también se nutre de la corrupción. De la legal y de la ilegal, que hay de las dos y todo el mundo sabe quién se mueve en cada una de ellas.

Hay argumentos que podrían enfrentarse a todo lo que acabo de decir, y que se resume en una palabra: sentimiento. Y es cierto, porque creo que toda la vida voy a recordar esa sensación insoportable de Dortmund; como tampoco podré olvidar la satisfacción de cuando Boca Juniors (doble nacionalidad, doble afición) venció 2-1 al Madrid en la final de aquella Intercontinental. Pero bien pensado, no sé si el sentimiento puede eclipsar a la reflexión. He cambiado el carnet y la televisión por el minuto a minuto de esta web, porque eso me permite estar haciendo cosas que considero más interesantes.

Al final este artículo no ha sido del Málaga. He puesto la excusa del fútbol para no comentar lo que opino de lo que ocurre en las oficinas de la Rosaleda. Hablar de los sentimientos de otras personas da algo de pudor. Y de verdad, es que no necesito más haters en mi Twitter.

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